Madre nuestra

“Madre nuestra que eres la Tierra, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad así en los mares como en el cielo… Danos hoy nuestro pan de cada día. Ya no perdones nuestras ofensas así como nosotros tampoco perdonaremos a los que te ofenden…”, así deberíamos rezarle todos a nuestro ¿amado? planeta. (En teoría uno no destruye lo que ama). Tal vez así comenzaríamos a entender qué es lo que le sucede y empecemos a asumir que de todo eso somos responsables.

Porque las tres más graves causas del cambio climático son la sobrepoblación, la soberbia aniquiladora por nuestro consumismo. ¿Quién quemaría, así nomás, su propia casa? ¿Quién podría vivir en ella en medio de escombros? ¿Quién podría dormir en una casa sin techo, con las paredes a punto de caerse, las ventanas rotas y el piso invadido de basura? Porque eso es justo lo que hemos hecho a la Tierra través de los años. En tan sólo 30 años hemos destruido 30% de la superficie verde de nuestro ¿amado? planeta. Entre 1970 y 2010 pasamos de tres mil 100 millones de seres humanos a siete mil. En los últimos 50 años se han extinguido 17 especies animales: la tortuga de Las Islas Galápagos, el oso grizzli mexicano, la tijerilla de Santa Elena, el león marino japonés, el gorrión de costa oscura, el sapo dorado, el tigre de Java, el rinoceronte negro. Sólo por mencionar a algunos de aquellos seres que sólo podremos volver a ver en estampillas (o peor, adornando disecados la pared de algún estúpido coleccionista). Algunos de ellos por la caza, sí, pero la mayoría porque nosotros, los humanos, hemos destruido sus hábitats. Apenas la semana pasada, por ejemplo, en Sudáfrica se volvió legal la venta de cuernos de rinoceronte. La caza de este animal llegó a tal nivel que las autoridades optaron por legalizar su práctica para provocar una disminución de la oferta en el mercado negro y para que así sean menos los ejemplares de esta especie las que se pierdan cada año. Actualmente, son cerca de 4 mil 500 las que están en peligro de desaparecer y cerca de dos mil las que están por entrar en esa categoría, hoy están en estado crítico. Todos los días se pierden 110 especies de insectos debido a la deforestación.

Hay quien piensa que los efectos del cambio climático están a años luz de afectar su entorno más inmediato. Ellos tal vez no sabrán que el aumento en la temperatura en tierras chiapanecas ha provocado que el cultivo del café se vuelva más complicado:

la humedad y el calor, además de la tala de árboles, provocan que se dispare la presencia de la roya, un hongo que debilita la planta del café y lo hace caer antes de madurar. Chiapas está en riesgo de bajar su producción de café, que hoy ocupa 233 mil hectáreas que generan 35% de la producción nacional, y eso por un incremento que consideramos mínimo en la temperatura.

Los que piensan que el cambio climático no es su responsabilidad, ¿qué creen que ha generado la cría masiva de ganado que después se transformará en la hamburguesa que se comen? ¿Con qué agua creen que se riegan los pastizales donde las vacas comen? ¿Cuántos recursos creen que se utilizan para dar por resultado una BigMac? En países como EU, el agua es utilizada en 55% para efectos agrícolas y ganaderos y apenas 5% para consumo humano. Para la hamburguesa de una Cajita Feliz se habrán utilizado cerca de 660 galones de agua.

Si como ciudadanos no entendemos cuáles de las actividades que realizamos a diario tienen efectos irreversibles en el ambiente, ¿cómo esperamos que los países hagan frente al cambio climático si no le damos la importancia que tiene quienes vivimos en el planeta que nos encargamos de explotar todos los días? Es nuestra casa. La única que tenemos. “Madre nuestra que eres la Tierra… No nos dejes caer en la autodestrucción y líbranos de nosotros mismos, que somos el mal… Amén”.

Con información de elmanana.com.mx

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