Culiacán: la otra pandemia

Carlos Loret de Mola/ El Universal

Las calles y negocios vacíos. Los niños sin escuela o con clases en línea. Desabasto de productos. Familias enteras encerradas en casa. Las horas que se hacen eternas porque no se puede volver a la normalidad. Vivir con terror a que le pase algo a alguien cercano o a uno mismo. Vivir con la preocupación de que se está perdiendo dinero por no trabajar. Lo que se vivió hace unos años en todo el mundo por la pandemia de Covid es lo que se está viviendo hoy en Culiacán.

Pero hay elementos que hacen que lo de estos días en Culiacán sea peor. Empezando por la actitud de los gobernantes. Si en la pandemia del Covid a los ciudadanos nos dijo el presidente que usáramos un amuleto, un “detente” para protegernos, hoy el Ejército ha abandonado a los sinaloenses y les dice abiertamente que esto va a acabar cuando los grupos criminales quieran, no cuando se impongan la fuerza del estado, el orden y la ley. Es como decir que los robos se acabarán cuando los rateros quieran. No hay gobierno. Si con el Covid el miedo era salir de casa y enfermarse, hoy el miedo es salir y ser baleado o despojado.

Como con el Covid, la evidencia del peligro está a la vista. Ya hay consecuencias económicas. Ya hay afectaciones psicológicas. Y otra vez el presidente minimiza la situación y hace todo por aparentar que nada grave está sucediendo. Trata de suplir la verdad con propaganda, derrumbar los hechos con una incesante narrativa de saliva que dice que todo es invento de los medios.

Ya no lo sigue ni su gobernador, el morenista Rubén Rocha. Al inicio de los enfrentamientos entre “Los Chapitos” y “La Mayiza” hace 11 días, Rocha dijo que no pasaba nada, que todo estaba bajo control. Después aceptó que sí había choque entre dos grupos, pero que estaba focalizado sólo en ciertos sectores. Luego aceptó que la situación era preocupante y ahora en sus declaraciones admite que se necesitan más elementos de refuerzo federal.

Pero en Palacio Nacional, lo que tenemos es a un López Obrador siendo López Obrador. Dice que lo de Sinaloa no es grave. Que son los medios conservadores tratando de dañarlo los que exageran todo. Y en la mañanera dando un espectáculo tan grotesco como cruel, con una especie de ábaco de asesinatos, mostrando las cifras de homicidios por estados y alegando que, en Guanajuato, un estado panista, había más muertos que en Sinaloa, un estado morenista, y nadie decía nada.

Y otra vez, como con el Covid, la ciudadanía rebasó al gobierno y marcó la pauta. Fueron los padres de familia los que solos decidieron no llevar a sus hijos a la escuela cuando el gobierno presionaba para que los mandaran. Fueron los comerciantes los que solos decidieron que no había condiciones para abrir el negocio, aunque las autoridades les dijeron que no pasaba nada. Fueron las familias comunes las que por su cuenta decidieron que era mejor quedarse en casa. Y mientras, los grupos criminales, gozando el “abrazos no balazos”.

Lástima que para la violencia no hay vacuna.

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