Hace 25 años

Juan Manuel Partida Valdez

Recuerdos por allá de septiembre de 1993, y poco después.
Reuniones en serie en lo que fue el restaurante Magic House, por el malecón “viejo”, con el entonces rector de la UAS, Rubén Rocha Moya, y algunos de sus principales colaboradores.
Los anuncios, primero con generalidades y luego con detalles, del inicio de la construcción de la “nueva” universidad.
El compromiso reiterado de poner fin a vicios de muchos años que se traducían principalmente en “aviadores” y manejos financieros irregulares; el propio rector Rocha Moya actuó como protagonista en las conferencias de prensa y eventos que con ese propósito se realizaron.
Rocha había sido antes dirigente del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y con el subrayado de ese antecedente nos advertía de su conocimiento pleno de esos tan conocidos “usos y costumbres” que nos decía muy pronto serían solamente parte de la historia.
Quien esto escribe trabajaba entonces como Jefe de Información de El Sol de Sinaloa y cubría como fuente informativa a la rosalina institución; el conjunto de reporteros pasamos en esas fechas del asombro por la decisión tomada por Rocha, al beneplácito unánime.
El rector se mostraba muy decidido, y hasta lo presumía frente a los periodistas; las notas informativas de entonces hablaban cada vez con mayores detalles de la “nueva” universidad.
Pero como Condorito… plop.
Ahí mismo, en el Magic House, nos tocó ver varias reuniones entre el rector Rocha y su amigo el dirigente del SUNTUAS, Aarón Quintero.
De los eventos y las conferencias sobre el combate frontal a los vicios en la institución, ya no hubo; el tema fue pasando poco a poco al olvido, primero con evasivas de que estaban trabajando en una reforma a la ley orgánica de la UAS, y luego con el silencio total y hasta la molestia frente a las dudas y cuestionamientos de los reporteros.
Tanto nos presumió Rocha Moya de que acabaría con montones de ilegalidades e irregularidades, que se jactó conocía con todo detalle, para terminar haciéndose el occiso.
Esa responsabilidad ineludible que a cada rato cacareaba, tirada finalmente al cesto de la basura.
Por cobardía, por complicidad o por comodidad, para el caso fue lo mismo.
Los periodistas terminamos cansándonos de insistir; en el camino, ante las primeras evasivas, fueron inevitables los pronósticos de que “Rocha ya se rajó”, en el entendido de que no era una tarea fácil.
El por qué nos remontamos a lo sucedido 25 años atrás tiene que ver con la actitud miserable que el hoy senador electo Rocha Moya muestra frente a esa institución universitaria en la que fue dirigente sindical y rector, hoy con una muy jugosa jubilación mensual de por vida.
Actúa como un rufián en su exigencia de que se investigue sobre el rechazo de estudiantes en la UAS, como si no supiera que no se tienen maestros, aulas ni dineros suficientes para atenderlos a todos.
Hace muchos años que la rosalina casa de estudios rechaza estudiantes, y lo mismo hacen muchas universidades más, como la UAdeO en Sinaloa; destaca la UNAM a nivel nacional, que en este año acaba de rechazar a 212 mil 452 alumnos.
No hay pues ninguna preocupación genuina de Rubén Rocha, y sí una desvergüenza descomunal.
Dirán algunos con razón que no hizo nada como rector para enfrentar vicios peores y más graves, pero les corregiré que sí: se hizo pendejo.

Ahí está la historia, que no miente.

Publicado en Altoparlante

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