Estas son las señales que te indican que tus hijos han llegado a la pubertad

Laura Peraita

La ginecóloga Miriam Al Adib Mendiri asegura que la pubertad es ese periodo en el que se producen los cambios en el cuerpo infantil hasta llegar a la madurez sexual. Dichos cambios están controlados por múltiples factores neuroendocrinos donde tiene un papel central el eje hipotálamo-hipofiso-gonadal. Sin embargo, apunta que la adolescencia hace referencia a algo más amplio que el desarrollo puberal: es un periodo de la vida donde se producen cambios físicos, psíquicos y sociales, una transición de la niñez a la adultez.

¿Cuáles son las señales que nos indican que nuestros hijos han llegado a esta etapa vital?

En las niñas, la primera señal de pubertad es el desarrollo de las mamas (comienza por lo que llamamos botón

 mamario). Después aparece el vello púbico y axilar (en algunos casos puede aparecer antes del botón mamario), y, posteriormente, comienza la menstruación (más o menos después del año y medio a tres años del desarrollo mamario).

En los niños comienza por el crecimiento de los testículos y el pene, a continuación el vello púbico y axilar, voz más grave y un aumento progresivo del vello facial.

También cambia la composición corporal tanto en chicos como en las chicas, en el caso de ello crece la musculatura y en ellas aumentan las caderas.

Además de estos cambios físicos, ¿qué supone emocionalmente?

La adolescencia es una etapa de transición entre la niñez y la adultez, que supone cambios muy importantes no solo en el cuerpo, sino también en la mente, lo que puede generar muchísimos altibajos a nivel emocional. El área prefrontal del cerebro es la más compleja evolutivamente hablando. Juega un papel importante en la toma de decisiones, gestión de impulsos, capacidad de considerar las consecuencias de las decisiones que se toman… Pues bien, en la adolescencia aún no está totalmente conformada, de ahí que tiendan a ser muy impulsivos, rebeldes, a veces son una auténtica turbulencia emocional.

Hay momentos que puede dar la sensación de que no los entendemos porque pasan de un extremo a otro: de repente parece que son muy maduros para unas cosas y, otras veces, pasan al otro extremo y te preguntas ¿a qué viene ahora que se comporte o razone de esta forma tan infantil si hace un rato parecía que tenía madurez suficiente para esto? Esto es completamente normal, están aprendiendo y se está todavía configurando su cerebro adulto.

Por otro lado, comienza la necesidad de reafirmarse, ya no es el niño pequeño que no te cuestionaba nada. Comienza a desarrollar otros vínculos fuera de la familia y se cuestiona y rebela contra todo lo que se les dice en casa. Además, tienen una imperiosa necesidad por ser aceptados por sus pares, son muy vulnerables con la idea de formar parte de su grupo de amistades. Tienen también un interés importante por la imagen corporal. Al principio de la pubertad pueden estar incómodos o sentir vergüenza por los cambios, más adelante se frustran mucho si ven que sus cuerpos no se ajustan a los estereotipos imperantes (para esto los filtros de las fotos en las redes sociales no ayuda nada). Por si fuera poco, también en la adolescencia comienzan a interesarse por las relaciones románticas y sexuales, lo que hace necesario tener una buena educación sexual que les proteja para prevenir no solo embarazos o infecciones, sino también posibles abusos.

¿Qué cuidados deben tener los padres de cara a esta etapa?

Primero estar bien informados de todo lo que conlleva porque si no lo entendemos bien podemos caer en pensamientos erróneos como creer que hacen las cosas solo por fastidiarnos, que se alejan de nosotros, nos puede ofender sus reacciones imprudentes o impulsivas… Es normal que en algunos momentos nos sintamos sobrepasados, pero hay que tener presente que se comportan así porque no tienen la capacidad de hacer las cosas de otra forma más madura. El cerebro es así. Cuando se creen que son muy autosuficientes y les dan esos arrebatos de “dejadme en paz”, para nada significa que no nos necesiten, sino todo lo contrario, nos necesitan más que nunca.

Debemos transmitirles lo mucho que les amamos, que pueden confiar en nosotros, que siempre estaremos cuando nos necesiten. A veces es todo un arte en el que, por un lado, hay que darles su espacio sin atosigar y, por otro, estar muy pendientes de sus relaciones, sus inquietudes, sus problemas del día a día, siempre con una escucha activa y paciente. La comunicación puede ser muy ardua en algunos momentos porque son tan impulsivos que dicen cosas que ni las piensan. Y, como adultos que somos, antes de caer en este mismo juego impulsivo cargado de faltas de respeto, debemos parar, tomarnos nuestro tiempo para aliviar la tensión para después hablar en otro momento y hacerlo de forma más calmada, sin dejar de expresarles cómo nos hemos sentido con esas palabras tan fuera de tono, para que puedan recapacitar y aprender con nuestro ejemplo a ser más respetuosos.

¿Cómo explicarles todo lo que les está pasando?

Sobre todo con naturalidad. No hay que esperar a llegar a la pubertad para hablarle de los cambios que experimentarán sus cuerpos. ¿Cuándo están preparados para escuchar respuestas? Muy sencillo: cuando hacen las preguntas. Lo único que hay que tener en cuenta es que no harán preguntas si no hay confianza. Si los adultos tenemos tabúes con la sexualidad, o si el adolescente no ha desarrollado un vínculo sano durante la infancia con sus progenitores o si la educación es demasiado represiva, no habrá confianza como para hacer preguntas.

¿De qué manera afrontar el momento de la primera regla?

Hay que hablarles de ello antes de que llegue el momento. Ayuda mucho que la madre tenga una buena relación con su propio cuerpo y su ciclo menstrual, si es demasiado negativa probablemente su hija, llegado el momento, repita el mismo patrón. Si no le damos esa carga de negatividad y la vivimos con naturalidad, sin ocultarle nada, si se lo hemos explicado antes, si nos han visto que no tenemos tabú ninguno con nuestra regla, entonces su primera regla no tendría que suponer ningún drama.

¿Es cierto que la regla de madre e hija suelen coincidir en el tiempo? ¿Qué mitos hay al respecto?

Aunque la genética, por supuesto, puede influir y podría haber cierta tendencia familiar, no es un factor determinante. Hay un complejísimo proceso neuroendocrino donde intervienen no solo factores genéticos, sino también factores ambientales, y todos juntos influirán en la edad de la menarquia (primera regla).

¿Supone algún problema que le llegue la menstruación a una edad muy temprana?

La pubertad precoz es un problema médico que habría que estudiar y tratar, puesto que puede tener consecuencias negativas en la salud. Se considera pubertad precoz cuando se inicia antes de los 8 años en las niñas y antes de los 9 en niños. Existe lo que se llama pubertad adelantada, que sitúa su inicio entre los 8-9 años en niñas y 9-10 años en niños y que no es necesariamente patológica, aunque sí podría tener repercusión en la talla final o en las consideraciones sociales, por lo que requiere seguimiento y estudios complementarios. Fuera de este margen de edad no habría ningún problema con que la llegada de la primera regla sea a los 10 o a los 15.

Publicado en ABC Padre e Hijos

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