¿Quién controla lo que consumimos en internet?

Fausto Ponce

El libro del activista liberal, Eli Pariser, es un ensayo iluminador que pone al descubierto los peligros de tener un internet personalizado, cuyos contenidos se ajustan a nuestra forma de pensar, sumergiéndonos en una burbuja que evita que enriquezcamos nuestro pensamiento con otros puntos de vista. Peor aún, pues estas sugerencias de contenido personalizado suelen estar alineadas con intereses comerciales de compañías que lucran con nuestros intereses y hábitos de consumo en la red.

En El filtro burbuja: cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos (editorial Taurus), Pariser marca como evento crucial el cambio de Google en diciembre del 2009, cuyo algoritmo fue modificado para darle a los usuarios contenido alineado a sus intereses. Si uno pone una palabra clave en el motor de búsqueda de Google, los resultados no serán los mismos para otra persona que no comparta sus intereses. Incluso, Pariser sostiene que, aun habiendo intereses similares entre dos personas, los resultados son diferentes.

Más de 10 años antes, Amazon buscaba convertirse en asistente de compras personalizado. Fue uno de los precursores de este sistema, aunque muchos teóricos de los 90 lo habían previsto debido a la gran cantidad de información que se manejaba en la red.

hoy en día, el contenido personalizado es la regla en plataformas como Youtube, Facebook, Google, Netflix y Amazon, por mencionar algunas. Así pues, ese mundo,en el que se creía que el acceso a la red fortalecería nuestra cultura, enriquecería el pensamiento y fomentaría la democracia, ha desaparecido y es que lo que sustenta el desarrollo de un mundo democrático es el intercambio de puntos de vista.

Estas grandes compañías analizan nuestros hábitos de consumo: qué compramos, leemos, escuchamos y, por supuesto, a qué hora lo hacemos, en dónde, con qué dispositivo y hasta con qué navegador. Toda esta información es almacenada en las famosas cookies utilizadas por casi todas las plataformas a las que accedemos, y que se instalan en tu navegador.

En términos generales, las cookies son paquetes de información que registran tu actividad en la red y la reportan a los sitios, en donde, gracias a la inteligencia artificial, nos brindan el contenido que queremos.

Funciona de maravilla para personalizar el contenido que consumes, pero Pariser también señala que hay un lado oscuro. Por un lado, somos el blanco de un tercero que trata de adivinar lo que deseamos, un tercero que usualmente está motivado por intereses comerciales de las grandes plataformas que sólo desean ganar dinero. Por el otro, ¿qué tipo de desarrollo cultural y democrático podemos tener si nunca se nos muestra contenido de otro tipo o puntos de vista distintos? Y… ¿cómo nos vamos a enriquecer intelectualmente?

“Si bien internet puede proporcionarnos nuevas oportunidades de crecer y experimentar nuestra identidad, el aspecto económico de la personalización presiona hacia un concepto estático de persona. Aunque internet encierra la posibilidad de descentralizar el conocimiento y el control, en la práctica concentra el control sobre lo que vemos y sobre qué oportunidades se nos ofrecen en manos de mucha menos gente que antes”.

Pese a los contras de la personalización en la red que señala Pariser, reconoce las bondades y cree que la red puede usarse para fortalecer al individuo, a la democracia y a la sociedad, así que para el capítulo final realiza algunas sugerencias para gobiernos, ciudadanos y empresas, mismas que podrían ayudar a mitigar los efectos negativos de la personalización.

Es importante hacernos responsables sobre la información que consumimos y la dinámica algorítmica que se maneja en internet. Así, al menos para Pariser, el futuro de nuestra civilización aún se ve prometedor gracias al internet.

Publicado en El Financiero

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