El IMSS, entre promesas incumplidas y fracasos

Araceli Damián

La semana pasada el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) presentó un programa piloto, que se pondrá en marcha en Nuevo León, que busca, según su Director General, cambiar el enfoque curativo por uno preventivo en las cuatro principales enfermedades crónico-degenerativas que causan el mayor número de muerte en el país: diabetes, males cardiovasculares, cáncer de mama y de próstata. Aunque se presentó como un nuevo esquema que nunca había sido llevado a cabo por el Instituto, es más bien el relanzamiento del PREVENIMSS, que inició operaciones desde 2002 y que no ha mostrado éxito alguno.

Suena razonable que, por el elevado costo, no sólo económico sino humano, que causan tales enfermedades, se impulsen medidas preventivas. No obstante, lo realizado por el Instituto deja mucho que desear. De acuerdo al Informe de Fiscalización de la Cuenta Pública 2015, elaborado por la Auditoría Superior de la Federación, el desempeño de los programas de prevención y control del cáncer, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares del IMSS presentan serias deficiencias. Por ejemplo, se desconoce el número de derechohabientes que padecen estas enfermedades y, por tanto, no se sabe si cuentan con la infraestructura y el personal necesario para atenderlos.

Es alarmante el escaso efecto de los programas de prevención. La Auditoría señala, por ejemplo, que “en 2015 el IMSS obtuvo una cobertura de detección de cáncer de mama de 0.6%, al detectar a 84 mil 600 mujeres positivas a la enfermedad, respecto de las 13 millones 796 mil mujeres en riesgo de padecerla”,1 y en el caso de cáncer cérvico uterino la detección fue aún más baja, de 0.1%.

Esta “nueva” propuesta se da, además, en medio de constantes denuncias de falta de medicamentos, retraso en citas médicas e intervenciones quirúrgicas, así como de denuncia sobre el trato indigno que se da en muchas ocasiones a los pacientes. La semana pasada recibí una denuncia sobre las deplorables condiciones en las que son atendidos los pacientes que llegan a Urgencias del Hospital General Regional (Clínica 72), del IMSS, en Tlalnepantla, Estado de México. De acuerdo con la narración de hechos:

La sala de Urgencias es un cuarto de unos 10 metros de largo por 5 de ancho. En ella están “hacinados” entre 20 y 25 pacientes (hombres, porque hay una sala similar para mujeres). Seis pacientes tuvieron la suerte de que se les asignara una camilla (no una cama, una camilla). Los otros 15 (aproximadamente), pasan días y noches SENTADOS en sillas de metal (como las que hay en la sala de espera), sobre un pañal, conectados a su tripié que sostiene el suero o el oxígeno que está en la pared, según sea el caso. Así pasan DÍAS Y NOCHES, sentados.

Por si no fuera suficiente con soportar las malas condiciones de la sala de Urgencias, los familiares tienen que realizar actividades de limpieza (lavar cómodos y recipientes para orina, cambio de pañales a los adultos, etc.). La angustia de familiares se acrecienta dado que las horas de visita son restringidas y cuando se les permite ingresar, algunos pacientes muestran signos de abandono por falta de personal (enfermeras, camilleros, médicos), en un ambiente carente de higiene. De acuerdo con el mismo relato:

A la hora de darle sus medicinas (que las tienen que llevar los familiares, pues el IMSS “no tiene”), hay que llevarles AGUA, pues “no hay agua”. Repito: no hay agua … A la hora de la comida, les llevan sándwiches (a los que lo tienen permitido en su dieta) y/o gelatinas en vasito. No les dan ni cuchara ni tenedor … Hay personas que no pueden alimentarse por sí solas. A los familiares apenas les dan tiempo para alimentar a su paciente, sin cubiertos, sin agua. Como parte de la comida, la enfermera informó que “había dos plátanos”, y preguntó que quién quería uno (en la sala en donde había casi 25 pacientes). Los que pudieron gritaron que querían uno. Los demás gritaban “tenemos hambre”.

Los familiares del paciente que ingresó a esta unidad de Urgencias, un señor de 84 años, diabético y con complicaciones derivadas de su enfermedad, han presentado una queja a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Cabe destacar que el IMSS es señalada constantemente en los informes de la CNDH como una de las instituciones con mayor número de denuncias, siendo la que más quejas recibió en 2016.2 Entre las principales quejas están el omitir proporcionar atención médica, negligencia médica, obstaculización o negación de las prestaciones de seguridad social, entre otras.

En la Semana de Seguridad Social llevada a cabo en el pasado mes de abril en el Senado, Mikel Arreola, director general de IMSS, aseguró que, en 2016, por primera vez en muchos años el Instituto presentó un superávit de 16 mil millones de pesos. Es inaudito, que ante tanta carencia y falta de resultados en la prevención de enfermedades, se ufanen de este hecho, cuando los recursos ahorrados podrían haberse destinado a cuestiones básicas que, seguramente habrían salvado vidas.

Los gobiernos del PRI y del PAN han provocado un alarmante deterioro de las instituciones de seguridad social en el país. Han llevado a una crisis de financiamiento a ésta, ya que permiten que las empresas, aun cuando estén formalmente registradas, operen con trabajadores sin darlos de alta en el IMSS; y que reporten cuotas basadas en salarios menores a los que reciben sus trabajadores. Así mismo, en el presupuesto de egresos recortan cada año el gasto en salud y han realizado contratos de subrogación con elevados costos y, recientemente, se han embarcado en contratos mediante las fórmulas de Asociaciones Público Privadas, con cuestionables resultados. Todo ello para facilitar la privatización de los servicios de salud.

Lo que suceda este 2017 en materia de elecciones en el Estado de México, Veracruz, Nayarit y Coahuila permitirá saber si la ciudadanía empieza a despertar, a decir basta ante tanta corrupción, ineficiencia y violación a derechos mínimos, como el del acceso a los servicios de salud, adecuados y dignos.

Publicado en Aristegui Noticias

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