¿Cómo emprender después de la jubilación?

Elizabeth Meza Rodríguez

Si te acabas de jubilar y tienes un dinero extra que quieres invertir pero no sabes cómo, emprender es una opción, sobre todo porque se tiene tiempo para dedicarse al negocio.

¿Cómo aprovechar el dinero de la jubilación y apostar por el negocio ideal? Todo dependerá de tus gustos, pasión y tiempo, no existen sectores ideales para una edad en específico, aunque algunos tienen más facilidades que otros.

Lo ideal es apostar por un sector que te apasione, pues muchas veces se trabaja en industrias que no son el propósito de vida, por ello emprender después de la jubilación es un excelente momento para “buscar aquello que te apasiona, que se conecte con tu propósito de vida y que pueda generar un impacto con la experiencia que tienes”, comenta Laura Ramírez Delgado, profesora de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey.

En ello coincide Ferenz Feher, CEO de Feher Consulting, quien recomienda seguir la pasión, el hobby y los sueños. “Muy pocas personas se dedican a lo que realmente les apasiona, si ya la vida te está poniendo en la posibilidad de dedicarte a lo que has querido, dedicarte a ello”.

Datos de la Asociación de Emprendedores de México señalan que 18% de los emprendimientos tiene un fundador de 46 a 55 años, y sólo 8% de más de 56 años, es decir, son pocos los emprendedores mayores de 50 años, conocidos como silverpreneur.

Consultoría y negocio digital

Si ya definiste tu pasión, el monto económico y tiempo que le dedicarás al negocio, puedes optar por la consultoría como emprendimiento, que no requiere tanta inversión, sino experiencia y capital relacional. Tal vez requerirás invertir en branding, la marca personal, pero no significa una gran inversión como lo amerita una tienda.

“Muchos emprendedores suelen optar por alternativas más pegadas a la consultoría, sobre todos quienes tienen experiencia más empresarial, porque están apoyando a otras personas con su experiencia a crecer”, destaca Delgado.

En estos casos, las relaciones personales juegan un papel importante, pues a lo largo de la vida laboral se suelen hacer contactos que pueden abrirte las puertas.

“Estamos hablando de personas que pueden usar el conocimiento de años y el capital relacional, porque todas las conexiones sociales que se pueden hacer en un trabajo terminan por ser vínculos que pueden servir después”.

Otra alternativa es emprender en ventas y canales digitales, pues durante el 2020 el e-commerce creció 81% y 47% en el 2021, de acuerdo a la Asociación Mexicana de Venta Online. Además, no se requiere una gran inversión y los canales digitales hacen más accesible el dar a conocer un negocio.

Aunque existe una brecha digital en los silverpreneurs, cada vez es más sencillo aprender a usar la tecnología, porque existen más cursos y herramientas que permiten poner una tienda en línea de forma sencilla.

Franquicias 

La franquicia es una excelente opción para los silverpreneur, porque tiene una menor curva de aprendizaje y brinda la posibilidad de dedicarse al giro que siempre soñaron, incluso se puede invertir en una franquicia de baja inversión como las que rondan los 250,000 pesos.

Este tipo de negocios significan menor riesgo que un negocio independiente. “Cada vez nos jubilamos más jóvenes y tenemos una edad productiva en la que queremos y debemos seguir trabajando, para seguir siendo productivos”, comenta Ferenz.

Precisa que en los últimos años incrementó el número de personas jubiladas, que obtuvieron una herencia o perdieron su trabajo y decidieron apostar por una franquicia para emprender. En cuanto al sector, se ha visto crecimiento en farmacias, consultorios, educación, entretenimiento.

Los especialistas destacan que muchas veces se cree que el emprendimiento da flexibilidad de tiempo, pero no siempre es así, depende del ritmo al que se desee crecer.

“Por eso los silverpreneur son muy exitosos, porque son personas que tienen toda la estructura de años de trabajo y no les cuesta, como a un emprendedor joven, agarrar el ritmo para organizarse”.

Publicado en El Economista

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