El talco y el cáncer de ovario: ¿cuál es la evidencia científica?

Por: Nick Mulcahy

La ACS señala que toda persona interesada en utilizar talco podría en cambio utilizar productos en polvo a base de almidón de maíz.

El argumento de la carcinogenicidad del talco se basa en evidencia de estudios de casos y testigos. Sin embargo, este tipo de investigación puede ser vulnerable al sesgo de recuerdo (si las mujeres con cáncer de ovario tenían más probabilidades de sobrenotificar la utilización de talco), dijo la IARC en su informe de 2006.

El Dr. Cramer considera que esta crítica es exagerada, dada la extensa evidencia y derivada de estudios de casos y testigos: «Atribuir todas las relaciones de casos y testigos al sesgo de recuerdo, simplemente es absurdo».

Sin embargo, el caso del talco como un factor de riesgo sufrió otros dos grandes reveses en los últimos 15 años, según el Dr. Robert Coleman, un oncólogo ginecológico del Centro de Cáncer MD Anderson de la Universidad de Texas en Houston, quien ha recibido remuneración por consultorías a Johnson & Johnson.

Dos estudios de cohortes prospectivas fueron publicados durante este periodo, utilizando datos del Estudio de Salud de las Enfermeras y del estudio Iniciativa de la Salud de las Mujeres (WHI), respectivamente. Ninguno de los dos estudios mostró relación entre la utilización de talco y el incremento general del riesgo de cáncer de ovario (J Natl Cancer Inst. 2000;92:249-52 y J Natl Cancer Inst. 2014;106).

Los estudios de cohortes prospectivas son más fehacientes que los estudios de casos y testigos, los cuales son retrospectivos, dijo el Dr. Coleman a Medscape Medical News.

El vínculo entre el talco y el cáncer de ovario es «dogma» que en tiempos más recientes ha sido «desaprobado por la ciencia», resumió el Dr. Coleman.

Sin embargo, otros expertos han señalado que los hallazgos de las cohortes de WHI y el Estudio de la Salud de las Enfermeras tienen limitaciones importantes que debilitan su valor.

En un editorial de 2014, el Dr. Nicolás Wentzensen, PhD, y Sholom Wacholder, PhD, ambos del National Cancer Institute, señalaron que los investigadores del estudio WHI sólo recolectaron información sobre la duración de la utilización, no de la frecuencia. Y en el Estudio de Salud de las Enfermeras, sólo se recopiló información sobre la frecuencia de uso, y no la duración.

Ninguno de los estudios proporcionó una evaluación suficiente de la exposición al talco, dijeron.

En general, la evidencia en torno a la carcinogenicidad del talco es «no concluyente», resumieron los autores del editorial.

Señalan en su comentario: «Aunque el sesgo de notificación puede explicar las posibles relaciones comunicadas en estudios de casos y testigos, las limitaciones de los estudios de cohorte con relación a la evaluación de la exposición todavía no descartan por completo la posibilidad de que la utilización de talco se relacione con el riesgo de cáncer de ovario».

En otras palabras, la utilización de talco podría ser un riesgo y podría no serlo, dijeron.

Notablemente, el Estudio de Salud de las Enfermeras demostró que la utilización de talco se relacionaba con el riesgo de cáncer de ovario seroso, el subtipo más letal y frecuente (pero no demostró ninguna relación con el cáncer ovárico en general, según se señaló antes).

¿Cómo podría el talco causar cáncer de ovario?

Johnson & Johnson aduce que el polvo del talco es inocuo. Después de la decisión del tribunal esta semana, la portavoz Carol Goodrich dijo: «Comprendemos a la familia de la demandante, pero firmemente consideramos que la tolerabilidad del talco cosmético está respaldada por décadas de evidencia científica». Se espera que la compañía apele a la sentencia.

La base biológica de la posible carcinogenicidad del talco, que es el más suave de los minerales, se suele citar como inflamación crónica del epitelio ovárico, causada por el contacto con las partículas de talco.

El talco se suele aplicar en la región genital/anal, incluso en toallas sanitarias, tampones y prendar interiores, explicó el Dr. Cramer.

Partículas muy pequeñas similares en tamaño al talco han demostrado desplazarse desde la vagina hasta el aparato genital superior, dice. Además de trasladarse a los ovarios, el talco también se ha identificado en ganglios linfáticos pélvicos (Obstet Gynecol.2007;110:498-501).

Jackie Fox, cuyo cáncer de ovario fue motivo del caso presentado ante el tribunal en St. Louis, tenía talco en sus ovarios extirpados, según los reportes de las noticias.

Los indicios de que el talco se puede desplazar hasta los ovarios datan desde al menos 1971, cuando cirujanos británicos informaron con respecto a un estudio que identificó 10 de 13 tumores ováricos y cervicouterinos que tenían «partículas de talco profundamente embebidas» en el tejido tumoral.

El talco naturalmente coexiste con el amianto, y se postuló la teoría en el pasado de que la contaminación de talco por amianto puede haber sido la causa de un incremento en el riesgo de cáncer de ovario. Sin embargo, los polvos de talco en Estados Unidos se produjeron libres de amianto a principios de la década de 1970 y, no obstante, los estudios de casos y testigos después de esa época han seguido demostrando una relación con el cáncer ovárico.

La utilización de talco disminuyó considerablemente en Estados Unidos entre 1982 y 2004, según el Dr. Wentzensen y el Dr. Washolder del NCI.

Sin embargo, el Dr. Cramer dijo que el cambio en su mayor parte no es significativo, si se considera la gran cantidad de mujeres que todavía utilizan talco en la región genital. Si se tuviese una exposición modificable, ¿por qué no aconsejaría a las mujeres al respecto?», preguntó.

Fuente: espanol.medscape.com/

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