María Reyna deja de ser musa para convertirse en creadora

Claudia Solera

Todavía hace un par de décadas, la música estaba reservada para los hombres en Santa María Tlahuitoltepec, Sierra Norte de Oaxaca –semillero de artistas y cuna de sones mixes–, pero ahora, mujeres y niñas dejaron de ser sólo musas y se convirtieron en creadoras y exponentes. De allí, salió María Reyna, la soprano mixe más reconocida a nivel mundial.

Antes de pisar escenarios en ciudades, como Nueva York, la primera parada de María Reyna fue en Guadalajara, luego de decidir salir de Tlahui —como se conoce su municipio de origen de forma coloquial—.

A Guadalajara, llegó con 15 años y hablando si acaso 30% de español. De empleada doméstica fue con lo que, después de dos años, logró ahorrar para pagar sus primeras clases de canto.

¿Pero cuál fue el origen de esa ruta que llevó a María Reyna a cruzar las montañas de Sierra Norte de Oaxaca hacia Nueva York y transformar su legado campesino para cumplir su sueño de ser una artista y pisar los escenarios más importantes del mundo?

La fuerza y la confianza para conseguir un sueño que muchos le decían “inalcanzable” y parecía muy lejano, 4.5 mil kilómetros,  —de Tlahui a Nueva York—surgieron primero de las palabras de su madre y luego, de su profesor de primaria.

La mamá de María Reyna, que había lidiado con el alcoholismo de su padre, la alentó para irse de Tlahui, pues quería evitar una vida de sufrimiento para su hija. Desde muy pequeña, siempre, le repetía: “detrás de esa montaña hay otra vida, otro mundo muy diferente, que tú tienes que conocer”.

Así que el único objetivo de María Reyna en Tlahui era concluir con sus estudios de secundaria y mudarse a una ciudad, en la que tuviera oportunidad de estudiar clases de canto.

Luego, a los ocho años, cuando María Reyna se integró al coro de su primaria, su maestro y director del coro, Marcos Díaz Jiménez, la descubrió y le dijo que se convertiría en una cantante.

“Cuando alguien te diga que tú eres bueno para algo, hazle caso”, dijo María Reyna en entrevista con Excélsior.

Esa lección de conquistar sus sueños, a través de la confianza en su talento, la puso a prueba constantemente, durante los casi 17 años, que le tomó llegar a Nueva York, desde que salió de Tlahui con un papelito en la mano escrito en mixe, donde venían las instrucciones de cómo llegar a Guadalajara.

Hubo ocasiones en las que se olvidó que dentro de ella había una soprano. Ya habiendo llegado lejos y tomando clases de canto en Guadalajara con su mentor y maestro, Joaquín Garzón, quiso renunciar a su sueño de ser cantante, pues simplemente su garganta se le cerraba y su voz no alcanzaba los agudos.

Don Joaquín Garzón para alentarla a seguir le confesó que había mucha gente que creía en ella y que desde hacía un año, algunos de quienes la habían escuchado cantar en la escuela, habían hecho donativos para que pudiera continuar con sus estudios.

“Hay muchas veces que, así tú no creas en ti, hay gente que sí cree en ti y eso fue lo que pasó conmigo”, contó.

La estrategia que su maestro Joaquín Garzón le recomendó seguir para sacar su voz fue contactar con sus raíces y con sus dolores de infancia.

Para volver a su raíz, María Reyna comenzó a cantar en la escuela, por primera vez, en su lengua materna. La canción que le nació fue dedicada para su madre, que de mixe a español se traduce así: “por siempre te llevo en mi corazón, no digas que no estás en mi pensamiento, aunque lejos me encuentre”.

“Ahí, empiezo a descubrir que podía cantar en mi lengua. Me emocionaba mucho que mi madre y mi familia pudieran entender mi música”, indicó.

Ahora María Reyna canta en 15 de las 68 lenguas indígenas que hay en México, como: maya, mixteco, zapoteco, náhuatl, etc.

Mientras que al trascender los dolores de su infancia, tuvo que enfrentar esas ocasiones en las que escuchó a su padre decirle que ella no podía.

“A veces piensas que no eres capaz de hacerlo, pero tiene mucho que ver con lo que uno haya vivido y, ´él no puedo’, yo lo había aprendido de mi papá cuando bebía y me lo decía. Hasta que comencé a escuchar a quienes confiaban en mí”.

María Reyna, no sólo recuperó su confianza, sino que uno de sus objetivos ha sido imprimirlo a niñas y mujeres de su comunidad, a quienes invita a tocar con ella en algunos eventos locales.

La profesora de música de Tlahui, Leticia Gallardo, ha acompañado en escenarios a María Reyna con sus alumnas.

“En el fondo también es una lucha para ir generando espacios para las mujeres. Nosotras no imaginábamos que podíamos viajar a otros estados. Hace más de 30 años en las fiestas no escuchabas ninguna pieza de una mujer, ni un danzón ni un paso doble, nada, pero la  historia está cambiando y hoy en día, los sones que estamos escribiendo empiezan a oírse en las fiestas de los pueblos. Nos queda claro que las mujeres tenemos mucho que decir a través de nuestra música”, dijo en entrevista, Leticia Gallardo.

Después de pisar los escenarios en Nueva York en 2023, María Reyna tiene una nueva meta y es seguir dándole la vuelta al mundo para conocerlo y también poder decirles a las mujeres de su comunidad que sí se pueden cumplir los sueños sin importar de dónde vengas.

“Lo importante para hacer realidad los sueños es quererlo y siempre hacerlo con orgullo y mostrando tus raíces”, finalizó.

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