El cambio climático es la falla de mercado más grande del mundo: Sandra Aguilar-Gómez

Ana Karen García

  • Mujeres economistas de América Latina es una serie de entrevistas con economistas relevantes de la región para conocer su visión sobre la economía en sus países y en América Latina, la situación de las mujeres y el ejercicio de la profesión.

Sandra Aguilar-Gómez quiso ser escritora, pero encontró en la economía un medio para divulgar el optimismo por un mundo más igualitario y con perspectiva de género. También le preocupa el medio ambiente, como “el reto de política pública más importante de nuestros tiempos”.

“Cuando eres economista, y especialmente cuando estudias en Estados Unidos, el supuesto es quedarte a producir conocimiento y ejercer ahí o tal vez moverte a Europa, como las mejores opciones. Algo que me motiva e ilusiona es ser docente en economía desde Latinoamérica y para Latinoamérica. Mi visión personal es que es súper valioso hacer este trabajo y mi sueño sería alcanzar el nivel —en términos de generación de conocimiento, de impacto, de publicaciones, etcétera— de las personas que están trabajando desde el Norte global”, dice Sandra Aguilar-Gómez, economista por el ITAM, doctora en Desarrollo Sostenible por la Universidad de Columbia y profesora asistente en la Universidad de los Andes (Colombia).

Los hombres históricamente han protagonizado las ciencias económicas en América Latina y en el mundo, pero los aportes de las mujeres han sido cruciales en el desarrollo económico, social y político de la región. En América Latina hay miles de mujeres produciendo conocimiento, liderando iniciativas, desarrollando políticas públicas y haciendo economía. Mujeres economistas de América Latina es un espacio destinado a visibilizar su trabajo y sus perspectivas.

Una niña tímida que encontró su voz

Sandra Aguilar-Gómez estudió la licenciatura en Economía en el ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México). Después fue a la Universidad de Columbia en Nueva York para hacer un doctorado en Desarrollo Sostenible. Quería entender los retos ambientales y los desafíos en salud y género desde una perspectiva un poco más interdisciplinaria.

“En su momento estaba indecisa entre estudiar economía o periodismo, porque siempre me ha gustado mucho escribir, pero concluí que estudiar economía me permitía también participar del proceso de creación de conocimiento entonces podía conservar mi pasión por escribir —porque uno se la pasa escribiendo artículos académicos— y al mismo tiempo seguir en la creación de conocimiento y participar de la ciencia social”, dice Aguilar-Gómez.

La docencia e investigación, que son su campo laboral, tienen dos motores fundamentales: la ilusión sobre el futuro a través de sus estudiantes y la experiencia de ella misma como estudiante.

“Cuando empecé a estudiar economía no tenía profesoras investigadoras mujeres. El departamento y el cuerpo de personas que hacían investigación eran puros hombres. Entonces sí me sentía un poco aislada, con menos acceso a ciertas redes de información para saber cómo hacer las cosas. Sí sentía un poco que era un ‘club de chicos’ por muchos factores sistémicos. Era más difícil participar y conforme ha pasado el tiempo creo que todo ha cambiado muchísimo. La profesión de economista se ha transformado de una manera que era difícil de imaginar cuando empecé a estudiar”.

En 2014, Aguilar-Gómez se graduó de la licenciatura en Economía con honores. En el ITAM también cursó una maestría en Economía.

Una de las cosas que resalta es cómo en sus tiempos de estudiante ni siquiera existía el “gender economics” (economía y género) como un campo de estudio y hoy, Aguilar-Gómez imparte sus clases con libros de texto especializados en esos temas. Hoy existe interés, producción de conocimiento, conferencias y mucha investigación que estudia la economía para entender la desigualdad de género y cómo reducirla.

La docencia en economía le permitió encontrar su voz.

“Creo que algo muy curioso es que, de niña, yo era dolorosamente tímida y crecí siendo excesivamente tímida y a través de la docencia he podido encontrar esa voz. Me motiva mucho la parte de ‘role model’ (modelo a seguir) que hay en ser docente. Como que, al lograr ese objetivo, he logrado, a través de los años, superar mis propios retos personales en términos de expresarme. Y eso me hace ser súper empática también con mis estudiantes”.

Hacer con perspectiva de género es bueno para todos

La desigualdad de género no ayuda a nadie. Una vez que se ha entendido esto, ha surgido un interés en la disciplina para tratar de entender de dónde viene esa desigualdad y cómo y cómo cambiarla. “Por eso, yo creo que nunca ha sido tan emocionante estudiar economía como hoy. Dado este cambio cultural en la profesión y todas estas agendas de investigación que hoy son importantes”, dice.

Estudiar la economía desde una perspectiva de género es importante, en primer lugar, por temas de representación, no sólo cuantitativa, sino también sustantiva. Es importante reconocer que las mujeres, como otros grupos vulnerables o minorías, tienen opiniones diferentes. Los grupos diversos con mujeres y hombres académicos, investigadores o funcionarios ayudan a que los intereses de todos estén mejor representados.

“Es como, por ejemplo, durante mucho tiempo la medicina aprobaba medicamentos o procedimientos, sobre todo pensados para hombres, porque los doctores eran hombres y entonces resulta que las mujeres presentaban contraindicaciones, efectos secundarios. No existía esta perspectiva a la hora de pensar en cómo hacer los ensayos. Esto mismo pasa para la política y la manera en que se diseñan las políticas públicas. Hay un sesgo si no hay una participación de las mujeres”.

Desde el ámbito normativo sabemos que entender la economía bajo la perspectiva de género también es lo justo. “No debemos tener miedo de hablar simplemente de justicia, nos debería incomodar el simple hecho de que hay grupos de la población que no tengan las mismas oportunidades, que haya obstáculos sistemáticos y que no puedan alcanzar su máximo potencial”.

La política pública es indispensable para la igualdad

Las leyes o los programas son fundamentales para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. El ejercicio de los poderes del Estados influye en la cultura y en la percepción de la población, dice Sandra Aguilar-Gómez.

“La investigación encuentra que la gente se guía en las leyes también para pensar en definir su visión del mundo. Entonces, por ejemplo, si la ley dice que la mujer debe dedicar tres meses y el hombre dos semanas al cuidado de un recién nacido, pues eso genera que la gente piense así, que la gente piense que esto es un trabajo de mujeres y que está correcta esa distribución. Se vuelve la norma”, agrega.

La integración de las mujeres economistas a la academia, la política pública y el ámbito empresarial ya muestra un impacto sustancial en la construcción de sociedades más justas, igualitarias y productivas. Pero también para entender y combatir desafíos existenciales:

“Yo creo que el cambio climático es la falla de mercado más grande del mundo, y quizá, el reto de política pública más importante de nuestros tiempos. Por eso, para mí aplica el argumento de la perspectiva mixta entre el género y el medio ambiente”, dice Sandra Aguilar-Gómez.

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