Las prohibiciones que sufren las mujeres afganas cuestan legitimidad nacional e internacional a los talibanes

Tras la restricción impuesta por las autoridades de facto el pasado 5 de abril, que impide a las mujeres afganas trabajar para las Naciones Unidas, la representante especial del Secretario General para ese país, Roza Otunbayeva, indicó este miércoles en el Consejo de Seguridad que el gobierno talibán sigue sin dar explicaciones sobre esa prohibición ni tampoco ofrece garantías de que vaya a levantarse.

“No vamos a poner en peligro a nuestro personal nacional femenino, y por ello les pedimos que no se presenten en la oficina. Al mismo tiempo, pedimos a todo el personal nacional masculino que desempeña tareas no esenciales que se quede en casa para respetar el principio de no discriminación. Por último, nos mantenemos firmes: el personal nacional femenino no será sustituido por personal nacional masculino, como han sugerido algunas autoridades de facto”, explicó. 

La máxima responsable de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) recordó a las autoridades de facto el compromiso que adquirió Afganistán en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, como uno de los primeros miembros de la Organización en 1946.

“Entre ellas se incluye la obligación de respetar las prerrogativas e inmunidades de las Naciones Unidas y de sus funcionarios, incluidas las mujeres afganas que trabajan para nosotros”, apuntó. 

Por ello, constató la contradicción en la que vive el Talibán que pide ser reconocido por las Naciones Unidas y sus miembros, pero al mismo tiempo actúa en contra de los valores clave plasmados en la Carta de la Organización.

Otunbayeva pidió la derogación de las prohibiciones impuestas a las mujeres afganas que trabajan para la ONU y la de todas las restricciones anteriores que afectan a mujeres y niñas, como las que pesan sobre el personal femenino que trabaja para las oenegés o entidades diplomáticas, o el impedimento de asistir a centros de educación secundaria y terciaria no religiosos. 

“Según nuestras conversaciones con muchos interlocutores de todo el país, está claro también que estos decretos son muy impopulares entre la población afgana. Les cuestan a los talibanes legitimidad nacional e internacional, al tiempo que infligen sufrimiento a la mitad de su población y dañan su economía”.

Disparidad entre la realidad macroeconómica y la de los hogares

En opinión de la representante especial del Secretario General, la larga serie de restricciones impuestas oculta algunos logros positivos de las autoridades de facto, como la prohibición del cultivo de opio, que disminuyó considerablemente. 

“Al mismo tiempo, la economía del opio ha ayudado a sostener partes de la economía rural en Afganistán. Los donantes deberían considerar la posibilidad de asignar fondos a programas de medios de subsistencia alternativos que aborden las necesidades específicas de los agricultores afectados por la prohibición”, sugirió. 

Pese a la aparente estabilidad de la economía afgana – con un descenso de la inflación, logrando la estabilidad del tipo de cambio y con recaudaciones suficientes para financiar las operaciones del Gobierno- evidenció las dificultades del ciudadano de a pie.

“Sin embargo, esta estabilidad macroeconómica coexiste con una grave pobreza familiar. Según el Banco Mundial, el 58% de los hogares tienen dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. Los esfuerzos humanitarios de las Naciones Unidas siguen atendiendo las necesidades de los casi 20 millones de personas que necesitan algún tipo de ayuda. Afganistán, debo recordarles, sigue siendo la mayor crisis humanitaria del mundo”.

Avances dispares en cambio climático y lucha antiterrorista

En el apartado dedicado a la lucha antiterrorista describió un panorama desigual, ya que los esfuerzos gubernamentales para contrarrestar a la rama afgana del lSIS se vieron empañados por los atentados perpetrados por el grupo terrorista, tanto contra las autoridades de facto como contra la población civil.

Por último, expresó su preocupación por la vulnerabilidad de Afganistán al cambio climático, debido a que múltiples años de sequía agravaron los efectos del conflicto y la pobreza, un fenómeno que está provocando desplazamientos internos de población “que podrían ser desestabilizadores”. 

Las escuelas secretas vuelven a Afganistán

A continuación, en un emotivo discurso, la cofundadora y presidenta de la Escuela de Liderazgo de Afganistán, Shabana Basij-Rasikh, fundada en 2008 y que actualmente opera en Rwanda tras el retorno del Talibán al poder en 2021, rememoró sus sombríos recuerdos de infancia en Kabul bajo el régimen de la organización islamista.

“Nunca pensé que los talibanes estarían en condiciones de devolverme la oscuridad en la que viví de niña en los años noventa, una niña que asistía a escuelas secretas dirigidas por mujeres en Kabul, una niña que vivía con miedo porque era una niña afgana, una de tantas, que quería una educación. Nada más que eso. Sólo queríamos ir a la escuela. Y por eso, nuestras familias y nuestros profesores lo arriesgaban todo -todo- para que pudiéramos aprender”, explicó.

Basij-Rasikh confirmó la reapertura de los colegios secretos en Kabul y en otras provincias, e indicó la amplia aceptación que está teniendo su escuela al recibir cerca de 2000 solicitudes de estudiantes de comunidades afganas repartidas por todo el mundo.

“Dos mil niñas afganas. Dos mil familias afganas. Dos mil fuegos en la oscuridad, y cada uno de ellos representa el deseo inextinguible e inconquistable de acceder al derecho humano básico de la educación. Es nuestra tarea, la tarea del mundo, garantizar que estas llamas nunca se apaguen”, destacó.

Tras destacar que el secreto para conseguir un Afganistán estable y pacífico “es la educación de las niñas”, envió un par de recomendaciones a la comunidad internacional.

Garantizar la accesibilidad de internet en el país y que los refugiados afganos, especialmente las refugiadas, tengan acceso a una educación de calidad en sus países de residencia.  

“Las fronteras por sí solas no pueden contener la amenaza del extremismo. Ni tampoco limitan los beneficios que aportan las niñas instruidas. Las decisiones que se tomen aquí deciden la trayectoria en espiral en la que gira mi patria: hacia abajo, hacia la oscuridad, o hacia arriba, elevándose, hacia la esperanza del mañana.

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