El libro que argumenta (con hechos) que el mundo diseñado por hombres mata a las mujeres

Carmen Serna

Muchos se preguntan por qué hay una cola tremenda en el baño de chicas. O por qué las marquesinas se consideran elementos arquitectónicos amenazantes para las mujeres. O por qué los sacaleches no se ajustan perfectamente al pecho. La respuesta la ha dado con datos Caroline Criado Pérez en su libro La mujer invisible: «El masculino genérico, usar términos masculinos de forma neutra desde la perspectiva de género, no se lee de forma genérica». Es decir, no incluye a las mujeres, advierte desde el inicio.

En la obra premiada por el Financial Times como el mejor libro de negocios del año advierte de lo que llama «brecha de datos de género»: falta de estadísticas femeninas que ha provocado que los avances tecnológicos y las grandes decisiones políticas o urbanísticas se tomen excluyendo a la mitad de la población y provoquen su sufrimiento tanto en cuestiones cotidianas como en los grandes avances de la ciencia.

Cola en el baño de chicas

Criado Pérez toma una imagen anecdótica para demostrar cómo las ciudades se han desarrollado de espaldas a las mujeres. Las largas colas que siempre hay en el baño de señoras en cines, teatros o bares llaman la atención de cualquiera que pasa por ahí pero nadie las soluciona. Al margen de que una chica tarda «hasta 2,3 veces más tiempo que los hombres en usar uno [el aseo]», el libro advierte de que son las mujeres las que suelen entrar con niños a los baños o con personas mayores o discapacitadas puesto que son las que asumen, de forma mayoritaria, las tareas de cuidado. Pueden necesitar cambiarse de compresa o tampón e incluso acuden mucho más cuando están embarazadas.

La pregunta es, entonces, por qué no se dedica más espacio al baño de chicas que al de chicos. Porque «no se les pregunta a las mujeres», concluye.

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