Abuelita de 96 años regresó a la escuela para aprender a leer y escribir. Ya no es analfabeta

Florencia Lara

Lupita Palacios se tomó a pecho la frase “no existe edad para cumplir tus sueños”. La abuelita oriunda de Chiapas, México, no quería irse de este mundo terrenal con deudas pendientes menos consigo misma. Es por eso que a sus 96 años de edad decidió aprender a leer y escribir, lo que siempre fue su mayor deseo.

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Palacios, quien es matriarca de la comunidad indígena, Vicente Gutiérrez, al cumplir 95  quiso recuperar el tiempo perdido y retornar a la escuela. Fue en el Instituto Chiapaneco de Educación donde por fin pudo decirle adiós al analfabetismo. Lupita en solo seis meses ya tenía la lectura y escritura dominada.

Parece extraño que alguien con avanzada edad desee seguir aprendiendo. En el caso de la matriarca de Chiapas, confesó que fue su curiosidad el motor principal para llevarla de vuelta a las aulas de clases. Resulta que Lupita es apasionada de la información y uno de sus sueños era poder leer revistas y periódicos.

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En su niñez, los padres de Palacios consideraban que estudiar era simplemente una pérdida de tiempo. Criada bajo ese punto de vista, Lupita cuenta que a ella ya le daba flojera ir a la escuela, entonces finalmente solo dejó de asistir. No sabía las consecuencias que le traería eso a futuro.

Palacios, al ser matriarca de una comunidad indígena, es apasionada por la historia y quería aprender más sobre su país. “Estudiando puedo aprender la historia de México. La historia de Chiapas ya la he vivido en persona: los sufrimientos, los fracasos, la pobreza”, comentó la abuelita al El País.

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La abuelita de México tiene piso, pero no techo. Palacios confesó que está lejos de sentirse conforme con solo ser una persona alfabetizada ahora. Su próximo desafió será entrar a la escuela secundaria y seguir aprendiendo cada día más. “La realidad es que yo quiero seguir estudiando, para seguir conociendo la ley de la vida“, comentó en la entrevista con El País.

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Lupita va a seguir estudiando hasta que esta vida se lo permita.

 Publicado en Upsocl/ El País

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