Más allá de guarderías, claves de un buen Sistema Nacional de Cuidados

Sonia Soto

Desde el ámbito privado, en las familias, hoy se tiene un ejemplo de cómo debe verse el Sistema Nacional de Cuidados (SNC): los niños salen de la escuela a mitad del día, alguien debe ir a recogerlos, tal vez tiene que salir corriendo del trabajo, en el mejor de los casos, porque para muchos esta falta de estructura de cuidados implica la renuncia al mercado laboral.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), indica que en México cerca de 31.6 millones de personas brindan cuidados sin recibir remuneración a cambio, esto representa 32% de la población total, en su mayoría son mujeres.

Natalia Calero, directora general Coming Up, firma especializada en políticas de igualdad e inclusión laboral, afirma que todos necesitamos ser cuidados; es decir, es una situación de carácter público por lo que no puede resolverse desde las familias, es un problema estructural.

En ese sentido, las mujeres han subsidiado el trabajo de cuidados. “Esto quiere decir que las mujeres han realizado este trabajo sin recibir pago alguno, pero no pueden vivir de él”, explica la especialista.

Por eso, es que el Sistema Nacional de Cuidados debe verse desde el ámbito social, refiere, porque articulará todas las medidas que permitan otorgar los cuidados necesarios, y que no sea desde las familias que se subsidie.

“Cuando hablamos de un Sistema Nacional de Cuidados, no sólo hablamos de escuelas, también de sistemas de salud, de residencia para personas mayores, hablamos de algo mucho más complejo”, expone.

De tal manera, todas las acciones deben ser integrales y deben atender a distintas poblaciones, además de ser un sistema progresivo.

“Las personas somos atravesadas por diversas situaciones. Por ejemplo, no es lo mismo una mujer indígena, en un plano rural, todas esas interseccionalidades tienen que ser tomadas en cuenta para siempre construir para la persona que más lo requiere”, señala.

Para Mónica Orozco, directora la organización civil GENDERS e investigadora externa del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), un sistema de cuidados sólo para las infancias debería tener, en primer lugar, escuelas de educación inicial; es decir, para niños de cero a tres años, y que está en la Constitución desde 2019; sin embargo, no se ha avanzado en eso.

En segundo lugar, servicios escolarizados tanto para niños de primaria como para adolescentes, para que puedan permanecer en un horario extendido, mientras sus padres trabajan, y donde puedan recibir formación extracurricular: deporte, actividades artísticas, recreativas e incluso ayuda en tareas.

Y en tercer lugar, un sistema de transporte accesible, hoy las mamás llevan a los niños a guarderías en transporte público, lo hacen en brazos, las facilidades no están dadas, por ejemplo, para personas con discapacidad.

“Entonces el sistema comprendería todo esto, pero esto sólo es una parte, porque sólo estamos hablando de las infancias. Ahora en general, el sistema implica otros grandes retos y componentes”, refiere la investigadora.

Las claves de un Sistema Nacional de Cuidados

Desde el CEEY se han propuesto siete grandes componentes que caracterizan a este sistema, comparte Mónica Orozco.

El primer punto es un marco normativo. Desde la constitución hasta la legislación se debe prever cómo se va a hacer a nivel institucional (la gobernanza) esta articulación del sistema. También en la normatividad presupuestal, cómo se va a financiar, tanto desde el punto de vista del gasto social, como del gasto fiscal, y ese marco normativo alcanza también la regulación sobre las características de los servicios”, indica.

“El ejemplo fue de las infancias, pero también debería existir una normatividad para servicios como el cuidado o rehabilitación para personas que han tenido una enfermedad, un accidente, la regulación de residencias de estadía para personas adultas mayores o algunas otras personas que requieran este tipo de cuidados”, considera la especialista.

En los puntos dos y tres se encuentran los servicios que son ofrecidos en establecimientos, pero también en domicilio, cuando se prefiera que este sea en casa, lo que implica un conjunto de acciones desde la perspectiva educativa de nivel técnico y superior que pueda detonar la formación de todo este personal que se requerirá para servicios domiciliarios, y que fueran corresponsablemente apoyados por el estado.

“La corresponsabilidad del estado puede ser a través de la capacitación, a través de diversos mecanismos”, dice la directora de GENDERS.

En cuarto lugar, debe existir una corresponsabilidad, la participación del Estado, del mercado, de las comunidades y de los hogares, porque en la actualidad, el cuidado recae en los hogares y sobre todo en mujeres y niñas, lo que genera muchas limitaciones y barreras en el ejercicio de sus derechos.

“Cuando decimos que debe existir corresponsabilidad, por supuesto, que nos estamos refiriendo a las acciones del Estado: el Poder Ejecutivo, Legislativo y el Judicial, para que impulse el sistema, la regulación y todos puedan participar”, dice Mónica Orozco.

La especialista agrega que también es importante la participación del mercado laboral, de los empleadores, para facilitar el cuidado de sus trabajadores, varones y mujeres, cuando así lo necesitan. Y además, las proveedoras de bienes y servicios que muchas veces hacen el trabajo al adquirir un servicio, y no sean las propias familias donde recaiga resolver esas situaciones.

Plan de gastos

Y en las últimas tres vertientes, el CEEY plantea que el estado debe tener un plan de gasto social y fiscal. Una revisión exhaustiva de lo que desde la política fiscal se deja de ingresar por exenciones, deducciones fiscales.

“Y también a quienes están beneficiando para tener una política más progresiva de beneficio y apoyo a los hogares en estratos socioeconómicos más bajos. Pero, sobre todo, a estas poblaciones con necesidades prioritarias de cuidado, como son niñas y niños, adolescentes, personas con discapacidad, enfermas o personas mayores”, explica Mónica Orozco.

La conclusión, dice la investigadora, es que se plantea la construcción de un sistema de esta naturaleza tiene que hacerse con la participación de los actores y, en particular, en conjunto con la sociedad civil y las organizaciones de mujeres cuidadoras.

“Para avanzar hacia un sistema, un conjunto de políticas que sea pertinente a las necesidades de los hogares de hoy, además de plantearnos que es muy importante empezar a trabajar porque esperamos que para el año 2050 se hayan duplicado las necesidades de cuidados, como resultado del envejecimiento poblacional en México”, advierte.

Para Mónica Orozco, un Sistema Nacional de Cuidados implica un cambio completo de pensamiento. “Esta agenda de largo alcance y que requiere de mucha sensibilización, de mucha comunicación”, finaliza.

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