Incitan al odio contra La Gilbertona

María Margarita Free del Castillo

La aversión hacia las personas homosexuales tiene profundas raíces históricas y culturales. La homosexualidad, antes de que fuera considerada por la Organización Mundial de la Salud como “una variante natural del comportamiento sexual humano”, fue objeto de demonización y represión, siendo calificada en términos de pecado, delito, perversión o enfermedad. Durante siglos los homosexuales fueron objeto de una persecución no solo moral y religiosa sino también normativa y social, hasta el extremo de ser considerados como peligrosos criminales, merecedores incluso de la pena de muerte. En muchos países occidentales hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para que fuera abolida cualquier forma de criminalización de la conducta homosexual.  

Entro al espinoso tema para describir la despiadada criminalización de que es víctima Gilberto Salomón Vázquez –La Gilbertona– por parte del “intelectual” Ernesto Hernández Norzagaray, uno de los “cerebros” informativos del PRI-PAN-PRD que participa en la campaña de linchamiento contra el candidato de Morena-PAS, Rubén Rocha Moya, y su aliado Héctor Melesio Cuén Ojeda, dirigente estatal del Partido Sinaloense. Por su “rango” social y por “ser lo que es” y por haberse manifestado a favor de Rubén Rocha Moya, Norzagaray descalifica y discrimina a La Gilbertona. Con rabia homobófica le cuelga toda clase de calificativos como si se tratara de una persona indigna. Con sus expresiones comunica odio y por ser difundido en un medio de comunicación pretende que ese odio se transmita e incentive la agresión del colectivo social.  

La incitación al odio no necesariamente supone una llamada a cometer actos de violencia y otras conductas criminales. Sin embargo, cualquier ataque contra una persona o grupo específico de la sociedad, ya sea por medio de insultos o de declaraciones que busquen ridiculizarlo o difamarlo, es suficiente para que las autoridades privilegien el combate contra los discursos racistas frente a la libertad de expresión, cuando ella es ejercida de forma irresponsable.  

Junto al trato humillante, degradante y estigmatizador que vulnera la integridad física y/o moral de La Gilbertona se produce un efecto que repercute en todo el colectivo porque multiplica su estigmatización y contribuye a mantener los estereotipos y las posiciones homofóbicas; en el fondo, Norzagaray vulnera no solo el principio de igualdad y no discriminación, sino también la dignidad y el libre desarrollo de la personalidad y muy especialmente la integridad moral.   

Ante el contenido del artículo, Por su Facebook, el académico, estudioso, investigador y promotor de la cultura, Carlos Morales, le dice a Norzagaray: “Lamento que una pluma tan inteligente como la suya le dedique tiempo a un tema con un título y subtítulo tan discriminatorio y tan homofóbico. Acaso de ese tamaño sea su encono personal con Rocha y con Cuén, que de seguro en nada les interesa su vómito de letras. Prefiero sus otros análisis, sociales, educativos, económicos, pero no estos tan pueriles. Y como dicen los juristas: ¡es cuanto!” 

N.R. Por respeto a la personalidad de La Gilbertona y en defensa de su integridad física, no reproduzco aquí, en esta colaboración, el artículo o lo expresado por Ernesto Hernández Norzagaray, porque sería tanto como transmitir odio que puede llegar a provocar una agresión.    

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