“La venganza, una emoción genuina que surge del hartazgo y la impunidad”: Liliana Blum |Video

Héctor González

La literatura de Liliana Blum (Durango, 1974) se distingue por subrayar los aspectos bizarros y perturbadores del ser humano. Sin contemplaciones, la autora de novelas como El monstruo pentápodo o Cabeza de liebre, confronta y expone miedos o complejos de personajes inadaptados.

No obstante, apenas ahora salda una vieja inquietud: por primera vez incursiona en el género fantástico y lo hace a través del cuento. Si bien cada uno de los relatos que integran Un descuido cósmico (Tusquets), parte de una necesidad de venganza, las protagonistas echan mano de cualquier recurso a s alcance para conseguir hacerse justicia.

“El arte puede sublimar los deseos de manera segura”, explica Blum al subrayar las virtudes catárticas de la literatura.

¿Estos cuentos fueron escritos ex profeso para el libro o los tenías guardados?

Tenía rato queriendo incursionar en el terreno de lo sobrenatural y de lo fantástico, con la excepción de mi novela juvenil (El extraño caso de Lenny Goleman), todo lo que he escrito es perturbador, pero basado en la realidad. Como lectora y espectadora, me gustan los exorcismos y extraterrestres, Alien y El exorcista son dos de mis películas favoritas, y quería meterme a este terreno. Además, me gusta el humor negro, aunque no esté muy bien visto en la vida diaria. Con Un descuido cósmico me dejé llevar y me propuse hacer maldades aquí y allá.

Algo que también está presente en los cuentos es el sentimiento de venganza.

La venganza es una las emociones que más reprimimos porque se asocia a algo negativo. Sin embargo, también creo que es una emoción genuina, surge del hartazgo y de la impunidad. Mis personajes están hartas de su situación. En la medida en que una mujer envejece se invisibiliza porque deja de ser fértil y atractiva sexualmente, incluso se les dice que “está chocheando” o “menopáusica”, al mismo tiempo todavía cargamos con imposiciones y cargas sociales. Quería mostrar a mujeres cansadas de la normalización de la infidelidad masculina dentro del matrimonio, por ejemplo.

¿Lo hiciste de esta manera por una reivindicación de género?

Creo que no, al menos no de manera consciente. Siempre manejo personajes femeninos porque es donde me siento más cómoda y con quienes mejor conecto, sin embargo, reconozco que sí hay una especie de denuncia. Tomé elementos de mi vida real para meterlos en los cuentos sin que esto signifique que sean autobiográficos, no me gusta la ficción autobiográfica. Mi vida es super aburrida, me la paso limpiando la casa, escribiendo, dando clases, atendiendo perros, ¿qué más aburrida que eso? Pero sí me quedo con las emociones y sensaciones que he tenido en mis vivencias, en este caso, hay varios personajes que mueren, entre ellos, un hombre que envenena perros (cuando estuve viviendo en Tequisquiapan, Querétaro, hubo un vecino que hizo y mató a cientos). En la secundaria había un maestro de deportes que le metía mano a las niñas, era una época muy distinta a la actual, sabíamos que si lo decíamos en la casa o a los maestros no nos iban a creer de mondo que lo único que podíamos hacer era tratar de no ponernos en la situación para que el hombre nos tocara. Para un cuento agarro a ese maestro que así tal cual le decían El camarón, y lo mato. Hay una especie de revancha poética, la literatura puede ser inofensiva en este caso, pero al menos sí hay una catarsis.

Es común que en los escritores haya estas revanchas o venganzas literarias.

Claro, el de los ex es clásico, aunque en este libro no hay. Soy divorciada y siempre hablo muy bien de mi exmarido, es un gran tipo. Novios y gente que anduvo por ahí medio nefasta está en alguno de los otros libros, pero tampoco se notan.

Eso habrá dado un toque diversión a la escritura de los relatos.

Experimenté una libertad que quizás la novela no me da, ahora me reía mientras estaba escribiendo, cosa que no me había sucedido con otros libros, fue como un juego y no me limité por nada. Afortunadamente eso ha tenido eco en las lectoras, sobre todo, aunque sean temas sobrenaturales, creo que todas podemos identificarnos con lo que les pasa a los personajes.

¿El uso de lo sobrenatural te permite mayor libertad?

Dentro del ámbito de lo sobrenatural el lector está más dispuesto a creer, desde que va a leer un cuento o una novela está con ganas de creer siempre y cuando no salgas con demasiadas jaladas.

En el libro la justicia está presente, al final todos personajes la encuentran o ejercen a su manera.

Creo que ese es uno de los grandes reclamos universales del ser humano. Lo experimentamos desde chiquitos, desafortunadamente el Estado como la sociedad somos injustos de muchas maneras. El reclamo de mis personajes es el mismo que se hacen los lectores y las lectoras por eso el libro conecta, aunque sepamos que hay cosas que no son correctas como matar a alguien, lo cierto es que hay personas que hacen mucho daño. No digo que esto se deba llevar a la realidad, pero al menos es una catarsis. Al final del día el arte puede sublimar los deseos de manera segura. Pensemos en Saul Goodman, de Breaking Bad o Better Call Saul, a pesar de que hace cosas totalmente inmorales y malas, podemos conectar su parte humana y con las afrentas que ha tenido. No es que lo justifiquemos, pero lo entendemos.

Esta reflexión sobre la justicia se relaciona con el presente.

Claro. Las mujeres físicamente somos mucho más vulnerables, muchos hombres creen que pueden disponer de una mujer como si fuera una bolsa de basura. Las emociones de miedo, injusticia e ira, que sienten muchas jovencitas se van acumulando socialmente. Las mujeres cada vez que salimos de nuestra casa sabemos que puede ser la última, no digo que los hombres sean inmunes a eso, pero sí hay una vulnerabilidad más grande en cuanto a las mujeres y a las niñas.

¿Cuánta distancia ves entre esta justicia literaria y la reivindicación social que hace falta?

Creo que en el caso de mi obra sí hay una distancia, nunca ha sido mí deseo retratar tal cual la realidad mexicana ni tomar una bandera feminista. El cuento y la novela no son los medios para eso, hay otras plataformas como sería el ensayo o el activismo. Como lectora me gusta perderme en el mundo literario de quien me está dando algo y no importa si es en Maine, donde escribe Stephen King, en España o en México, a mí me interesan los personajes y la historia. Viví en Tampico, en plena guerra del narco secuestraron a mi cuñada, me tocaron balaceras en las que tuve que tirarme al piso y nunca quise darle cabida a eso en mi obra. La injusticia que sufren mis personajes se padece por igual en México, China, Estados Unidos, España, o Japón, es una condición muy universal en todas las culturas

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