La experiencia de Covid-19 nos obliga a pensar en los cuidados paliativos y muerte digna

Nelly Toche Y J. Francisco De Anda

“Quienes nos ocupamos de temas como el final de la vida tenemos un interés por que se promueva la muerte digna, sobre todo previendo escenarios de escasez y tratando de fundamentar éticamente el tema”, expone la doctora Asunción Álvarez del Río, profesora e investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM y miembro del Consejo de Bioética.

En una situación normal, cuando llega un paciente, se revisa y se decide bajo el principio de beneficencia y con autonomía, incluyendo a médicos, paciente y familiares, pero al vivir una pandemia, la atención individual no es posible, pues llegan al mismo tiempo pacientes pidiendo tratamientos. “En este caso, la visión se vuelve comunitaria”, explica la especialista, aunque los principios señalados en un inicio no desaparecen, se privilegia el principio de justicia social, es decir, aprovechar los recursos para que se puedan salvar el mayor número de vidas posibles.

Esto no quiere decir que quienes no puedan recibir cierto tratamiento (por un muy bajo pronóstico de respuesta), no van a recibir atención, al asumir que están al final de la vida, por su gravedad, la atención que se les da es paliativa, para lograr una muerte digna, es decir, en las mejores condiciones posibles y aliviando el sufrimiento, por ejemplo en los casos de Covid-19 un efecto muy angustiante es la disnea, una sensación de ahogo, esto hay que evitarlo.

Algo que agregó para esta emergencia  la Guía Bioética para Asignación de Recursos Limitados de Medicina Crítica en Situación de Emergencia, instrumento orientador del Consejo de Salubridad General, es aprovechar los medios tecnológicos y lograr despedidas con los familiares. “Con esta pandemia nos hemos dado cuenta de la importancia de la despedida, que el paciente pueda escuchar palabras de un familiar cercano y si es posible, el paciente también pueda comunicar algo”.

Hoy hemos visto que se está haciendo en algunos casos, con los que se puede, pero en muchos otros, el personal no se da abasto.

La especialista reconoció que, aunque todo esto está en la Guía, tener la certeza de que se está llevando a cabo es difícil, “sospecho que en algunos lados sí pasa, en otros no, la pandemia nos agarró con un sistema de salud disparejo, que no tiene la misma preparación ni el mismo personal y equipo en todas partes. Esta Guía está pensada para dar lineamientos, pero cada institución lo aterriza”.

Lo que tenemos qué hacer saliendo de esta situación, dijo, es retomar el tema y ver cómo vamos a arreglar esta situación de inequidad, que en todas partes haya buen acceso y recursos para cubrir las necesidades, señala.

Agregó que lo que los ciudadanos sí pueden hacer, es dejar en claro su voluntad anticipada, de manera verbal y también a través de un documento que establezca lo que se rechaza y lo que se quiere; “esto es un ejercicio de razonamiento, para darnos cuenta que no tenemos garantizada la vida, lo primero es asumir que es necesario e importante, que es una responsabilidad y que ayudará mucho a quienes tomen decisiones por nosotros, pero también es una tranquilidad de saber que no nos van a hacer cosas que no queremos”.

Hoy existen formatos de voluntad anticipada en los que uno puede basarse, en algunos lugares debe firmarse ante notario (como garantía de que se va a respetar), pero lo más importante es que nuestra gente cercana lo conozca, pues de acuerdo con la Ley General de Salud existen las directrices anticipadas, que no requieren estar certificadas.

La guía bioética no prioriza cuidados paliativos

Por otra parte, el médico paliativista Uria Guevara López, doctor en Bioética por la UNAM y académico de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, señaló que la guía bioética no prioriza los cuidados paliativos. “Todo mundo está hablando de mascarillas y de ventiladores, pero muy pocos toman en cuenta que los pacientes, Covid y No Covid, lo que están sufriendo en este momento es el dolor, y eso lo tenemos que atacar con la medicina paliativa. Es muy valioso pensar en salvar las vidas y comprar ventiladores, pero necesitamos pensar en paliar el dolor”.

Al participar en la mesa de análisis La Bioética y el Derecho de cara al Covid-19, convocada por la Universidad Panamericana, Uria Guevara comenta que la guía bioética se ocupa demasiado del triaje pero “no recomienda nada contra el dolor”. Solo al final de la guía se enuncia de manera general la medician paliativa, dice el médico.

“Los cuidados paliativos se están dejando al final, y debería ser a revés. Si sólo 5% de los pacientes Covid-19 están conectados a un respirador no quiere decir que los otros 95% no estén experimentando dolor, que podría aliviarse con una ampolleta de morfina y no las tenemos”, sostiene el especialista.

No obstante, especialistas participantes en la mesa como la doctora María Elizabeth de los Ríos Uriarte, titular de la Cátedra de Bioética Clínica de la Universidad Anáhuac, y el abogado Juan Francisco Diez Spelz, abordaron las lagunas legales que hay frente al Covid-19, que al no ser una enfermedad terminal no se pueden aplicar cuidados paliativos ni administrar la voluntad anticipada, y sugirieron modificaciones al artículo 166 Bis de la Ley General de Salud.

¿Qué es la muerte digna?

Es una condición en la etapa final de la vida una vez que tenemos datos para saber que una persona ya no se va a poder curar y que se está aproximando a su muerte. Esta etapa explica cómo vivirá una persona sus últimos días, semanas o meses.

Para conseguirla hay diferentes medios:

• Los cuidados paliativos: Se encargan de evitar lo más posible el sufrimiento, incluye lo físico, psicológico y atender la parte espiritual.

• La eutanasia o suicidio medicamente asistido: Esta es otra forma para conseguir la muerte digna, pero en México esto no es posible, no está regulado por la Ley. En nuestro país la decisión que ya se respalda es no recibir tratamientos, aunque la consecuencia de esto sea morir, esto cuando así lo decide un paciente.

• La voluntad anticipada: Se tiene la oportunidad de dejar por escrito nuestra voluntad previendo algo que pueda pasar.

Publicado en El Economista

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