El debate no aportó nada ¡pidan disculpas candidatos!

Ana Laura Arellanes

Duele reconocerlo. El Debate de Ideas y Propuestas 2018 que organizó periódico EL DEBATE no fue aprovechado por tres de los cuatro aspirantes al Senado de la República pues lo convirtieron en “una cena de negros” por la mañana, en una competencia de lodo, no de propuestas, en el que privó la destrucción de honras no la declaración manifiesta de construir una agenda legislativa de alto calado.

Al debate no ocurrió Héctor Melesio Cuén Ojeda, candidato del PAN-PRD-MC. Tengo entendido que el atendía otra agenda y otros debates: el del contacto directo con la sociedad. Ausente Cuén fue el gran ganador porque no cayó en el juego o la trampa, no se metió en esa guerra verbal o estéril, no participó en los dimes y diretes que únicamente sirvieron para alimentar el morbo del electorado.

El debate no aportó nada. Se transformó en un ejercicio de insultos, en el que prevaleció la idea de hacer daño, no de proponer, no de debatir. La conclusión es que quienes participaron en el debate le deben una disculpa a la sociedad sinaloense, sobre todo al electorado.

El encuentro de los aspirantes al Senado de la República, Mario Zamora Gastélum del PRI-PVEM-Panal; Rubén Rocha Moya de Morena-PES-PT y del independiente Manuel Clouthier Carrillo nos obliga a hacer varias reflexiones ¿A que quieren ir al Senado de la República estos tres personajes? ¿A chismorrear? ¿A sacarle la vuelta a los grandes problemas nacionales y los de Sinaloa? No se observó por ningún lado que quieran aportar reformas legislativas que enriquezcan el espectro democrático del país y la vida económica y social de los mexicanos.

Por lo que no aportaron en el debate, por el espectáculo tan denigrante que ofrecieron, yo diría que van por lo suyo nada más, no a representar a los sinaloenses. Eso se reflejó en el debate. Reveló sus identidades e intencionalidades. De Zamora su pertenencia a Peña Nieto-José Antonio Meade; de Rubén Rocha su identificación con el grupo del PRI que gobierna Sinaloa y de Manuel Clouthier su propensión a la descalificación. Ya fue dos veces diputado federal y lo único “trascendente” en su ejercicio parlamentario fueron sus gritos y desplantes.

Lo criticable también es el ejercicio de la calificación o descalificación del debate. No señores: Ninguno de los tres ganó. No aportaron nada. Duele también reconocerlo: también los análisis sobre el debate reflejan las intenciones de destruir honras, más la del candidato ausente Héctor Melesio Cuén Ojeda. Lo escrito y difundido en torno a él, sobre todo en Noroeste, revela la molestia, la ira de su director Manuel Clouthier Carillo, deseoso de enganchar a Cuén en una “guerra verbal”, interesado en seguir descargando sobre él difamaciones y calumnias.

La columna o el artículo más centrado es el que elaboró Rigoberto Ocampo y que difundió EL DEBATE con el título “De descalificar y diferenciar”. Escribió:

El elemento central en los debates entre candidatos presidenciales del domingo pasado, y, el organizado ayer por EL DEBATE entre los candidatos en primer lugar de la fórmula de senadores de Sinaloa fue la descalificación personal. Ha sido la descalificación de sus personas, familiares en primera línea (padres e hijos) y políticos (sus esposas o esposos de hijas), patrimonio, estado de salud física y mental, edad. Este elemento de descalificación del otro es lo que más ha llamado la atención en las notas de los medios de comunicación. En las redes sociales, ni se diga. Ahí, más allá de la legión de idiotas que retrató Eco, es como una gritería en un desfile de carnaval o una mañana de mercado. No es un elemento exclusivo de un candidato o partido. Es una descalificación generalizada.

Descalificar es “desacreditar, desautorizar o incapacitar a alguien o algo” (RAE). La descalificación, pues, busca desacreditar: “Disminuir o quitar la reputación de alguien, o el valor y la estimación de algo” (RAE). De esa manera quién descalifica quiere que otro deje de lado la estima o el valor que puede tener por otro. En este caso, la descalificación en el debate lo que busca es: “Eliminar a alguien de una competición como sanción por faltar a las normas establecidas” (RAE). Así en los debates los candidatos se ocuparon de exhibir y destacar descalificaciones que desacrediten a los otros candidatos, con un objetivo: eliminarlos de la competencia por el voto de los ciudadanos….

Cierto. Se publicaron hoy otros “análisis” que no lo son, que no son análisis correctamente evaluados menos aun correctamente certeros. Por ahí alguien escribió, con más filias y bofias, que “con su ausencia, Cuén pierde de nuevo el debate de candidatos” y califica de “trío de campeones” a quienes participaron.

¿Realmente ganaron algo los participantes en el debate? ¿Contribuir al mitote, al cruce de insultos y descalificaciones le aporta algo a la vida democrática de Sinaloa? ¿En qué nivel se califica un debate en que Clouthier llama a Zamora “Peñanietito 2.0”, un “juniorcito fanfarrón, un chamaquito con carita guapa y copetito” y Mario le revira: “Qué lástima, Manuel, que tú no te puedas peinar el copete”?

En la mesa de análisis de El DEBATE se coincidió – así tenía que ser que para eso se organizó el debate ¿o no?- que “el gran perdedor es Héctor Melesio Cuén Ojeda, porque no asistió y perdió la oportunidad de presentarle a los sinaloenses sus propuestas”. ¿Propuestas? La dinámica del insulto en que cayó el debate no creo que hubiera permitido a Cuén Ojeda plantear sus propuestas; y si hubiera acudido y lo hubiera hecho, la capacidad de análisis de quienes tienen la obligación de orientar a la opinión pública, ha dado ya sobradas muestras de que se privilegia en los comentarios la descalificación y se “evalúan” los debates tomando como referencia el número de infamias, provocaciones o denuestos

Cuén Ojeda ganó el debate sin acudir. El lodo y la cadena de descalificaciones no lo alcanzaron. No lo salpicaron.

El peor “análisis”, que no lo es, que más bien es un ataque frontal, una agresión periodística por consigna ordenada por Manuel Clouthier, candidato independiente y dueño de Noroeste, lo escribió Alejandro Sicairos.

En su columna Noroeste ofrece la lectura de los miedos de Clouthier al avance y posicionamiento electoral de Cuén Ojeda y aunque nunca atina una considera que por “ese atril vacío durante el debate que se realizó ayer en Guamúchil podría simbolizar la conclusión de la candidatura de Héctor Melesio Cuén Ojeda”, percepción retorcida de alquien que por obedecer consignas de sus patrones desecha toda norma o ética periodística al emitir sus puntos de vista

Según Alejandro Sicairos “para los electores que pretenden medir la aptitud de los candidatos a los puestos de elección popular que se deciden el primer domingo de julio, la inasistencia (de Cuén) los remite a la invisibilidad de la propuesta y la disipación de quien la formula”.

¿En el debate se dieron las condiciones para medir aptitudes y discutir propuestas? No. Fue una “cena de negros” por la mañana. Una guerra de lodo. Barbarie electoral pura que disipa cualquier propuesta y daña la imagen de los contendientes en el debate, porque, por ahí dijo alguien, se mostraron tal cual son, de carne y hueso. Más bien diría yo, descarnó sus desmedidos apetitos políticos.

Inverosímil. Paradójico. Héctor Melesio Cuén Ojeda ganó el debate ¡sin asistir! Los tres candidatos que acudieron le deben una disculpa a la sociedad sinaloense, sobre todo al electorado.

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