Mujeres, esposas entre sí, tramitan amparo para que hija tenga apellido de ambas

Carmen nació en Tepic a mediados de enero, pero no fue aceptado el registro con apellidos de sus madres, aunque cuentan con acta de matrimonio.

Por: Oscar Verdín Camacho

Mucho amor, y nada más que amor” es lo que la pequeña Carmen recibe de sus madres María y Fernanda. La abrazan, la cobijan sumando las cuatro manos a la vez.

Es la mañana del lunes uno de febrero. La piel en tono rosa y el dulce olor que encanta, Carmen duerme, cargada y arrimada al pecho de una y de la otra mujer. Aún no cumple un mes de nacida.

El reto que la bebé trae a cuestas parece histórico: si batalló en un parto que sería natural pero que terminó en cesárea para surgir del vientre de María, ésta y Fernanda son una de las parejas del mismo sexo que en 2015 contrajo matrimonio por lo civil en Nayarit, a través de un amparo, y ahora recurren a similar vía para conseguir el registro de Carmen y que lleve apellidos de las dos.

Ambas profesionistas, María habla con calidez:

“Pienso que mucha gente se confunde. Creen que si dos mujeres tienen una hija va tener la misma tendencia que sus madres. Y no es así. La vamos a educar como niña, como mujer, no la vamos a vestir como hombre, y cuando ella crezca podrá tener novio y la vamos apoyar y respetar”.

María y Fernanda entablaron comunicación por primera vez en el año 2011 a través de una página de Internet. Luego se conocieron personalmente.

Comenta María: “ella fue mi primera y única novia”. Y Fernanda completa: “por ella soy una mejor persona”.

En el 2014 empezaron a vivir juntas y un año después, además del matrimonio civil decidieron tener un hijo y que fuera en el vientre de María.

“Los tiempos de Dios son perfectos. La bebé llega en el momento adecuado”, comenta Fernanda.

María agrega que nació y se formó en una familia de profunda creencia católica, sin que haya interferido en su relación con su esposa. Al contrario, la bebé significa una alegría para todos, incluida la familia de Fernanda.

EL AMPARO

A petición concreta, los tres nombres ya anotados no corresponden al caso real. Fue la única condición para aceptar hablar con este reportero.

Aunque María y Fernanda tienen acceso al Seguro Social y al ISSSTE, la niña no cuenta con ese beneficio de seguridad social porque aún no se acepta su registro -tramitado en el Registro Civil de Tepic- como hija de las dos, sino que se sugirió que llevara los apellidos únicamente de su madre biológica.

Y es la razón por la que en la segunda quincena de enero el despacho del abogado Alfonso Nambo Caldera promovió el respectivo amparo ante un Juzgado de Distrito. Anteriormente, Nambo obtuvo el amparo para que esta pareja contrajera matrimonio.

“Si se atiende a la esencia de los artículos 1º, 4º, 14 y 16 de la CPEUM (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), debe inferirse que la determinación que se señala como acto reclamado resulta violatoria de nuestra dignidad y, en ese contexto, trastoca nuestro derecho humano al libre desarrollo de la personalidad y a la privacidad, en la medida que se aparta de los principios de legalidad, igualdad, no discriminación y, sobre todo, del interés superior del niño”, se explica en el juicio de garantías.

El documento reclama que el director del Registro Civil aseveró diversos aspectos y que ahora combaten: por ejemplo, que la niña no es hija de Fernanda o que, para no violentar los derechos de identidad de la menor, ni de discriminación, se le reconocería el derecho del registro a María y que llevara sus apellidos.

Por ello en el amparo se reclama que “el director del Registro Civil de Tepic, Nayarit, acorde con el principio de legalidad, está impedido para inferir “…de quién es hijo o de quién no es hijo, un neonato. En todo caso, esa atribución es inherente a una autoridad judicial. Incluso, conforme al artículo 69 del Código Civil de Nayarit: ‘se prohíbe absolutamente al Oficial del Registro Civil y a los testigos que conforme el artículo 58 deben asistir al acto, hacer inquisición sobre la paternidad”…

Se insistió ante el juzgado federal la presunción humana que realizó el director del Registro Civil, en el sentido de que la bebé es hija de María pero no de Fernanda, discriminándola por razones de género, “…con absoluto desdén de la prohibición emanada del artículo 69 del mismo ordenamiento legal; máxime que no existe sentencia judicial que impida que se asiente a las suscritas como progenitoras –sin distinguir que una es progenitora biológica y la otra es progenitora afín-, porque al presentar a nuestra menor hija, neonata, para su registro, exhibimos nuestra acta de matrimonio”.

Y continúa asentando:

“Nuestra hija, neonata, tiene derecho a una familia; nuestra familia tiene por presupuesto un matrimonio, o sea el de las suscritas quejosas, en cuyo caso el Estado debe garantizar su protección integral. “Luego, con independencia de que nuestra hija haya nacido en el contexto del matrimonio o fuera de él, adoptada o procreada naturalmente o con asistencia científica, tiene iguales derechos y deberes. “Cualquier restricción, en este caso la resistencia a registrarla y asignarle los apellidos paternos de quienes la presentamos para su registro, cumpliendo con los recaudos del artículo 59 del Código Civil de Nayarit, la hace objeto de un trato indigno, así como de discriminación jurídica y afecta su derecho al libre desarrollo de la personalidad”.

“LA IGLESIA DEBE EVOLUCIONAR”

María y Fernanda coinciden que lucharán hasta lograr que Carmen lleve los apellidos de ambas, pero como el amparo puede tardar meses, les preocupa no tener el acta de nacimiento para darla de alta en el Seguro Social y el ISSSTE.

Y uno aspecto más: existe el deseo para que la niña sea bautizada, confirmada, haga su primera comunión o incluso llegue a casarse, dentro de la religión católica.

“La iglesia tiene que evolucionar”, sintetiza Fernanda, sabedora que jerarcas católicos se oponen a los matrimonios entre personas del mismo sexo.

“Nosotros nos ganamos la vida de manera honesta, con trabajo. Estamos formando una familia y no hacemos mal a nadie. Estamos exigiendo un derecho”.

María recuerda que en su adolescencia estudió en un colegio con fuerte influencia católica. Tuvo algún novio varón, pero le era imposible seguir engañándose:

“Cuando estudié la carrera profesional me di cuenta que no era la única persona así. Que había mucha gente, pero la mayoría calla porque tiene miedo. A nosotras no nos gusta el escándalo o llamar la atención en la calle. No, simplemente estamos formando nuestra familia. A nuestra hija la recibimos y la estamos formando con mucho amor, nada más que amor”.

Fuente: Relatosnayarit.com

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