Cien días

Hoy se cumplen los primeros 100 días del inenarrable Gobierno de Donald Trump. Resulta difícil imaginar el tipo de memoria que se tendrá de él, al pasar de los años, una vez que concluya -cuando quiera que esto ocurra- el Gobierno que hoy encabeza.

El excéntrico magnate trepó con grandes zancadas los escalones del Partido Republicano para arrebatar candidatura y Presidencia en una jugada tan audaz como irresponsable.

Hoy está al frente del Gobierno del país más poderoso de la Tierra un individuo impredecible, reactivo, caprichoso e irascible con un botón rojo al alcance de su mano.

En este primer corte de caja, el Presidente ya lanzó misiles en contra de Siria como respuesta a la utilización de armas químicas, aun sin tener certeza plena de quiénes fueron los autores de la atrocidad.

En este corto periodo, enfiló baterías contra Corea del Norte, no sin antes cometer una pifia al anunciar eso antes de que realmente hubiera ocurrido.

El mundo espera saber si ahí se detonará una nueva conflagración y si estamos o no ante el peligro de una escalada bélica mundial.

Trump está decidido a fortalecer con un presupuesto millonario al Pentágono como nunca antes. El presidente da señales de que quiere jugar a la guerra.

“Volver a hacer América grande” cruza por dejar clara la supremacía militar de la nación que gobierna. ¿Hasta dónde está dispuesto a usar sus juguetes bélicos y cuál es la ecuación geopolítica que tiene en la cabeza? Tal vez ni él lo sepa.

Con Vladimir Putin ha pasado del elogio a la aparente distancia. Queda la duda abierta -como la gran marca de estos 100 días- sobre si intervino o no el gobierno ruso en las elecciones que llevaron a Trump a la presidencia. Insólito el solo hecho de que el FBI haya confirmado que el tema se investiga.

Durante la campaña, el Sr. Trump mostró ser alguien a quien los valores ganados por la civilización y la democracia en materia de derechos humanos, tolerancia, libre expresión, equidad y respeto a las mujeres, es algo que le tiene, más o menos, sin cuidado.

La imagen que proyecta en esa materia provocó que su hija Ivanka fuera abucheada en un foro de mujeres celebrado en Berlín apenas esta semana.

La imagen de Trump, en algunos lugares, se asemeja a la de un troglodita. La imagen de Trump en el mundo, en tan corto tiempo, se ha hecho una caricatura.

En política interna, ha desplegado esa habilidad suya de abrirse todo tipo de frentes. Su afición por lanzar tuits sin una valoración previa -sobre todo temprano por las mañanas- o de dar entrevistas a medios afines para atacar a los que no lo son, está dejando una estela de confrontaciones.

Entre las de más alto impacto están los lances contra la poderosa prensa estadounidense. Ésa que arremete contra él un día sí y otro también.

El presidente Trump ha tildado a los periodistas de “mentirosos”, fabricantes de “noticias falsas” y, para acabar pronto, de ser: “enemigos del pueblo”. No hay registro de un Presidente de Estados Unidos que haya llegado a estos extremos.

Trump es un hombre testarudo y, en este tema, no sólo no parece entender que la prensa crítica y las investigaciones periodísticas son parte fundamental del andamiaje democrático. No parece entender tampoco que en una guerra frontal como ésa, lleva todas las de perder.

Trump luce ansioso y, en alguna medida, desesperado en estos sus primeros 100 días. No es para menos. Ha recibido demasiados reveses y no parece tener paciencia y mucho menos humildad para procesarlos.

El primer gran golpe fue no poder desmontar el Obamacare. Acciones ejecutivas se han caído ante decisiones judiciales que lo dejan descompuesto.

No ha logrado, siquiera, los primeros mil 400 millones de dólares para construir el muro con que pretende ser recordado y separarse físicamente de México. Sobre el TLC, veremos si lo que predominará será el pragmatismo o la balandronada.

Cien días apenas de una historia que apenas empieza.

Publicado en El Mañana

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