De policía ejemplar a feminicida: la historia de un agente que se volvió la manzana podrida

Elier Lizárraga

Miguel Eduardo Burgos Varela era un policía ejemplar. Incluso llegó a ser reconocido como gente de bien por el Club Rotario. Ahora es perseguido por el asesinato de la pequeña Dayana Esmeralda.

Hubo un tiempo en el que Miguel tenía una carga de trabajo de 24 por 24: trabajaba 24 horas sin parar y descansaba otras 24, un trabajo duro, sin duda.

Pero algo se torció en el camino. La Fiscalía General del Estado lo busca como presunto responsable de un crimen que conmocionó a Culiacán durante el año pasado y hasta la fecha sigue dando de que hablar: el asesinato de una niña de seis años de edad.

La pequeña Dayana había desaparecido de su casa el 6 de junio de 2017. Pasaron cinco meses sin que nadie supiera de ella, hasta que el 28 de octubre se dio a conocer que sus restos fueron encontrados en la comunidad de San Pedro, Navolato, muy cerca de su casa.

El día que desapareció había salido a la tienda y un sujeto (se cree que Miguel Eduardo) se la llevó en una camioneta. Desde entonces nadie volvió a saber de ella. Su rostro aparecía casi todos los días en los medios, pero ninguna novedad sobre su paradero.

Dayana nuca volvió a casa.

Se creía que la historia había llegado a su fin y el responsable jamás aparecería, pero ayer la historia dio un vuelco de 180 grados: no solo se busca al culpable, sino que se trata de un policía.

En una semblanza realizada por Noroeste en el año 2009, Miguel Eduardo Burgos señala que el trabajo policial debe hacerse de forma correcta, nunca sobrepasarse en sus funciones ni abusar de las personas.

“Hay que dar lo mejor de uno a la ciudadanía. Eso es lo más importante para que lo valoren y sepan que sigue habiendo gente que piensa en las personas. Que la crítica no nos haga. Hay que hacer nuestro trabajo como debe ser, nunca sobrepasarse ni abusar”, aseguró entonces.

Incluso señalaba que el salario de un policía como él, que tenía una esposa y tres hijos, era suficiente siempre y cuando uno no tuviera vicios.

“El sueldo a veces es suficiente para muchos gastos, pero cuando uno se dedica a otros detalles, vicios, entonces no alcanza. Y ahí es donde caen quienes crean ese tipo de necesidades. No soy vicioso ni excedo mis gastos y me dedico a mi familia”, manifestó.

Ya todo eso quedó en el pasado.

Miguel Eduardo dejó sus funciones como policía en el momento en que alguien lo puso al tanto de que era el sospechoso por el crimen de Dayana.

El 7 de febrero llegó a la corporación, dejó la patrulla que conducía en su turno, entregó sus armas y se retiró sin decir más. Desde entonces es como si se lo hubiera tragado la tierra.

La Fiscalía ha desplegado diversos operativos de búsqueda sin éxito. Tampoco se sabe quién puede dar información sobre su paradero, por lo que se solicitó la colaboración de toda la sociedad para dar con él.

Y en medio de la conmoción queda una pregunta: ¿quién puso sobre aviso a Miguel Eduardo advirtiéndole que era el sospechoso por asesinar a la niña?

Publicado en Primera Plana Portal

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