De niño curioso a joven científico que enseña en 127 países

Nació en Nazaret, en el norte de Israel, y de pequeño le gustó la ciencia porque le intrigaban los átomos y las moléculas

Por: The Associated Press

Hossam Haick, cuyo trabajo en nanotecnología le ha ganado fama mundial, dice que su éxito como ciudadano árabe de Israel demuestra que la educación no tiene fronteras y puede ser un elemento clave para resolver los problemas de la sociedad.

A pesar de tener solo 40 años, Haick es considerado una de las máximas autoridades mundiales en su campo. Además, en su tiempo libre dicta un curso online a miles de estudiantes del mundo árabe desde su laboratorio en la universidad más antigua de Israel, la Technion.

La minoría árabe de Israel representa el 20% de la población y ha tenido relaciones tirantes con la mayoría judía, las cuales se han deteriorado más todavía tras cinco meses de violencia entre israelíes y palestinos. Los israelíes ven a menudo con suspicacia a los ciudadanos árabes, a quienes asocian con sus hermanos palestinos de la Margen Occidental y de Gaza.

La población judía de Israel ha producido numerosos premios Nobel y desarrollado un pujante sector tecnológico, mientras que los árabes son echados a un lado. Tienden a ser más pobres y menos educados que los judíos, son discriminados en las viviendas y los trabajos y no están bien representados en los mundos académicos y de alta tecnología.

Haick, con sus 28 patentes y un currículum de 40 páginas, es una excepción. Y dice que ello se debe a que en el mundo académico lo juzgan por sus logros, no por su origen étnico.
Hossam Haick, cuyo trabajo en nanotecnología le ha ganado fama mundial, dice que su éxito como ciudadano árabe de Israel demuestra que la educación no tiene fronteras y puede ser un elemento clave para resolver los problemas de la sociedad.

A pesar de tener solo 40 años, Haick es considerado una de las máximas autoridades mundiales en su campo. Además, en su tiempo libre dicta un curso online a miles de estudiantes del mundo árabe desde su laboratorio en la universidad más antigua de Israel, la Technion.

La minoría árabe de Israel representa el 20% de la población y ha tenido relaciones tirantes con la mayoría judía, las cuales se han deteriorado más todavía tras cinco meses de violencia entre israelíes y palestinos. Los israelíes ven a menudo con suspicacia a los ciudadanos árabes, a quienes asocian con sus hermanos palestinos de la Margen Occidental y de Gaza.

La población judía de Israel ha producido numerosos premios Nobel y desarrollado un pujante sector tecnológico, mientras que los árabes son echados a un lado. Tienden a ser más pobres y menos educados que los judíos, son discriminados en las viviendas y los trabajos y no están bien representados en los mundos académicos y de alta tecnología.

Haick, con sus 28 patentes y un currículum de 40 páginas, es una excepción. Y dice que ello se debe a que en el mundo académico lo juzgan por sus logros, no por su origen étnico.

«No me tratan como a un árabe. Me tratan como un científico especial, lo que me complace mucho», declaró Haick. «Pero lamentablemente, cuando salgo de Technion y vuelvo a la realidad, las cosas cambian un poco».

Haick nació en Nazaret, en el norte de Israel, y de pequeño le gustó la ciencia porque le intrigaban los átomos y las moléculas. Se imaginaba qué aspecto tendrían, cómo se mueven y cómo es que les dan a los humanos características únicas.

Completó sus estudios de posdoctorado en el Instituto de Tecnología de California y desde el 2006 enseña en Technion, prestigiosa universidad de ciencia y tecnología de la ciudad mixta de Haifa, donde hay tanto judíos como árabes.

Ha ganado casi cuatro docenas de premios y figurado en la lista de los 35 científicos jóvenes más importantes del mundo de la Technology Review del MIT.

«Es un talento extraordinario», expresó Peretz Lavie, presidente de Technion. Demuestra que no hay limitaciones ni discriminación en la ciencia. Sirve de modelo para la juventud (árabe)… si invierten en la educación, pueden llegar lejos».

Tal vez no haya limitaciones en el mundo académico, pero afuera Haick enfrenta los mismos problemas que todos los ciudadanos árabes de Israel.

Desde que estalló el nuevo brote de violencia, los israelíes toman distancia cuando lo escuchan hablar en árabe, comenta. Algunos lo han acusado de aprovechar la ciencia para realizar actividades partidarias.

Por años Haick ha sido revisado en el aeropuerto internacional de Israel, igual que todos los árabes que viajan al exterior. Después de quejarse ante las autoridades de seguridad del aeropuerto, le dieron una tarjeta que le permite moverse con mayor libertad. La usa a regañadientes, molesto de que necesita un documento que demuestre que es un «buen árabe».

Para aliviar tensiones entre árabes y judíos y elevar a la minoría árabe, es vital invertir en la educación, dice Haick, cuyo curso de nanotecnología online le permite llegar a estudiantes de países que están en guerra con Israel o mantienen relaciones hostiles con el estado judío, incluidos Siria, Yemen y Qatar.

Dice que unos 14,000 estudiantes se han inscripto en sus cursos en árabe desde que comenzó a dictarlos en el año 2013 y que además tiene 76,000 estudiantes de 127 países, incluidos 900 iraníes, en los cursos que dicta en inglés.

Haick considera los cursos una forma de levantar puentes. Pero señala que hay gente que desiste de tomar las clases por su afiliación a un centro de enseñanza israelí.

«Alguna gente me dijo que sacase este certificado de mi currículum, porque me puede crear problemas», manifestó Zyad Shehata, una egipcia que completó el curso. «No me interesa si es una universidad israelí o no. Estoy muy orgullosa del profesor Haick y lo considero un líder».

Haick ha desarrollado tecnología que usa inteligencia artificial para detectar cáncer y otras enfermedades tempranamente y de forma no invasiva, lo que le ha generado millones de dólares en subvenciones de instituciones como la Fundación Bill y Melinda Gates y el Consejo de Investigación Europeo.

Uno de los productos que inventó, una nariz nanoartificial, permite detectar enfermedades sin necesidad de sacar sangre ni otro tipo de muestras. Un paciente respira y el aparato detecta indicadores de enfermedades que la sangre transporta a los pulmones. Haick dijo que el aparato está siendo fabricado por una empresa internacional que no puede identificar.

Otro invento es la «piel electrónica», que usa pequeños parches para recrear una sensación táctil y que podría ser empleado en prótesis o ayudar a los cirujanos que no pueden llegar a un órgano o tejido particular.

A pesar de las realidades de la vida diaria como ciudadano árabe de Israel, Haick dice que no quiere estar en ningún otro sitio.

«Escaparle a la realidad es fácil», comentó, rodeado de tubos y de frascos en su laboratorio. «Quedándome, tal vez pueda contribuir a la sociedad de la que vengo».

Fuente: elnuevodia.com

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