400 millones del Fideicomiso de la Jubilación Dinámica para despachos jurídicos

Por: Richard Lizárraga

“¡Allá va el ladrón! ¡Allá va! ¡Atrápenlo! ¡Atrápenlo!”, gritan aquellos delincuentes que buscando distraer a sus víctimas o a la sociedad, acusan a otros para aprovechar el tiempo de distracción para huir y “lavarse las manos” de los latrocinios que cometen. El modus operandi no ha podido ser desarraigado de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

La “mafia legítima” integrada por falsos dirigentes universitarios, que ni siguiera son universitarios, y varios despachos jurídicos, no se han cansado de conspirar contra la institución con un claro objetivo: cobrar altos porcentajes económicos de las demandas que encausan contra el alma mater sin importarles “tronar” programas de fortalecimiento institucional.

¿Cómo han alcanzado cometer tantos agravios contra la UAS y sus trabajadores? Primero, disfrazándose de “luchadores sociales”, cuando en realidad son mercaderes del derecho; segundo, montando una sofisticada red de apoyo informativo, con especialistas en distorsionar la verdad, con maestros en la difamación, siempre dispuestos a desencadenar la furia contra todo aquel funcionario o aliado de la universidad que construya programas en beneficio de los trabajadores.

Programas que los falsos líderes y abogados olímpicamente califican de negativos o perjudiciales para “tumbarlos” y cobrar un porcentaje por la “defensa legal” de los uaseños, cuando en realidad es que los hunden y desestabilizan a la universidad.

Bien dicen y dicen bien que los mejores litigios contra la UAS, con altas ganancias económicas para los despachos jurídicos y apócrifos dirigentes sindicales, se han cocinado en simbiosis con los medios de comunicación, como si los dueños o concesionarios de las empresas editoriales o radiofónicas llevaran un porcentaje de la ganancia de los juicios.

El más reciente negocio de los traficantes del derecho y líderes apócrifos fue socavar los ingresos que alimentaban el Fideicomiso de la Jubilación Dinámica, para, en la ruta de los juicios, consumadas las sentencias, llevarse alrededor de 400 millones de pesos del fondo económico acumulado que garantizaba el pago de la doble jubilación a los trabajadores académicos y administrativos.

Van algunos datos para la comprensión: Las “demandas”, ejercicios practicados por los integrantes de la que hoy se conoce como la “mafia legítima”, tuvieron un tiempo de parálisis tras el asesinato en el 2005 de Enrique Ávila Castro, director de asuntos jurídicos de la UAS.

En los días anteriores al crimen, además de su oposición a “negociar” con quienes fabricaban juicios laborales para saquear el erario universitario, el funcionario de la UAS investigaba el desvío de varios millones de pesos y el otorgamiento irregular de 300 plazas sindicales, por lo que había personas interesadas en que se frenaran estas indagatorias financieras y administrativas y no se dieran a conocer.

El cadáver de Enrique Ávila fue localizado el 22 de junio del 2005 en el lecho del río Piaxtla, en el municipio de San Ignacio.

A un año del crimen -en el 2016 permanece aun archivado en la PGJE-, Gonzalo Armienta Hernández, en aquel entonces director de la Facultad de Derecho, acusó del homicidio a un “grupo interno” que había vivido en el poder (universitario) durante muchos años, pero se negó a dar nombres, porque “para eso están las autoridades”, dijo.

Después del asesinato las demandas laborales contra la UAS disminuyeron. Los dueños de algunos bufetes jurídicos se replegaron temerosos de que la indagatoria criminal los alcanzara. Las líneas de investigación no exploradas por la Procuraduría de Justicia conducían y conducen precisamente a ciertos despachos, cuyos titulares nunca han sido citados a declarar por la Procuraduría de Justicia.

Reinicio de las demandas laborales

Después de algunos años, tiempo en el que varios acusados del crimen salieron en libertad, exonerados de toda culpa, y en que la PGJE suspendió las investigaciones, las demandas contra la UAS se reactivaron, pero contra un nuevo objetivo: el Fideicomiso de la Jubilación Dinámica, ya convertido en un “rico filón”, en un codiciado botín para los despachos jurídicos y los falsos líderes sindicales.

Para centrar el tema: los trabajadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa son privilegiados ya que reciben dos pensiones al concluir su ciclo laboral: la del Instituto Mexicano del Seguro Social y el cien por ciento de su sueldo, íntegro, conocido como “jubilación dinámica”.

Las instituciones de educación superior llamadas federales que se encuentran en la ciudad de México únicamente están sujetas al régimen de pensiones y jubilaciones del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE); es el caso del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y las universidades Nacional Autónoma de México y Autónoma Metropolitana.

La UAS no. Sus trabajadores jubilados gozan de dos pensiones.

Datos al canto: 1.- La doble pensión universitaria, que se agregó a la del IMSS, data del periodo de Eduardo Franco, quien llegó a la rectoría de la UAS el 8 de junio de 1977 (….). 2.- Al asumir la rectoría (2005-2009), Héctor Melesio Cuén Ojeda enfrentó, de inmediato, el reclamo de la Secretaría de Educación Pública y Cultura y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Las dependencias se negaban a entregar el presupuesto a la universidad porque carecía de un sistema contable-administrativo confiable.

Las autoridades hacendarias exigían, además, la cancelación de la jubilación dinámica, argumentando que el presupuesto asignado a la UAS era para educación y pago de salarios, no para cubrir pensiones, ya que esa responsabilidad recae en el IMSS, en este caso.

Después intensos diálogos, la SEP y la SHyCP ofrecieron dos opciones para la entrega del presupuesto universitario: la desaparición de la doble pensión para que los jubilados se quedaran únicamente con la prestación del IMSS, o crear la figura del fideicomiso para que, con aportaciones de los trabajadores y las adicionales del gobierno federal, se pudiera continuar con el pago de la sobreprestación pos-laboral.

Héctor Melesio Cuén se solidarizó con los jubilados y en el 2008 la UAS optó por crear el fideicomiso para garantizar el pago de la jubilación dinámica, esquema que se consolidó con el respaldo de los sindicatos -académico y administrativo-.

No hubo en aquel entonces oposición a la vista. Al paso de algunos años, al llegar al 2014, el fideicomiso que garantizaba el pago de la Jubilación Dinámica por 20 años– doble prestación pos-laboral-, había alcanzado, gracias a la aportación de los trabajadores y la propia universidad, acumular varios millones de pesos que despertaron la codicia de los despachos jurídicos y de apócrifos líderes sindicales.

Medrano y los negocios de la “asesoría”

Con disfraz de “lucha social”, apoyado por un engranaje de comunicación – con el golpeteo de la ex diputada del PRD, Teresa Guerra Ochoa, dueña de uno de los despachos jurídicos-, el ex universitario, que se hace llamar “secretario legítimo” del Suntuas-sección administrativo e intendencia, Marco Antonio Medrano Palazuelos, emprendió así una campaña para “disolver” el fideicomiso.

El plan fue claro: llevarse una “tajada” de los recursos que se le regresarían a los trabajadores. En la conspiración de inmediato se apuntaron los despachos de Teresa Guerra Ochoa, Martín Juárez y Jorge del Ángel y otros más.

La campaña de desinformación para darle “vialidad” a la desaparición del Fideicomiso para la Jubilación dinámica se centró en su fundador: Tere Guerra Ochoa, emprendió una campaña de difamación contra Héctor Melesio Cuén Ojeda. Al interior de la UAS, Medrano hizo lo suyo agitando a los universitarios, sobre todo a los jubilados.

No fueron pocos los que se engancharon. Vestido con el ropaje de “izquierdista” –fue a parar en el 2015 en candidato a diputado por Morena, en el distrito federal 07-, Medrano encauzó a los inconformes hacia sus despachos favoritos. Los jubilados se olvidaron, por instantes del pasado de

Medrano Palazuelos: en julio del 2010 se autonombró dirigente sindical del Suntuas-administrativo, apoyándose en un proceso sindical que por irregular fue cancelado por la comisión de elecciones, la cual convocó a nuevos comicios en los que se negó a participar alegando que había triunfado en las elecciones primarias.

Desde aquellas elecciones sindicales, sin que ninguna autoridad de la Secretaría del Trabajo o de la Junta de Conciliación y Arbitraje, le haya toma nota ni firmado el documento en donde hiciera constar el registrado de la directiva como órgano ejecutivo y representativo del Suntuas-administrativo, Marco Antonio Medrano siempre se ostenta como “dirigente legítimo” de los trabajadores uaseños.

Así las cosas, al no acreditar entonces la legitimidad de elección, Medrano Palazuelos fue llamado a regresar a trabajar a las aulas, en su base; al negarse a regresar a sus labores, las UAS lo despidió. Aun así se sigue faroleando con una aparente figura de universitario. Y no solo eso, usurpando funciones, firma documentos como secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa, sección administrativos e intendentes.

Desde aquella elección de julio del 2010 se han celebrado ya otros tres comicios para el relevo o reelección de dirigentes del Suntuas-administrativos, y Medrano insiste en que él es el “dirigente legítimo”.

¿Por qué esa obstinación en engañar a los trabajadores de la UAS? ¿Por qué no se va? La explicación está en los negocios que cuaja con los trabajadores. Quedó cebado: laboró para el ex rector Rubén Rocha Moya. Cuando se le otorgó un nombramiento de confianza demandó a la universidad “ganándole” un prefabricado juicio que le costó a la universidad más de un millón y medio de pesos.

Teniendo en su poder la secretaría de trabajo del Suntuas-académico orquestó el fraude laboral más grande en la historia de la universidad: más de 400 amigos, compadres y familiares, ingresaron a laborar a la universidad sin tener ningún derecho, todo gracias a los nombramientos firmados por el “gran sindicalista”. Curiosamente esos empleados de la universidad resultaron ser los mismos que interponían demandas laborales contra la UAS para sangrarla económicamente, asesorados por los despachos jurídicos de este personaje y de otros de su corriente “izquierdista”

Otro negocio enriqueció a Medrano: Botas, bolsas, chamarras y otros artículos con los logotipos oficiales de la universidad, fueron vendidos y descontados vía nomina sin que nadie se opusiera, sin pagar impuestos, personal de cobranza, o sin la posibilidad de que alguien le fallara a la hora del pago ya que el descuento era incluido en su quincena. Mes con mes se le veía arribar al departamento de finanzas por cheques millonarios producto de su vendimia: el negocio era redondo.

Con parte de las ganancias, el apócrifo “líder sindical” financiaba las campañas internas que se acostumbraban en el pasado de la vieja UAS para elegir a autoridades preparatorias, escuelas y facultades: el pago de fiestas, borracheras, carnes asadas y propaganda electoral, salían generalmente de los “bolsillos” de este personaje.

Actualmente la “mafia legítima” controla “la caja de ahorro y préstamo” de los jubilados, asociación apócrifa que no representa realmente a ese sector, arca que de manera agiotista presta con intereses exorbitantes.

Cayeron los primeros ingresos

Para la dirigencia apócrifas y los despachos contables el primero y segundo ingreso del Fideicomiso de la Jubilación Dinámica cayó en el 2015. Luego de “ganar” la demanda para la devolución del fideicomiso, 380 trabajadores jubilados recibieron en total 28 millones de pesos, distribuidos de acuerdo a sus aportaciones.

Los trabajadores se llevaron sus primeras sorpresas: sobre los mil pesos iniciales para interponer la demanda y a las cuotas mensuales que se les pedía para continuar “la lucha”, los despachos que los asesoraban les descontaron el 10, 15 y hasta el 30 por ciento, individualmente, del monto de lo devuelto vía la Junta de Conciliación de Arbitraje.

Posteriormente, otros 846 trabajadores recibieron 60 millones de pesos; los despachos de “asesores” se apresuraron a cobrar “su parte”.

Debido a que no estaban dadas las condiciones para seguir sosteniendo el Fideicomiso, el rector y las autoridades del sindicato –académicos y administrativos- acordaron cancelarlo, y suspender los beneficios de la Doble Jubilación, a partir del 2016, a los trabajadores de nuevo ingreso.

El rector Juan Eulogio Guerra precisó que la UAS no estaba en condiciones económicas de pagar nuevas contrataciones con el beneficio de la prestación jubilatoria. El propósito de la “mafia legítima” y los despachos había logrado al final su propósito: “disolver” el fideicomiso y cobrar por porcentajes por las devoluciones.

El regreso de las aportaciones al Fideicomiso a empleados en activo y jubilados fue programado por las autoridades de la UAS, quien puso a disposición despachos jurídicos gratuitos para que los aportantes llenaran formatos, tipo demandas, para cumplir el requisito legal ante la Junta de Conciliación y Arbitraje y proceder a entregar los dineros.

Desesperados porque veían que el negocio se les iba a caer, Medrano y los despachos jurídicos corrieron la versión de que las demandas se tenían que encauzar por la vía del “sindicato legítimo” y los bufetes, principalmente el de Tere Guerra Ochoa. Circularon volantes pidiendo únicamente mil pesos para interponer las demandas.

En este escenario de “rapiña jurídica”, con motivo de la devolución de las aportaciones al Fideicomiso para la Jubilación, la administración central de la UAS depositó cheques por un monto global de 564 millones de pesos ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA), para dispersar los recursos correspondientes a cada uno de los 8 mil 301 trabajadores universitarios enlistados.

Fausto Rubén Ibarra Celis expresó que “es un gran acierto de la Universidad, porque esto la acerca más a sus trabajadores, de cierta manera legítima el quehacer nuestro. Qué bueno por los trabajadores universitarios, porque para nosotros es un logro, ya que finalmente el diálogo, la cordura, la transparencia y la equidad fue lo que imperó”.

Sin embargo, Marco Antonio Medrano y los despachos de despachos de Teresa Guerra Ochoa, Martín Juárez y Jorge del Ángel, pegaron el “grito en el infierno”. Sus clientes, universitarios despistados, no fueron incluidos en este paquete de devolución del fideicomiso, porque en las demandas incluyeron otras exigencias.

Quieren ahora que los trabajadores se jubilen con únicamente con 25 años de servicio en activo y menos de 55 años de edad, lo que provocaría un colapso financiero a la UAS y al IMSS pues aumentaría la carga económica jubilatoria. De la universidad estarían saliendo empleados, biológica y mentalmente, jóvenes, con doble jubilación, a excepción de los que ingresen a trabajar a partir del 2016.

La Junta de Conciliación y Arbitraje consideró descabellado la inclusión en la demanda de devolución de los recursos del fideicomiso incluir la reducción de la edad para jubilarse. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior se inclina porque las jubilaciones se otorguen con 28 o 30 años de años trabajo en activo

El IMSS tiene otras normas: hasta los 64 años de edad el asegurado alcanza el 95 por ciento del total de la pensión.

Pero eso no les interesa a los “líderes apócrifos” y los despachos jurídicos pues para ellos los negocios son las demandas, por más descabelladas o perjudiciales que sean para el patrimonio de la UAS.

Lograron ya “desaparecer” el fideicomiso. La UAS cuenta hasta con fondos-recursos para seguir pagando la doble jubilación, pero ¿hasta cuándo le alcanzarán? Persisten los recortes federales a los presupuestos universitarios y la intención del gobierno federal es en el sentido de tomar medidas extremas contra las universidades que usan recursos destinados a la educación, la ciencia, la investigación, la cultura y las artes, al pago de pensiones “dinámicas”.

La Jubilación Dinámica, que ya no alcanza para los trabajadores de nuevo ingreso, pende ahora de las decisiones de la SHyCP y la SEP. Los trabajadores quedaron únicamente con el respaldo de los funcionarios de la UAS ¿Y si el gobierno federal exige de nuevo crear el fideicomiso? ¿Qué explicación le darán Medrano Palazuelos y la Tere Guerra y “asociados” a los trabajadores de la universidad?…

Seguramente gritarán, como hasta hoy: “¡Allá va el ladrón!”, soltando, también, sonoras carcajadas cargadas de cinismo

Publicado en proyecto3.mx

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