Milicia y Justicia / ‘El Chapo’ buscó a Kate porque le gustaba

Jesús Aranda

A Joaquín El Chapo Guzmán le gustaba la actriz Kate del Castillo, por eso la buscó, la contactó y se reunió con ella, no porque quisiera que la actriz filmara una película sobre su vida. Los órganos de inteligencia del gobierno federal y funcionarios de la DEA estadunidenses están convencidos de lo anterior, también están seguros que entre Castillo y Guzmán no hay, ni hubo intención alguna de hacer negocios de manera conjunta.

Fuentes de inteligencia confirmaron lo anterior y rechazaron que el encuentro de Guzmán con Kate del Castillo y el actor estadunidense Sean Penn, en octubre pasado, hubiera sido fundamental para ubicar al capo, quien días después huyó de un operativo de fuerzas especiales en la comunidad de La Piedrosa, en la sierra ubicada en pleno “Triángulo Dorado” de la droga, en el que confluyen los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua.

“El Chapo ya estaba ubicado y cuando la Armada de México realizó el operativo para capturarlo, el seis de octubre del año pasado, fue porque se consideró que era el momento más adecuado para ello. Ya lo teníamos en la mira desde antes de estableciera comunicación con la actriz”, sostuvieron los informantes.

Las investigaciones que lleva a cabo la Procuraduría General de la República (PGR) en torno a la supuesta relación de la actriz con el capo -quien fue detenido por elementos de elite de la Armada de México en los Mochis, Sinaloa, -el ocho de enero pasado-, no va a llevar a ninguna parte, porque el interés de Guzmán era “afectivo” y nada más, sostuvieron los entrevistados.

Camisa de fuerza a la Constitución de la CDMX

Que no se hagan bolas, que no se generen falsas expectativas, la Constitución de la Ciudad de México tendrá una «camisa de fuerza», respecto a cuáles son los derechos y obligaciones de ciudadanos y autoridades: La Constitución General de la República.

Cualquier artículo del nuevo ordenamiento capitalino que contravenga al general, podrá ser impugnado ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), con muchas posibilidades de que el pleno lo invalide.

La vía sería, la acción de inconstitucionalidad: los posibles actores, la Procuraduría General de la República (PGR), el Presidente de la República y las minorías parlamentarias del congreso constituyente.

La Suprema Corte en los últimos años ha declarado la inconstitucionalidad de diversos artículos, de diversas constitucionales locales con el argumento de que todo lo que sea contrario a la Carta Magna, o al menos así lo intérprete la mayoría del pleno, debe invalidarse.

Habrá muchos deseos de las fuerzas progresistas de impulsar criterios novedosos, también los panistas tratarán de echar abajo conquistas alcanzadas en favor de la igualdad de la mujer y prestaciones sociales en beneficio de los grupos sociales más vulnerables.

Un ejemplo de un tema que seguramente estará en la mesa de discusiones: el aborto en la Ciudad de México.

En caso de que alguien proponga que se establezca en la Constitución capitalina el derecho de la mujer a abortar, la iniciativa sería inconstitucional y por tanto, derogada. Porque lo que en su momento aprobó la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y lo que, posteriormente, avaló la Corte fue la despenalización del aborto hasta las 12 semanas de gestación.

En aquélla ocasión, los ministros determinaron que las entidades del país tienen “libre configuración” en lo que respecta a la penalización de los delitos y por eso, la mayoría votó por la constitucionalidad de la citada norma, no reconoció en ningún momento el derecho de la mujer a abortar.

Sin embargo, el marco legal está delimitado. Ni más, ni menos.

Desfachatez de Obama

Después de las lecciones de diplomacia y de cómo deben actuar las fuerzas armadas en un conflicto en un tercer país que recibió en las últimas semanas el presidente estadunidense Barak Obama, como lo hizo el presidente Ruso, Vladimir Putin en el caso de Siria, en donde hizo una demostración del poderío militar de su país y que replegó su presencia en Siria cuando así lo consideró necesario para avanzar hacia una país efectivo en esa nación.

El mandatario estadunidense necesitaba recuperar la imagen del hombre fuerte del mundo.

De alguna manera lo logró en su gira por Cuba y Argentina. En Cuba, Obama puso énfasis en los derechos humanos –según la visión de la democracia estadunidense-, pero se olvidó de abordar a fondo el tema del bloqueo económico y la ocupación ilegal de la base de Guantánamo, ni más ni menos.

En Argentina, una vez que dejó el poder el peronismo representado por Cristina Fernández de Kirchner, país que puso un ejemplo de dignidad al negarse a pagar los llamados “fondos buitre” a costa de una mayor pobreza en su país, la ultraderecha llegó con toda su fuerza de mano del presidente Mauricio Macri.

Obama no podía dejar pasar esa oportunidad, después de muchos años, se abrió la puerta para que Estados Unidos tuviera un aliado en el sur del continente americano en donde han prevalecido los gobiernos mayoritariamente contrarios a los designios de Washington.

Sin el menor pudor, el mandatario de Estados Unidos rindió homenaje en Buenos Aires a las víctimas de la última dictadura de Argentina, y reconoció que Washington “fue lento” en alzar la voz en defensa de los derechos humanos en el país sudamericano.

Obama pronunció un «nunca más» a una dictadura en Argentina, tras convertirse en el primer jefe de Estado de su país en visitar el Parque Memorial de las víctimas del régimen entre 1976 y 1983.

Sin embargo, Washington no “fue lento” en alzar la voz, la Casa Blanca jugó un papel fundamental en formar y sostener los gobiernos dictatoriales en Argentina, en Chile y en otras naciones sudamericanas.

Bien haría Obama en reconocer la participación que tuvo su país en actos ilegales, en el derrocamiento de gobiernos democráticamente elegidos y en la representación de los movimientos sociales que se opusieron a los designios de Washington.

Si el estadunidense fue tan puntilloso en Cuba exigiendo mayores libertades, tendría que ser honesto y reconocer abiertamente la histórica intromisión de su país en la vida interna de las naciones latinoamericanas.

Información de La Jornada

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