Abren los brazos a niños autistas; especialistas piden confirmar diagnóstico

Ximena Mejía

Andrea, a sus ocho años, no deja de cubrirse los oídos con las manos, le cuesta trabajo mantener contacto visual y pasa la mayor parte del tiempo meciéndose.

La pequeña fue diagnosticada con autismo a los tres años, y antes de recibir terapia le era imposible convivir con otras personas que no fuera su mamá, su papá y sus hermanos.

En el marco del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que hoy se celebra, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada 160 bebés que nacen en el mundo tiene autismo. En México, este trastorno neurológico tiene prevalencia en un recién nacido por cada 115 nacimientos, indica la Clínica Mexicana de Autismo.

Antes de saber que Andrea tenía autismo fue señalada como “una niña mimada” en el Hospital General, recordó su mamá Jennifer García Aguilar, quien aseguró que la paidosiquiatra le dio como única opción que la niña fuera medicada.

“Fui al Hospital General y me dijeron que mi hija era voluble y consentida. Le hicieron electroencefalogramas y una tomografía sin que supieran su condición. La doctora paidosiquiatra me dijo que era voluntariosa y si quería le daban medicamento”, dijo.

La directora de la organización civil Caritas de Amistad, A.C., Elia Ángeles Pini, declaró que los padres atraviesan por diferentes diagnósticos antes de conocer la verdad. Por ello, aunque existen esfuerzos institucionales, es frecuente que los menores lleguen a organizaciones sociales con otras valoraciones, además de estar medicados con antidepresivos, anticonvulsivos y ansiolíticos, en lugar de llevar una terapia conductual.

“Hemos visto casos de niños de dos a tres años con tratamientos de fármacos, en lugar de una terapia que los ayude a desarrollarse”, lamentó.

Elia Ángeles Pini alertó que los primeros síntomas para identificar si un menor tiene condición autista se pueden observar a partir del primer año de vida del menor, cuando los padres observan que su hijo no los mira o no responde cuando se le llama por su nombre, no permite que sean cargados además de tener carencia en el lenguaje.

La terapeuta Frida Garza Ángeles, de Caritas de Amistad, aconseja que se haga un primer diagnóstico en niños de 3 años, y a los 6 años se vuelva hacer una prueba para confirmar si tienen autismo, con base en pruebas sicométricas que pueden prolongarse hasta por diez sesiones.

El autismo se puede definir en niveles que van del 1 al 3, donde en el primer nivel se consideran funcionales, con la capacidad de desarrollar aptitudes de comunicación, mientras que en el tercer nivel se considera profundo y con mayores limitaciones.

Otra de las características en niños diagnosticados con autismo es la hipersensibilidad olfativa, táctil y de audición.

Leonardo esboza una sonrisa tímida ante los extraños. A diferencia de sus compañeros, permite recibir una breve caricia. A Leonardo, de cinco años, el autismo le limitó sus capacidades motrices y de lenguaje, explicó su mamá Diana Mónica Piceno Gutiérrez.

“Él es muy noble y le gusta mucho que lo abracen, porque hay algunos tipos de autismo que no toleran que los abracen mucho; él sí te devuelve la mirada”, describió.

El niño padece hipersensibilidad auditiva, la cual provoca que le afecten sonidos como el de una licuadora, cuando muchas personas hablan a la vez y los secadores de manos.

Diana Mónica enfrenta el autismo de su hijo sola, pues el papá del menor, al saber que su hijo no se desarrollaría normalmente, decidió abandonarlos.

“En lo único que piensa es que no te pase nada nunca, que quieres ser eterna para tu hijo, porque mi hijo es totalmente dependiente de mí”, confesó.

Publicado en Excelsior

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