Madres trabajadoras y coronavirus, ¿qué pueden hacer para faltar a su empleo?

Blanca Juárez

Más de 32.5 millones de niñas, niños y adolescentes en sus casas para protegerse del contagio del coronavirus. “No sé cómo le voy a hacer con mi hija. Debo ir a trabajar y no puedo llevarla y tampoco tengo quién la cuide”, dice preocupada Georgina Ramírez.

Hace mucho que la niña ya no puede estar en una guardería, tiene 9 años. Su cuidado, entonces, se reparte entre tres mujeres: su madre, su abuela y una mujer que la atiende dos días a la semana.

Este 20 de marzo será su último día en la escuela y regresará, probablemente, hasta el 20 de abril. Hace una semana la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció la suspensión de clases como medida preventiva ante el Covid-19.

“Es el tema de siempre: el trabajo de cuidados recae principalmente en las mujeres”, comenta en entrevista Marta Cebollada Gay, coordinadora Académica del Departamento de Ciencia Política del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

Sin embargo, ahora hay una situación especial por la contingencia sanitaria. “Normalmente la doble jornada de las mujeres, o sea, su empleo remunerado y luego el trabajo en casa, incluye la escuela”. En esa circunstancia “normal” ellas pueden trabajar o teletrabajar, pero sin los niños en casa, agrega.

La mayor parte de las labores domésticas y de cuidados las realizan las mujeres. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) del total del tiempo que lleva hacerlas, las mujeres aportan el 76.4 por ciento.

Georgina Ramírez es chef en un restaurante. “Tengo diferentes horarios, por eso a veces veo a mi hija yo o mi mamá. Otras, se la encargo a la señora que hace la limpieza dos veces a la semana”, comenta.

En los últimos días la clientela ha bajado, “y a lo mejor se pondrá peor. No quiero quedarme sin trabajo, también tengo que cuidarlo. No puedo darme el lujo de pedir permiso para faltar porque me podrían despedir”.

Hace tres años que se separó del padre de su hija. Él ahora vive en Morelos y visita a la pequeña cada dos fines de semana, “entonces, está descartado para que la cuide, porque además él también tiene que irse a trabajar”.

Opciones para faltar al trabajo

Las madres trabajadoras tienen dos opciones legales para no acudir a su centro de trabajo, dice el abogado laboral Carlos Albertos Rosas, de la Universidad de La Salle. Sin embargo, una de ellas implica recibir, probablemente, un menor salario del que ganan.

En el 2012, tres años después de la contingencia sanitaria por la influenza AH1NI, el Congreso reformó la Ley Federal del Trabajo (LFT) para regular el ámbito laboral en caso de otra epidemia.

Se incluyó entonces el artículo 42 Bis, que “habla sobre la suspensión de trabajos por una contingencia sanitaria”. Y se agregó al artículo 429 la fracción IV, que obliga a la parte patronal, a modo de indemnización, a pagar un a diario un salario mínimo, pero sólo por 30 días.

La otra opción es argumentar una causa de fuerza mayor. “Esto se refiere a todas las situaciones ajenas a la voluntad de los seres humanos que les impide realizar sus actividades”, explica.

El inciso b de la fracción I del artículo 4 de la LFT señala que los derechos laborales estarán protegidos en caso de que una persona “haya estado separada de sus labores por causa de enfermedad o de fuerza mayor”. El no tener quién cuide a sus hijos lo es.

La economía de cuidados no se cae

Cerca de 15.8 millones trabajadoras son madres. Ellas representan 73% de la población femenina económicamente activa en el país, también de acuerdo con el Inegi. Y el 28.5% de los hogares en México tiene a una mujer como jefa de familia. Es decir, 9 millones, apunta Artemisa Montes, académica de la Universidad La Salle.

“El impacto que tendrán las madres trabajadoras por esta crisis” se notará en muchos sentidos, advierte la doctora en economía. En el ámbito laboral, pero también en un estrés mayor por los cuidados que muchas asumen.

“En algunos países las mujeres han tenido que dejar sus trabajos porque no tiene quién cuide a sus hijos. Empezaron pidiendo permiso. Pero, eventualmente cuando avanzó la cuarentena, tuvieron que dejar de trabajar”, agrega.

Encargarles al cuidado de los abuelos esta vez no es opción, pues las personas de la tercera edad son una de principales poblaciones vulnerables ante el contagio del Covid-19.

Las guarderías seguirán operando, pero eso no beneficia a todas las mamás, pues sólo los reciben hasta los 4 años de edad. Lo que esta contingencia vuelve a demostrar, coinciden Artemisa Montes y Marta Cebollada, es que la economía de los cuidados es sostenida por las mujeres.

El valor económico del trabajo no remunerado de los hogares en México es de 5.5 billones de pesos, según el Inegi.

Teletrabajo, una solución

Toda esta situación también pone de manifiesto la necesidad de crear políticas públicas, y en el sector privado, “que compatibilicen la vida laboral y profesional de todos los miembros de una familia”, comenta Marta Cebollada.

Es un buen momento para implementar el teletrabajo, agrega. Gobiernos como el de la Ciudad de México o el de Jalisco han permitido que las madres o padres trabajadores puedan laborar a distancia. Con excepción de áreas como las de protección civil.

Es importante que las empresas también lo implementen, dice. Sin embargo, laborar desde casa, más tener a los niños en el mismo espacio y además encargarse de las tareas de limpieza es demasiado, apunta. “Necesitamos un cambio cultural para repartir las tareas del hogar”.

Y el gobierno tendría que alentar eso, considera. Serán necesarias las ayudas fiscales y económicas, principalmente para las y los trabadores de cuenta propia. “Pero también tiene que hacer una campaña de reparto de tareas doméstica, que se entienda que no son de las mujeres o de las niñas”, concluye.

Publicado en El Economista

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