Levantan la voz en busca de la equidad

Mujeres del espectáculo mexicano coinciden en terminar con estereotipos y lograr una igualdad de género en la sociedad

Por: Rodolfo Monroy Martínes

Abogadas, doctoras, cantantes, músicas, actrices, periodis­tas, diseñadoras, telefonistas, presidentas, contadoras, pei­nadoras, ayudantes del hogar y una larga lista de profesio­nes y oficios que hacen a una mujer trabajadora y, por con­secuencia, receptora de un salario.

Sin embargo, en la mayo­ría de los rubros, sino es que en todos, no hay igualdades salariales y de oportunida­des en comparación con los hombres.

Lo dicen ellas, y también los números. Robert Downey Jr. fue catalogado como el ac­tor mejor pagado de 2015 con ingresos de 80 millones de dólares, en comparación con Jennifer Lawrence, quien ob­tuvo 52 millones en el mismo periodo. No por nada, hace un mes, la actriz escribió un ar­tículo en el que mostraba su inconformidad.

La razón, en sí, no fue la di­ferencia entre sus ganancias y las del protagonista de Iron Man, sino que tras la filtración de unos correos luego del ha­ckeo a la compañía Sony el año pasado, descubrió que tanto a ella como a su compa­ñera Amy Pascal, les habían pagado menos en compara­ción de actores como Bradley Cooper, en la cinta Escándalo americano.

Según el Institute for Women’s Policy Research, con sede en Washington, las mujeres no ganarán lo mismo que los hombres hasta 2058 y aunque en todas las áreas la diferencia salarial es notable, en el caso de los actores lle­gan a cobrar hasta 85% más que las actrices, según el De­partamento de Estadísticas Laborales en Estados Unidos.

Así como sucede en Ho­llywood, México no es la ex­cepción. Mujeres del medio del espectáculo y la cultura, entrevistadas por Función, coinciden en que no es un problema específico del lla­mado show business, sino de la sociedad en general.

La actriz Cecilia Suárez comparte que, por fortuna, no se ha enterado que un hom­bre gane más que ella por el mismo trabajo, aunque sabe que se da.

No es sólo un problema del espectáculo, sino de la so­ciedad. Es un círculo vicioso en el que la televisión refleja a la sociedad y ésta refleja lo que aprende en la televisión y parece que no se acaba nun­ca. Creo que sería una respon­sabilidad de quienes generan los contenidos el hacer cons­ciente este problema y tener esa perspectiva de género cuando se escribe.

Equilibrio en los persona­jes y las historias que se cuen­tan, los mensajes que se están mandando al espectador que a veces son muy poderosos y que influyen en su conducta”.

Escritora, actriz y directora, Ana Francis Mor, quien forma parte del colectivo cabarete­ro Las Reinas Chulas, expone otro ejemplo. En su convoca­toria, la Compañía Nacional de Teatro dice que debe haber la mitad de actores y la mitad de actrices. Lo respetan, en­fatiza, pero uno de los prin­cipales problemas es que en la dramaturgia hay papeles mucho más interesantes para hombres que para mujeres.

El primer ejemplo que se me ocurre es William Shakes­peare. Si analizas sus obras vas a encontrar 80% de per­sonajes para hombres muy interesantes y 20% para mu­jeres. El único personaje que me viene ahorita a la memoria tremendamente interesante para hacerlo es Lady Macbeth, en cuanto a nivel de compleji­dad y número de escenas que aparece.

Siempre hago una com­paración entre Hamlet y Ofe­lia; ésta tiene tres escenas y la comparación es ínfima res­pecto a él… y así la que quie­ras. Tú dices ‘¡Shakespeare era un machista!’ Pues no, ¡el mundo es machín!, punto”.

Para que deje de serlo, continúa la actriz, hay que “hacer un gran esfuerzo de entrada, de conciencia, de que lo es; que el mundo deje de ser machín significa que básicamente esa masculini­dad pierda sus privilegios y no veo a directores de escena o dramaturgos del país dis­puestos a hacerlo”, sentencia Ana Francis.

EL CLUB DE TOBY
A esa desigualdad en la so­ciedad en general, Mor la ca­taloga como El Club de Toby, haciendo referencia a la his­torieta La pequeña Lulú, en la que uno de sus personajes tiene un club en el que no se aceptan mujeres.

La mexicana Salma Hayek es una de las tantas que han abogado por las desigualda­des salariales que existen en el ámbito actoral, por ejem­plo, en Hollywood.

En declaraciones en mayo pasado a The Sunday Telegraph, Hayek comen­tó que era lamentable que las mujeres ganaran menos que los hombres.

Creen que el único va­lor que añadimos a una cinta es ser mujer-objeto. El úni­co tipo de película en el que las mujeres ganan más dine­ro que los hombres es en el porno. No es gracioso”, cita la publicación.

Según el test de Bech­del, creado en 1985, una cin­ta u obra de teatro cuenta con equilibrio de género si apa­recen dos mujeres que enta­blen una conversación cuyo tema no sea un hombre. La mayoría no lo pasa.

A decir de Cecilia Suá­rez, por lo general los protagonistas en cine casi siempre son hombres, aunque reconoce que ella ha corrido con la fortuna de tener direc­tores que le permitan traba­jar en papeles protagónicos como Lucía Carreras (Nos ve­mos papá), Ernesto Contreras (Párpados azules) o Manolo Caro (Elvira te daría mi vida pero la estoy usando).

Me considero una actriz con mucha suerte porque no es fácil encontrar ese tipo de visiones sobre el mundo fe­menino ni tampoco directores que estén abiertos o dispues­tos a hablar del mundo feme­nino desde ese lugar”, subraya Suárez.

DISCRIMINACIÓN
Uno de los beneficios que la opresión ofrece a los opreso­res, escribe Simone de Beau­voir en su libro El segundo sexo, es que el más humilde de ellos se siente superior.

Un pobre blanco del sur de Estados Unidos tiene el consuelo de decirse que no es un sucio negro. Los blan­cos más afortunados explotan hábilmente este orgullo. De la misma forma, el más medio­cre de los varones se consi­dera frente a las mujeres un semidiós”, cita De Beauvoir.

Cecilia Suárez fue buscada en tres ocasiones para hacer un casting sobre una serie que se grabaría en Colombia. Ella se negaba debido a que en ese tiempo amamantaba a su hijo. Ante la insistencia del director y productor, pidió como con­dición un tiempo determina­do para alimentarlo y viajar al país sudamericano con una nana. Para su departamen­to pidió una lavadora y una secadora.

Pero después de la pri­mera semana (me dijeron que siempre no) y así se me expli­có, que por amamantar se les estaba yendo mucho tiempo y que no habían calculado bien eso. Me ofrecieron una com­pensación con la condición de que yo no mencionara el asunto públicamente, cosa que rechacé.

Es indignante que el ser madre sea considerado una cosa secundaria o el ama­mantar a un hijo sea un asun­to de importancia menor; me parece terrible. A las únicas que se les ve trabajando con hijos es a las mujeres, porque ¿cuándo has visto a un hom­bre trabajando con un hijo al lado? Esto quiere decir que el tener hijos sigue siendo perci­bido como una actividad del sexo femenino.”

Caso contrario es el de la actriz Tiaré Scanda, quien considera su caso como atí­pico, ya que creció con una mamá empoderada.

Mi mamá fue madre sol­tera, abogada, estuvo en mu­chos puestos en los que le tocaba ser jefe de oficina, te­nía muchos empleados hom­bres y digamos que viví en un mundo al revés.

Eso me forjó un carácter en el que es muy difícil en el que alguien me haga sentir menos porque crecí con una sensación de mucho orgu­llo por ser mujer y cuando te plantas así, es difícil que al­guien te niegue ese derecho”, comenta.

La actriz de cintas como El callejón de los milagros re­conoce que nunca ha vivido algún tipo de discriminación laboral por ser mujer, aunque se ha enterado del abismo que existe entre los sueldos de hombres y mujeres.

Más que por su género en un ambiente artístico, la can­tante Cecilia Toussaint vivió la discriminación por ser madre soltera. Cuando su hija María tenía cinco años, juntas bus­caban un departamento, pero fue difícil porque, recuerda, “era madre soltera, encima cantante de rock y no era de fiar”.

Creció en un espacio lle­no de hombres; es la única hija mujer y aprendió, dice, a moverse entre el mundo masculino.

De quien ha recibido otras discriminaciones, reconce, ha sido de otras mujeres, ya que “el éxito de pronto o lo que alguien considera que es exi­toso en uno, puede ser muy agresivo para la gente y en ese sentido mucha gente me ha metido la pata, pero les agra­dezco porque gracias a eso he luchado mucho más y con más certeza de lo que he que­rido ser.”

La menor de la dinastía Toussaint comenzó su carrera en los años 80 en un mundo dominado por hombres. Po­cas eran las mujeres que se adentraban en él, y aunque nunca fue discriminada, sí fue complicado porque exis­tía esa sensación de que se “es menor, que tienes otras capa­cidades y ciertamente sí.”

A mí no me interesa ser hombre. Estoy muy contenta como mujer, que no significa que voy a permitir que se me maltrate por eso, así que tuve que ponerme al tú por tú.”

Más allá de la cuestión de género, la discriminación ha­cia ella ha sido generacional, “ahí sí se sufre todos los días”.

En el mundo actoral es tremendo si tienes más de 45 años, casi tienes que ir pen­sando en retirarte, cuando justamente es el momento en donde mejor estás porque tienes una enorme vivencia y experiencia.

Es muy fuerte ver cómo van discriminando a la gente mayor en este país”, subraya.

La actriz Ana Francis Mor comparte con Excélsior que es víctima de discriminación todos los días. Destacada en el medio teatral, recuerda que para que los técnicos de la primera obra que dirigió le hicieran caso, tuvo que llegar con un escote amplio.

El día que llegué al mon­taje con camiseta normal no me pelaron, al día siguiente llegué con escote y lo hicie­ron. Yo tenía 25 años y lo mis­mo pasó en el terreno de la producción”, dice la también escritora.

La excepción no fue para la productora de televisión Carla Estrada, cuando empezó en el programa XE-TU.

Estamos hablando de hace 37 años, era otra la situa­ción de una mujer en una em­presa tan grande e importante como lo era en ese entonces Televisa y lo que era México, sí sufrí cuando empecé, fue bastante complicado no nada más porque era mujer, sino porque era muy joven. Era poquito difícil porque la gente que llevaba 30 o 40 años tra­bajando tenía que aceptar las instrucciones de una mujer y joven.

Cuando hacía el progra­ma XE-TU me hacían a un lado, una discriminación to­tal, se burlaban; sí fue muy duro esos primeros años de mi labor profesional. Que lle­gara yo a ser coordinadora ge­neral y luego productora sí me hicieron ver mi suerte, pero también me hicieron una es­cuela”, sentencia.

CAMBIO CON EDUCACIÓN
Desde septiembre del año pa­sado, la actriz Emma Watson es Embajadora de Buena Vo­luntad de ONU Mujeres y en­cabeza la campaña HeForShe (Él Por Ella), en la que busca la igualdad de género en todos los aspectos de la sociedad, e invitando a hombres de todas las edades para que sean de­fensores de ello.

En nuestro país, para com­batir el problema, coinciden Scanda y Toussaint, el primer paso es a través de la educa­ción, aunque suene a cliché. Scanda platica con su hija de 12 años y si una escena en te­levisión le parece excesiva, no pierde oportunidad para ha­blarlo con ella.

Una vez en una serie grin­ga había unos hombres en un table (dance) y le expliqué por qué eso está mal. Por qué esos señores van a un lugar en donde las mujeres son objetos decorativos y por qué es triste que ellas se asuman como tal y sigan perpetuando ese trato.

Siento que es otra labor que debemos hacer hombres y mujeres conscientes de no dejar pasar con normalidad esas imágenes con los niños y explicarles que eso no pue­de ser normal. Se ha dicho mucho, pero es difícil poner­lo en práctica, darle a los hi­jos tiempo de calidad, que si trabajas todo el día y los ves poco o los fines de semana, hay que hacer un esfuerzo extra”, explica.

Soy mamá de un varón”, dice Toussaint, “e insisto con mi hijo en que sea respetuo­so con la mujer no porque sea como un nicho, diferente o especial, porque tampoco me parece, simplemente por que es tu igual, tu colateral.”

En agosto pasado, la actriz Meryl Streep puso en marcha un taller de guión cinemato­gráfico para mujeres mayores de 40 años. En varias ocasio­nes, la ganadora del Oscar, quien se ha definido como humanista más que feminista, ha dicho que son pocos los papeles en el cine para mu­jeres mayores de 40 años que sean interesantes y por eso había creado el taller, para cambiar la perspectiva.

Además de los cambios a través de la educación, Ana Francis Mor propone ha­cerlo mediante la narrati­va, por ejemplo, de las obras de teatro.

De hombres que lloran, que tienen miedo o se pre­guntan cosas del amor; o de mujeres que no están enamo­radas y de lo que quieren en la vida y no poner siempre a la mujer al cuidado de la casa con un mandil o si su conflicto existencial es por si son ma­más o no”, recomienda.

Scanda cree que algún día la situación cambiará, y lo de­sea. Educa a su hija para que se apropie de sus derechos y no permita que alguien se los niegue. Mientras, desde hace algunos años escribe formal­mente y toma talleres de guio­nismo y dramaturgia para que cuando esté lista, proponga “cosas que valgan la pena”.

Pienso en mi futuro como actriz, no me quiero esperar a ver qué personajes me ofre­cen los productores. Quiero tener mis proyectos y poder llamar a otras actrices que ad­miro de mi generación y sa­ber que va a haber una fuente de trabajo digna y placentera para nosotras”, enfatiza.

Suárez reconoce que la la­bor de las propias mujeres es una manera de moverse sin depender del otro, aunque le parece importante entender que se trata de un problema colectivo.

Si se cree que los hombres no padecen por esta educa­ción machista que se les ha venido inculcando ances­tralmente, pienso que es un error, ellos también padecen aún la falta de entendimien­to de equidad, y como comu­nidad, lo padecemos todos”, concluye.

EN EL TEATRO
En septiembre del año pasa­do, una decena de los princi­pales teatros de Reino Unido se comprometió a promo­ver la igualdad de género con la inclusión en sus pro­gramas de un mayor nú­mero de obras escritas por mujeres y más y mejores papeles femeninos.

El Young Vic y la Royal Shakespeare Company par­ticiparon durante seis meses en el programa Advance de Tonic Theatre, que analizó la desigualdad entre los sexos en el mundo teatral. Se constató que existe un claro predomi­nio de material escrito por hombres, así como de prota­gonistas de sexo masculino.

En México sucede lo mis­mo. De 12 obras que se ex­hiben actualmente en los espacios del Centro Cultural del Bosque, seis son escritas por hombres, dos por hom­bre y mujer, una por dos mu­jeres y tres por mujeres solas. En cuanto a la dirección, ocho están a cargo de los primeros y cuatro por ellas.

De la oferta teatral de la UNAM, sin contar espectácu­los de danza ni proyecciones, de las ocho en cartelera la dra­maturgia de siete corresponde a hombres y otra compartida. En cuanto a la dirección, seis son de ellos, una compartida y la última compuesta por tres hombres y dos mujeres.

Fuente: Excélsior

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