Violencia contra trabajadoras del hogar persiste, afecta a una de cada cuatro

Blanca Juárez

Al menos una de cada cuatro empleadas del hogar en la región ha vivido o está viviendo algún tipo de violencia, según un informe de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlactraho).

Pero debido a que “las mujeres hablan poco de violencia de género, y, en particular, de violencia sexual”, es muy probable que sean muchas más las afectadas, advierte el Estudio sobre Racismo, Discriminación y Violencias de Género en el Mundo del Trabajo, recién publicado.

La investigación fue realizada por la Fundación Shungo que, a través de encuestas recopiló las experiencias de trabajadoras del hogar en México, Ecuador, Colombia, Brasil, Honduras, Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Perú.

Los hallazgos muestran que “en efecto, el trabajo del hogar remunerado ‘tiene color’, en el sentido que existe una sobrerrepresentación de personas afrodescendientes e indígenas, que experimentan cotidianamente la violencia de ese sistema (colonial)”.

Otro elemento para destacar, entre muchos aspectos importantes, es que la investigación tomó en cuenta a mujeres trans trabajadoras del hogar y su experiencia tan particular.

En la región, entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). De las cuales, se cita en el informe, “la aplastante mayoría, el 93%, son mujeres”.

Eso significa que entre 2.7 y 4.5 millones de trabajadoras del hogar en la región han podido identificar la violencia verbal, psicológica, sexual o física. Pero muchas más “no tienen herramientas para nombrarlas” y por eso no las señalan, o no lo hacen “porque es un tema tabú que las avergüenza”.

Por ello, señala la Conlactraho y Fundación Shungo: “la tarea fundamental es liberar la palabra porque no se puede dar respuesta a un problema que no ‘existe’, entendiendo que si no se lo puede nombrar, no existe”.

¿Cómo son las trabajadoras y las violencias que viven?

Al leer el reporte, se observa cómo las violencias, discriminaciones, racismo y clasismo que viven las trabajadoras del hogar se aglomeran una tras otra sin tregua ni orden. El inicio pudiera ser el “pasado colonial”, cuyas implicaciones siguen presentes en las instituciones y sociedades.

Pero antes de continuar con los resultados algunos datos de las trabajadoras participantes: el 37% ha migrado del campo a la ciudad, el 23% ha migrado fuera de su país y el 40% no ha migrado a lo largo de su vida. La mayoría, el 44% estudió la secundaria completa, el 1% no sabe leer ni escribir y el mismo porcentaje cuenta con posgrado.

La mayoría gana un salario mínimo al día. En general, no reciben prestaciones por su trabajo, “pero el porcentaje es mayor entre las personas indígenas, en donde el 80% no percibe beneficios”.

Ahora, sobre las violencias basadas en género, el 75% reportó haber sido víctima de violencia verbal; el 68%, psicológica; el 21%, sexual; el 19%, física, y 3%, otro tipo de violencia.

La investigación dio seguimiento a esas respuestas, por lo que se puede saber que nueve de cada 10 trabajadoras violentadas tuvieron afectaciones en su vida. El 37% identificó daños psicológicos, como baja autoestima, fragilidad, impotencia. Y el 22% tuvo consecuencias financieras: pérdida de empleo o reducción de ingresos.

Son principalmente el empleador y la empleadora quienes violentan a las trabajadoras, pero en la mayoría de los casos las agresiones vienen también de hijos, hijas y parientes de los empleadores. El 55% de las personas perpetradoras de violencia es blanca y el 34%, mestiza.

Al analizar la violencia contra las trabajadoras del hogar según su orientación sexual o identidad de género, el reporte indica que quienes más son atacadas en su lugar de trabajo son las mujeres trans:

  • Mujer transgénero, 39%
  • Mujer heterosexual, 25%
  • Mujer bisexual, 15%
  • Mujer lesbiana, 13%
  • Otro, 26%

Racismo y clasismo contra trabajadoras del hogar

“Prácticamente todas las mujeres encuestadas han sido objeto de violencia racista o discriminación por su color de piel, forma de vestir, cabello, lenguaje, así como por su procedencia, nivel de escolaridad y tipo de trabajo que realizan”, señala el reporte.

Los estereotipos sobre el oficio del trabajo del hogar se suman a “los prejuicios e imaginarios sociales asociados a la clase y la raza”, haciendo una mezcla perfecta para agravar el maltrato.

El 42% de las trabajadoras del hogar señaló haber vivido discriminación en el empleo por dedicarse a esa labor, mientras que el 19% debido a su color de piel y el 21% por su acento, forma de hablar o lenguaje.

Pese a que el racismo y la violencia de género se ejercen continuamente contra las trabajadoras del hogar, “en ninguno de los grupos focales o en las entrevistas a profundidad” se mencionaron como problema central.

Las agendas de la mayoría de las trabajadoras y de sus organizaciones están centradas en el salario digno, beneficios de la ley, derechos laborales, seguro médico y jubilación, indica el reporte.

Quizá se deba a que el 41% de las mujeres trabajadoras del hogar encuestadas se identifican como mestizas; el 30%, como afrodescendientes o negras; 25%, indígenas; el 4% como otras identidades.

“En las sociedades con pasado colonial y estructuras racistas, la autoidentificación étnica ‘mestiza’ suele obedecer, entre otros factores, a un ‘blanqueamiento’ como estrategia de supervivencia ante el racismo imperante”.

Por lo tanto, las agendas políticas también se homologan a las peticiones de otros gremios obreros. Sin embargo, la Conlactraho y Fundación Shungo, destacan que la intersección de violencias que viven: de género, racismo y clasismo, es “que se configura una deshumanización de las trabajadoras del hogar”.

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