Guía para redistribuir el trabajo del hogar y no endosárselo a las mujeres

Blanca Juárez

El Fondo Semillas lanzó el documento Cómo construir hogares participativos: Guía para redistribuir el trabajo doméstico, un manual sobre cómo no seguir cargándole el trabajo del hogar y de cuidados a las mujeres. En México, los hombres asumen sólo el 25% del tiempo que toma limpiar, cocinar y prever lo que se requiere en una casa o atender a otras personas, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), más de 21 millones de mujeres se declaran no disponibles para un empleo con salario porque la jornada que realizan en sus hogares, sin remuneración, ocupa todo su tiempo y energía.

El documento, elaborado junto con la organización Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia, busca que se reconozca la importancia del trabajo del hogar y que todas las personas que viven bajo un mismo techo lo realicen colaborativamente, según su edad y capacidades.

“No es un trabajo exclusivo de las mujeres, aunque culturalmente se siga pensando así”, señala Erika Tamayo, coordinadora de Comunicación de Fondo Semillas. “La carga está distribuida inequitativamente” y, en parte, es porque no se tiene claro de qué se habla cuando decimos trabajo doméstico, explica la activista.

Entonces, algo que la guía deja claro desde el inicio es que el trabajo del hogar es trabajo. “Seguro pensaste en actividades que generan dinero, pero no siempre es así. El trabajo es la acción y el proceso que hace posible la vida digna y con bienestar”, apunta el documento.

Esta labor es de la mayor importancia porque sostiene de la vida, al mismo tiempo, genera desigualdades entre mujeres y hombres, lamenta Erika Tamayo. Pero la causa no es por el trabajo del hogar en sí, sino por la idea tan arraigada de que “nacimos para esto y es parte de nuestra naturaleza”.

5 aspectos del trabajo doméstico

Este proyecto, disponible de manera gratuita en las páginas digitales de esas dos organizaciones, aclara cuáles son las actividades que comprende el trabajo del hogar y de cuidados

  • La alimentación
  • La limpieza del hogar
  • Los cuidados personales y de otras personas
  • El mantenimiento de la vivienda y la limpieza de la ropa
  • La gestión mental.

Si el trabajo del hogar es invisibilizado, esta última actividad mucho más, señala la defensora de los derechos de las mujeres. “¿Quién piensa qué vamos a comer, qué se necesita para prepararlo, dónde se compra y cuándo se tiene que comprar? ¿Cuándo hay que pagar la luz, el teléfono? Todas esas gestiones para que el hogar funcione suceden en la cabeza de las mujeres. No se ven, pero son indispensables”.

La carga desproporcionada de este trabajo en las mujeres las aleja de una oportunidad laboral y de desarrollo personal. Contrarrestarla es uno de los objetivos de esta guía, comenta. También evitar que tengan una jornada doble o triple de trabajo cuando además tienen un empleo remunerado.

“Es necesario que este trabajo se reconozca, se reduzca para las mujeres y se redistribuya entre las personas que integran un hogar”. Lo primero es reconocerlo, sin verlo claramente será muy difícil conseguir los otros dos puntos.

Para eso, la guía cuenta con un tablero con las actividades que se realizan en una casa día a día. Delante de cada una de ellas hay un espacio para anotar las horas que cada quien le dedica a la semana y otro para escribir cuánto pagarían por ese servicio si alguien ajeno al hogar lo realizara.

“Somos un país donde el trabajo doméstico remunerado es muy barato, sobre todo si lo comparamos con Estados Unidos o Europa. Es algo que necesitamos cambiar, poco a poco tendríamos que ir subiendo los salarios”, comenta Tamayo. La guía también ayuda a valorar la labor que realizan las más de 2 millones de trabajadoras del hogar en México.

Y el objetivo es “no sólo que podamos conciliar el trabajo con la familia, sino que tengamos tiempo de ocio para hacer cosas que nos gustan, porque tenemos derecho a hacerlo”.

En la pandemia “el teletrabajo ha intensificado los horarios y exigencias, muchas han renunciado a sus empleos ante las jornadas exhaustivas, las necesidades de limpieza y de cuidado han aumentado”, de todo esto cuándo se descansa. Redistribuir el trabajo del hogar es también un acto de justicia ante el derecho al ocio.

Publicado en El Economista

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