Trabajo en casa, prueba de responsabilidad y autocontrol

Varelia López Soto

Despertar minutos antes de la hora de entrada al trabajo, desayunar directo del sartén y no de un tupper calentado en el horno de microondas, evitar las horas muertas tras un volante para llegar al trabajo o a casa después de la jornada laboral. 

Estar en pijama o ropa cómoda y no tener que arreglarse en absoluto; pasar más tiempo con tus seres queridos o tus mascotas, suena al plan perfecto. ¿Pero en realidad lo es?

Trabajar desde casa es un arma de doble filo. Es una prueba de responsabilidad y auto control, pues de otra manera el trabajo se come tus horas de vida social y viceversa. En un abrir y cerrar de ojos terminas desconectándote a las 10 de la noche (si bien te va), sin haber hecho tus demás actividades. 

Sin embargo, debo confesar que no asistir a la oficina uno o dos días a la semana se convierte en un oasis y una bocanada de aire.

Puede que el hecho de trabajar desde casa impacte positiva o negativamente en tu productividad. Pero definitivamente se deben tomar medidas para que la “comodidad” de trabajar en casa no interfiera con las labores del día. 

Respetar el horario laboral es básico para saber cuándo conectarte, pero, sobre todo, cuando desconectarte. La jornada laboral dura ocho horas, las horas extra no son pagadas; por lo que uno debe aprender a ser productivo en ese periodo, no más.

Despertar antes de la hora de entrada, tender la cama, bañarse y desayunar, hacer las actividades que uno haría si fuera a la oficina son medidas de suma importancia para salir a la hora acordada. Si uno se conecta en una cama sin tender no solo está mezclando su vida laboral con su lugar de descanso, sino que aplaza el tiempo en el que realmente uno comienza a hacer su trabajo.

Tener un espacio en casa acondicionado para trabajar es lo ideal. Un escritorio cerca de una ventana, con buena luz y un monitor extra son apenas características primordiales para trabajar en casa. La hora de comida debe respetarse; ni una hora menos, ni una más.

Trabajar en casa tiene muchas ventajas, pero sobre todo retos. El mayor de ellos es estar solo. Ir a la oficina no solo representa trabajar en un lugar externo, sino también implica ver a tus compañeros de trabajo. Al final, el ser humano es un animal social y la convivencia es fundamental para su buen desarrollo. 

Uno no pasa sentado ocho horas en su escritorio frente a la computadora sin parpadear, sino que se toma pequeños descansos para ir por el café con sus amigos, bajar a fumar o salir a comprar su comida. Estar en casa te impide hacer estas pequeñas pero necesarias muestras de socialización. Y aunque puedas estar en contacto vía el chat del trabajo, no hay nada como la experiencia tangible.

Trabajar desde casa para mí es relativamente normal, pues la empresa para la que trabajo es internacional y mi equipo se encuentra en diferentes partes del mundo. Sin embargo, no es lo mismo trabajar desde casa un día, con la seguridad de poder hacer tu vida social con normalidad y que al siguiente regreses a la oficina, a tener que trabajar desde casa semanas enteras e incluso meses por cuestiones sanitarias. 

Definitivamente, se necesita disciplina, reglas claras, disponibilidad e imaginación. Los consejos previamente mencionados no solo se deben aplicar, sino reinventarse.

Publicado en Milenio

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