La ONU se pronuncia contra «terapias de conversión»

Jessica Xantomila

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) se pronunció en contra de cualquier esfuerzo para corregir la orientación sexual y la identidad de género (ECOSIG, por sus siglas en inglés), “también mal llamadas ‘terapias de conversión’”.

Señaló que los ECOSIG carecen de fundamentación teórica, conceptos sólidos y modelos de tratamientos libres de violencia.

La UNODC expuso que para eliminar todo trato «injusto e inhumano» en contra de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (Lgbti) “es necesario el involucramiento de distintos niveles de gobierno y sociedad en general”.

Recomendó a las secretarías de salud e institutos de seguridad social “en sus protocolos y normas, mencionar explícitamente que los ECOSIG no son prácticas éticas y que tienen consecuencias peligrosas en las personas que se someten a ellos”, así como continuar las políticas para expandir los servicios de salud a la población Lgbti.

A las secretarías de educación pública incluir la educación sexual y de diversidad sexual en la escolaridad básica para evitar más discriminación; incluir este tema y la identidad de género como posibles causantes del bullying escolar, con la finalidad de proteger a las infancias Lgbti. También, difundir información entre los docentes para cuidar la salud mental de las y los alumnos.

De igual manera, recomendó a los congresos estales y federales votar a favor de las reformas de Ley que prohíban los ECOSIG “con la finalidad de proteger a las niñas, niños y adolescentes.

Tales recomendaciones fueron plasmadas en la guía “Nada que curar” que presentó la UNODC esta tarde en el Museo Memoria y Tolerancia. El objetivo de este documento es ofrecer recursos informativos, académicos y jurídicos “para que las y los profesionales de la salud mental impartan una práctica médica apegada a los principios médicos generalmente aceptados, cumpliendo al mismo tiempo con los preceptos de los derechos humanos”.

En el documento se expone que la mayor parte de las personas que llegan a un ECOSIG “lo hacen por obligación o persuación de familiares o personas cercanas, y no motivados por un deseo de cambio o incomodidad en su condición”.

Se señala que las consecuencias de acudir a estas prácticas van desde la baja autoestima y el rechazo propio, hasta el suicidio. “Estas consecuencias son muy graves y permanentes, por lo que recomendar, ofrecer” o ejercerlas “constituye un delito contra la salud”.

La guía se realizó con el apoyo del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la organización Yaaj México.

Publicado en La Jornada

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