“El principal problema que enfrentan las madres buscadoras en México es la apatía de las autoridades”: Ludovic Bonleaux

Héctor González

Año con año, Mary Martínez viaja desde Honduras a México para buscar información sobre su hijo Marco Antonio, quien se encuentra desparecido. Él como cientos de centroamericanos, cruzan el país con miras de llegar a Estados Unidos, él como muchos también, no cumplen su cometido.

Según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación, entre 2010 y 2023, un total de mil 193 centroamericanos han sido registrados como desaparecidos en el país. Con el objetivo de mostrar los problemas que enfrentan los familiares quienes desaparecen en el camino rumbo a la frontera norte, el realizador francés Ludovic Bonleux filmó Toshkua, título tomado del idioma pech, propio de una comunidad indígena hondureña y que en español significa “desaparecer”.

¿Cómo llegas a la historia de Mary Martínez y Francisco?

Llegué a México hace 25 años y desde 2002 empecé a trabajar con familiares de desaparecidos. Hice varios documentales y después de mi película Guerrero, quise ampliar un poco más mi campo de acción hacia el tema en Latinoamérica. Me interesa mucho la organización de colectivos de búsqueda en el país y en Centroamérica, por eso decidí enfocarme en las madres buscadoras de migrantes de desaparecidos. Mary es integrante de un movimiento llamado Caravana de madres de migrantes desaparecidos que cada año viene a México para intentar encontrarlos.

Desgraciadamente historias como la de Mary hay muchas, ¿por qué centrarse en ella?

Todas las madres, padres y hermanos buscadores son dignos de un documental, pero como documentalista me resulta más interesante enfocarme en un solo personaje que resulte representativo de todos los demás. Mary me llamó la atención por la forma en que organizaba a sus compañeras, tiene una voz llamativa que invita a ser escuchada. Además, Marco Antonio su hijo, desapareció en La Ribereña, una carretera fronteriza ubicada entre Nuevo Laredo y Reynosa, es decir nos permitía hacer un amplio recorrido de sur a norte y en una zona muy conflictiva.

Muchas víctimas de desaparición forzada se sienten usados por periodistas o documentalistas que filman sus historias y después los olvidan. ¿Cómo te ganaste la confianza de Mary?

Mis documentales hablan por mí, es decir, sigo siendo amigo de las personas con quien trabajo y si puedo apoyarlas después de las películas lo hago. Paso mucho tiempo con ellas, hicimos cinco o seis sesiones de filmación y estuvimos durante la caravana. La visité primero solo en Tegucigalpa, la he traído a México para comentar la película y además la ayudamos a agendar citas con el MP o para encontrar pistas de Marco Antonio.

La película pone énfasis en el arrojo de los familiares de los desaparecidos frente a la inoperancia del Estado.

La desaparición forzada es una doble tortura, por un lado, tenemos a la persona secuestrada y por el otro, el dolor y el trauma que supone para la familia no saber nada. Quien lucha para encontrar a su familiar primero debe vencer la depresión propia de esta situación, después debe ir contra el miedo y en el caso de los centroamericanos necesitan hacer el esfuerzo de venir a México y seguir el camino que siguieron sus hijas e hijos para encontrar alguna pista. Su valor y dignidad es ejemplar.

¿Qué conclusiones sacas del paso de la migración centroamericana por México?

Es un tema actual, pero ya con historia. Desde luego la migración ha aumentado y si bien en México se otorgan algunas visas, también hay supuestos accidentes como el ocurrido en una estación migratoria en Ciudad Juárez en marzo de 2023. Por si fuera poco, la delincuencia no para de secuestrar a quienes recorren el país rumbo a la frontera. Sin duda es un asunto que requiere acciones inmediatas, pero en particular acciones humanitarias. Los flujos migratorios por desgracia no van a parar. La inestabilidad política y el cambio climático son factores que motivan a buscar refugio en los países del norte. Un lema de las madres de los migrantes desaparecidos es “migrar es un derecho y no una obligación”.

La película se sostiene también en la historia de Francisco, el decano de la etnia pech.

A él lo conocí cuando me invitaron a hacer un documental sobre una lingüista que trabaja en la selva de la Mosquita. Me interesó mostrar el peligro que corre su idioma y el entorno en que viven para ligarlo al fenómeno migratorio. Don Francisco ve como sus tierras están siendo destruidas por los invasores y cómo a sus hijos no les queda más opción que intentar llegar a Estados Unidos. Él representa una reflexión sobre este sistema económico. La película se llama Toshkua porque esa palabra significa desparecer en el idioma pech.

¿Esta línea más de crítica el sistema estuvo clara desde el principio?

No, un documental es un animal vivo que evoluciona conforme se hace. Al principio quería enfocarme más en las buscadoras mexicanas, pero poco a poco se extendió a Centroamérica y gracias a eso pude hablar de la dinámica de la desaparición forzada en la región desde la Guerra Fría.

¿Cuál es el principal problema que las buscadoras centroamericanas encuentran en México?

El principal problema que enfrentan es la apatía de las autoridades. Si bien existen mesas de búsqueda o comisiones, las autoridades locales no tienen la capacidad o voluntad de apoyarlos, en Tamaulipas es evidente que están ligadas con el crimen organizado y por tanto es imposible encontrar una pista de Marco Antonio. La desaparición en México es una emergencia humanitaria, oficialmente hay más de 110 mil desparecidos y según estudios de la ONU con la infraestructura actual tardaremos más de cien años en identificar los cuerpos. Faltan personas para las investigaciones, pero falta también voluntad.

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