Hillary Clinton: la delgada línea de soporte / Víctor Flores Olea

Bien, después de las dos convenciones partidarias todo indicaría, en principio, que Hillary Clinton puede ganar las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Y no es que lo hubiera hecho mejor que su contrincante, sino porque “él¨, políticamente hablando, salió de las letrinas de los aspirantes a políticos y esto no se puede borrar ni con todo el oro del mundo (que tiene Donald Trump).

Seguramente su discurso de aceptación fue mucho más amplio y detallado que el de Trump, pero en ningún momento Hillary levantó los entusiasmos de que fue capaz el republicano. No tanto por lo que dijo sino porque de todos modos, frente a cierta gente, Trump asume ya un carácter de liderazgo del que carece la Clinton.

Todos sabemos que la mujer tiene virtudes e inteligencia, pero también tremendas debilidades, como las últimas que señalan que ella y su equipo han hecho manipulaciones cibernéticas para limitar las opciones electorales de Bernie Sanders, que ha descompuesto la pretendida unidad demócrata auspiciada por ella. Es clara la superioridad intelectual de Hillary sobre Trump, lo que no resulta tan claro es su impacto popular, grandemente disminuido por el asunto de los correos electrónicos oficiales que puso a circular por vía de un servidor privado y ahora por los obstáculos que su equipo ha puesto a la candidatura de Sanders. Ambos hechos y otros confirmarían el carácter no confiable y resbaladizo de la Clinton, que ha llegado hasta el punto de poner serios interrogatorios sobre su eventual desempeño en la Presidencia de ese país.

El conjunto nos convence de que Estados Unidos no pasa, políticamente hablando, por un buen momento. Al contrario, parece estar en varios aspectos en un grave momento de debilidad. Candidatos no confiables, candidaturas que no representan ninguna forma de liderazgo, ausencia de visiones a mediano y largo plazo sobre el papel en el mundo de Estados Unidos. Debe decirse entonces que Estados Unidos pasa por un momento de crisis grave, más aun que no encuentra candidatos confiables menores de 60 años, lo cual puede significar que ha marginado a los jóvenes o que no tiene más remedio que echar mano de la tercera edad, en quienes debe gastar mucho dinero e imaginación para hacerlos aparecer ¨deseables¨.

En realidad, Hillary Clinton ha corrido con la gran suerte de enfrentar a un personaje como Donald Trump, con tantas mentiras a cuestas y con un historial como empresario que tampoco es muy recomendable. La Clinton se enfrentará en las próximas elecciones a un personaje de tercera línea, lo cual le otorga ventajas innegables. Otra cosa sería si hubiera tenido que enfrentarse a un político de primera magnitud, y la mejor prueba es que hace ocho años perdió tajantemente la votación ante Barak Obama.

Hay algunas personas que sostienen que parte de las anomalías que presenta la actual elección americana, en demérito de los demócratas, Es precisamente el hecho de que las dos justas electorales anteriores las ganara Barack Obama, afroamericano, como todos sabemos, y que ahora parecería existir entre los estadounidenses una suerte de arrepentimiento o de autoreproche secreto por ese hecho, lo cual subrayaría la profundidad del racismo y la discriminación en Estados Unidos, ¡Hillary como heredera de Obama!

Tal vez uno de los reproches más fuertes que se dirigen a Hillary Clinton es el hecho de que en la contienda electoral se presente como la representante o vocera de Wall Street. Después del colapso económico y financiero de 2008, para muchos el más grave de Estados Unidos incluso después que el de 1929, tal es una representación que afecta profundamente la personalidad de Hillary Clinton, y que la afectará sin duda a la hora de las urnas. Sobre un hilo tenso y delgado se juegan las actuales elecciones de Estados Unidos.

En Estados Unidos no hay propiamente enfrentamientos ideológicos, al menos no en la primera línea de las controversias, pero sí hay un repudio de muchos al statu quo, que es diferente. El hecho es que a Hillary Clinton se le ve como una sostenedora prácticamente incondicional del status, y tal vez como la más conspicua de sus representantes, lo cual la sitúa en el polo opuesto de muchos estadounidenses, particularmente de los jóvenes. Cosa que en su discurso político ha procurado evitar Trump; al contrario, se ha ostentado como anti establishment por excelencia, aun cuando en el fondo sea una gran mentira y la verdad sea todo lo contrario. Pero por lo pronto tal es la situación que convierte a Hillary en una aspirante débil y muchos dicen derrotable o ya derrotada. Aun cuando la verdad de las cosas es que sea necesario esperar varios meses para acercarnos más a la verdad.

El hecho mayúsculo es que se trata de una elección todavía muy engañosa y aun dudosa, aunque es verdad que hay muchas posibilidades de que la mayoría vote por Hillary, en vista del ¨salto al vacío¨ que representa Trump. A la hora de las urnas es probable que una mayoría vote por Hillary, no por su popularidad o liderazgo sino porque representa un futuro más cierto que el ofrecido por Trump.

Subrayando esta línea delgada que representa la candidatura de Hillary, un amigo cercano me decía con agudeza que probablemente fue un grave error de Hillary invitar a pronunciar discursos en su convención tanto a su esposo Bill Clinton como a Barack Obama, ambos mucho mejor oradores que la candidata Hillary y que tal cosa quedó de manifiesto plenamente la semana anterior.

Además de que, para muchos, Hillary representa una especie de aristocracia política que los padres fundadores hubieran juzgado absolutamente inadmisible. ¿Bill Clinton y Hillary? ¿Ambos Presidentes de Estados Unidos? Marido y mujer. Como antes el padre Bush y su hijo. Casi como si se tratara de un bien hereditario, el Estado, o de un bien mostrenco perteneciente a las familias.

En todo caso nos encontramos con una elección que probablemente gane Hillary, por la seguridad aparente que representa para la mayoría de estadounidenses. Pero ¿es así? Ganará en efecto las elecciones o Estados Unidos se convertirá cada vez más abiertamente en un Estado canalla bajo los puños de Donald Trump. Está por verse, pero de ninguna manera es una apuesta asegurada.

Publicado en La Jornada

Otras notas que pueden interesarte