La rebeldía de las peloteras mayas: franelas no, enaguas sí

Rosa Santana

Descalzas y enfundadas en coloridos hipiles y fustanes de encaje, vestimenta típica de la región, 25 peloteras mayas peninsulares desafían las desigualdades sociales para conquistar su sueño: convertirse en un equipo profesional de softbol.

Ellas son las Diablillas Mestizas de Hondzonot, localidad de apenas 390 habitantes; se trata de un lugar olvidado en la selva quintanarroense en el municipio de Tulum. Desde esta diminuta aldea, el singular equipo de sofbolistas encendió una llama en favor de los derechos de las indígenas que ya se esparció en otras comunidades de la región. 

Fanáticas del beisbol, el equipo celebrará este domingo 19 su cuarto aniversario estrenando su primer uniforme: un hipil blanco con enaguas de encaje, que en adelante llevará en sus finos bordados flores en un tono rojo sangre, el color característico de la novena de sus amores: los Diablos Rojos del México. Y es por eso que en honor a ese equipo de la Ciudad de México estas peloteras se hacen llamar Diablillas.

Pero el nombre del conjunto también tiene un significado propio. Fabiola May Chulim, fundadora y capitana de la novena maya, dice que el apelativo también les vino bien porque en su comunidad han sido satanizadas por dedicarse a jugar y “descuidar sus obligaciones domésticas”.

Exorcizando esa idea de que la pelota es sólo para los hombres, sentencia: “¡Las mujeres también tenemos derecho a distraernos, a relajarnos, a divertirnos, y los hombres tienen que apoyarnos!”.

Fabiola agrega que su irrupción en el deporte atrajo los reflectores de la opinión pública hacia ellas, y eso ayudó a mujeres de otras localidades a sumarse a la rebeldía softbolista, romper prejuicios y ponchar la raigambre misógina.

Publicado en Proceso

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