La educación gratuita no es suficiente: Keishia Thorpe

Nicté López Hernández

“En Uruguay, aun cuando gozan de una educación gratuita, los estudiantes no tienen acceso a comidas gratis y eso me alarma, ¿cómo esperan que los estudiantes asistan y aprendan cuando tienen hambre? La mayoría de estos estudiantes viven situaciones vulnerables y no llegan a la escuela preparados para aprender”, expresó Keishia Thorpe en entrevista para Forbes México, como parte de su gira por Latinoamérica.

En noviembre del año pasado, la jamaiquina residente en Estados Unidos, Keishia Thorpe, fue galardonada con el Global Teacher Prize 2021, premio que entrega la Fundación Varkey, y que es reconocido internacionalmente como “el premio Nobel de los docentes”.

¿La razón? Dar clases extra a sus alumnos con el objetivo de mejorar su inglés y así aumentar las expectativas de los estudiantes inmigrantes y refugiados sobre su propio futuro.

Esta iniciativa responde a las necesidades de los alumnos de la escuela donde labora Thorpe, pues más del 85% son hispanos y el 95% se identifica como estudiante de bajos recursos, por lo que muchos de ellos no tienen esperanzas de continuar estudiando después de la preparatoria.

Keishia asegura que algo que le alegra de su tour por América Latina es darse cuenta de que los latinos pueden acceder a una educación gratuita y de calidad, pues en Estados Unidos se paga por la educación en todos sus niveles. Sin embargo, le sorprende que eso no ayude a las familias latinoamericanas a mejorar su calidad de vida.

“Los países con educación gratuita siguen teniendo una tasa baja de graduados de la preparatoria y de estudiantes universitarios. Tenemos que hacer una introspección para saber cuáles son las diferentes rutas que desembarcan en el problema y cómo podemos intervenir en ellas”, asegura. 

Según la experiencia de Thorpe, uno de los problemas que más aqueja es la falta de capacitación para profesores que enseñan a estudiantes de bajos recursos, pues muchas veces, al no entender ni empatizar con sus contextos, los docentes no son capaces de brindarles la ayuda suficiente y los dejan al margen del grupo, lo que pone a estos alumnos en riesgo de abandonar la escuela.

La ganadora del Global Teacher Prize agradece haber tenido apoyo dentro de su familia, porque hacia afuera, la gente solo la veía como una niña proveniente de una familia jamaiquina pobre.

“Es chistoso, porque ellos me veían, pero no me veían. Yo no quería que ellos vieran mi pobreza, sino mi potencial”, recuerda Thorpe. También reconoce que caían en estos mismos estereotipos sus profesores: “A veces los profesores nos veían a los estudiantes que veníamos de barrios pobres y no lograban conectar con nosotros, porque muchas veces ellos desconocían nuestros contextos”, cuenta Keishia.

Keishia Thorpe, de mujer inmigrante a mentora de otros

Keishia conoce de primera mano las necesidades de los estudiantes inmigrantes en Estados Unidos, pues ella y su hermana melliza llegaron al país norteamericano gracias a una beca que les otorgó la Universidad de Howard, en Washington DC, para practicar atletismo.

Ella nunca se enfrentó a barreras de lenguaje porque el idioma oficial de Jamaica es también el inglés. Sin embargo, sí percibió un trato desigual debido a ser una mujer afrodescendiente.

“Lidié con mucha discriminación y racismo tratando de asimilar una cultura distinta. Eso en sí mismo fue un reto. Entonces, cuando pienso en mis estudiantes teniendo que lidiar con eso y además con la barrera del lenguaje quiero poder ser un apoyo para ellos”, declara.

Ella se percató del problema agregado que representa el desconocimiento total o parcial del inglés mientras estudiaba la universidad, por lo que, desde ese entonces, comenzó a dar asesorías del idioma a sus compañeros inmigrantes.

Estas experiencias marcaron el futuro de la docente, pues, al día de hoy, sus esfuerzos se centran en reducir las barreras de lenguaje. Esto tiene el objetivo de que los estudiantes se sientan valorados e incluidos en la sociedad estadounidense, y que puedan acceder a la educación superior que transforme su futuro.

Thorpe tiene más de 17 años desempeñándose en la enseñanza de manera formal y actualmente es docente en la Escuela Secundaria Internacional Langley Park, en Maryland, Estados Unidos, donde más del 85% de los estudiantes son hispanos y el porcentaje restante son inmigrantes de África y Medio Oriente, por lo que todos están aprendiendo inglés.

La docente asegura que las barreras de lenguaje no solo afectan a la primera generación de inmigrantes o refugiados que llegan al país, sino que, muchas veces, a segundas o terceras generaciones. Esto, a pesar de haber nacido en Estados Unidos. Y es que estas personas continúan siendo aprendices del idioma, porque crecieron en casas donde solo se hablaba su idioma natal.

Las intenciones de Keishia también trascienden el salón de clases, pues es fundadora de Hope Beyond Distance Foundation, donde ofrece asesorías y apoyo a estudiantes inmigrantes, sobre todo a indocumentados, y sus familias. Asimismo, con el fin de que sus estudiantes estén bien alimentados para poder aprender, la docente creó el programa Food4Change, que ofrece víveres a familias vulnerables.

En conjunto con su hermana, la Dr. Treisha Thorpe, fundó la US Elite International Track and Field, una organización sin fines de lucro que ofrece a los atletas de bajos recursos, en todo el mundo, la oportunidad de utilizar sus talentos deportivos como vehículo para acceder a becas y obtener un diploma universitario sin deudas.

Thorpe cuenta que, ella y su hermana fueron criadas por su abuela, quien no pudo terminar la secundaria, por lo que fue de vital importancia, para ella, que sus nietas tuvieran la oportunidad de continuar con sus estudios y así acceder a una mejor calidad de vida.

Keishia admite que le hubiera gustado que su abuela viviera lo suficiente para ver que sus esfuerzos no solo cambiaron la vida de las hermanas Thorpe, sino que sus nietas extendieron el mismo apoyo a otros estudiantes de bajos recursos en el mundo:

“Ella murió inmediatamente después de que nosotras nos graduamos de la universidad, por lo que no pudo ver la mujer en la que me convertí y que soy. Pero sé que ella me está viendo y que está muy feliz de lo que mi hermana y yo hemos logrado”.

Fundamental, conocer las necesidades de cada estudiante

Una de las primeras maneras que encontró Thorpe para que sus estudiantes se sintieran valorados en su salón de clases fue modificar el plan de estudios de la materia de Inglés para agregar lecturas relacionadas con sus culturas de origen. Según la docente, como resultado, sus alumnos mejoraron 40% sus habilidades de lectura.  

“Lo que yo quisiera hacer en el futuro es abrir una escuela que realmente conozca las necesidades de todos sus estudiantes […] para que yo pueda no solo hablar sobre eso sino hacer algo al respecto. Poner mi trabajo en acción y crear algo para que todos los estudiantes puedan sentirse incluidos, aprender, y sepan que tienen muchas opciones para el futuro”, dice.

Desde su habitación de hotel en Buenos Aires, parece que la docente no es consciente del esfuerzo que ha realizado por cambiar la vida de sus estudiantes en un país que tiene una creciente población racialmente diversa del 49%, y una fuerza docente 87% de raza caucásica, según datos de Fundación Varkey.

La ganadora del Global Teacher Prize asegura que, a pesar de las clases a distancia durante la pandemia, ella, y los otros profesores de Langley Park, descubrieron muchas necesidades de los estudiantes que antes no habían detectado. Tales como comida, productos de higiene para las mujeres, conexión a internet y dispositivos electrónicos:

“Cuando tú enseñas a una población de estudiantes vulnerables necesitas tener estas cosas disponibles para ellos, y nos dimos cuenta de estas necesidades a partir del Covid”, explica Keishia.

Cuenta que después de observar estas carencias, ella y sus colegas, buscaron patrocinadores y financiamiento para establecer un centro escolar de recursos, donde los estudiantes pudieran acceder a comida y víveres para sus familias.

“Afortunadamente nuestro distrito escolar provee de comidas y almuerzos gratuitos para los estudiantes, pero también tenemos que pensar en qué pasa cuando salen de la escuela y van a casa, ¿están bien?, ¿tienen lo que necesitan?, ¿comen bien antes de presentarse a la escuela en la mañana?”, sostiene Thorpe.

La mujer reconocida como “la mejor maestra del mundo”, además, organiza cursos en línea donde, una vez al mes, profesores de todo el mundo pueden aprender entre ellos. Asimismo, disfruta de participar en congresos sobre educación.

Sus 17 años de docencia le han enseñado que su oficio no es un camino sin obstáculos:

“Se vuelve difícil para los docentes realmente verse involucrados en la profesión, por la falta de financiación, infraestructura, recursos o capacitación. Por lo que cuando un profesor es lo suficientemente fuerte para quedarse en el puesto es algo que yo aplaudo. Estoy muy feliz de que la Fundación Varkey me dé la oportunidad de hablar en nombre de todos ellos y representar el nivel del trabajo que realmente estamos haciendo”.

Thorpe asegura que además del millón de dólares que recibió por ganar el Global Teacher Prize, también agradece a Fundación Varkey la oportunidad de poder dar a conocer sus proyectos, pues a lo largo de sus tours y participaciones en eventos internacionales ha conseguido más patrocinadores, quienes ven en el premio una garantía de que sus fundaciones son rentables.

“Esta ha sido una gran aventura para mí desde el principio y estoy muy feliz de que la Fundación Varkey haya creído en mí y ser la primera mujer negra en ganar este premio, porque yo represento a una población subrepresentada, especialmente hablando de las mujeres”, expresa.

Por su parte, el director regional de la Fundación Varkey en Latam, Agustín Porres, asegura sentirse honrado de que Thorpe comparta su historia alrededor de su tour por América Latina:

“La historia de Keishia nos toca, nos provoca y desafía. Mirando su historia vemos cómo, incluso ante situaciones complejas, se producen verdaderas transformaciones. Su historia nos inspira, es decir, impulsa nuestra propia creación. Eso es lo que busca el Global Teacher Prize, destacar la enorme tarea que todos los grandes docentes de todo el mundo están haciendo hoy en sus comunidades”.

Publicado en Forbes México

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