Cierre de escuelas de tiempo completo, impacto directo para madres trabajadoras

Blanca Juárez

En ese ciclo escolar, Patricia Ortiz se vio obligada a sacar a su hijo de la escuela de tiempo completo. Fue un año difícil para ambos, pero también para la abuela del pequeño, quien asumió su cuidado mientras la mamá trabajaba. “Fue angustiante enterarme que quizá desaparecería” ese esquema educativo, dice Patricia.

El objetivo del Programa de las Escuelas de Tiempo Completo (PETC) no fue aportar un servicio de cuidado infantil. Pero, ante la falta de un sistema nacional de cuidados, también funcionó así y evitó que otras mujeres, como las abuelas, asumieran el trabajo de cuidados no remunerado y que puede resultar demasiado pesado para ellas debido a su edad.

Esas escuelas aumentaron la oferta laboral de las madres, creciendo “su participación laboral en 5.5 puntos porcentuales” y 1.8 el número de horas semanales trabajadas. Además, incrementaron su ingresos mensuales, según el reporte “El efecto del tiempo de los niños en la escuela sobre la oferta laboral de las madres: Evidencia del programa de escuelas de tiempo completo de México”. La investigación es de la economista y matemática María Padilla Romo, de la Universidad de Tennessee.

El pasado 28 de febrero, la Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer las reglas de operación del Programa la Escuela es Nuestra para el ejercicio fiscal 2022, en las que dejó fuera al PETC. Los recursos se enfocarán en mejorar aulas y sanitarios, “que era algo que se pedía y se reclamaba”, informó el 1 de marzo Delfina Gómez, titular de la SEP.

Sin tiempo para cocinar

El gobierno de la Ciudad de México fue uno de los primeros en informar que mantendrían el programa con recursos propios. En total, 14 entidades lo harán: Colima, Estado de México, Guanajuato, San Luis Potosí, Baja California, Baja California Sur, Puebla y Michoacán, así como Querétaro, Tamaulipas, Chihuahua, Yucatán y Nuevo León.

“Para mí han sido una maravilla”, dice Patricia Ortiz, quien labora en la SEP. Su primer hijo, con quien probó este modelo escolar, tiene ahora 21 años y estudia la universidad. “Busqué muchas opciones, porque yo tenía que trabajar” y esa fue la mejor. Un año escolar tuvo que cambiarlo a una primaria con la hora de salida a las 12:30 y “bajó de calificaciones”.

El niño ya no tenía las actividades deportivas y artísticas que le brindaban por la tarde en su escuela, y no estaba acostumbrado a que le dejaran tareas, en las del PETC rara vez recurren a esa metodología.

“Contaba con el apoyo de mi mamá para cuidarlo y ella, dentro de sus posibilidades, hacía lo que podía. Cuando yo llegaba a casa, revisaba sus tareas y le ayudaba en lo que no pudo resolver. Era más complicado para todos”.

En el PETC estudian más de 3.6 millones de niñas, niños y adolescentes de entre 3 y 15 años de edad. En la población de primaria con altos niveles de marginación, el programa disminuyó casi 1 punto porcentual la repetición de año y 2.6 el rezago educativo, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). El servicio de alimentación es uno de los factores que impactan para tener esos resultados.

Patricia Ortiz tiene otros dos hijos que asisten a una escuela de ese programa. “El comedor es independiente a la escuela”, cada año se licita el servicio en cada plantel. La cuota es de 30 pesos diarios para una comida que incluye sopa, guisado, tortillas, agua y postre.

Las familias recibían un apoyo de 1,200 pesos por estudiante al año para la cuota del comedor. “En esta administración nos lo quitaron y ahora nos dan una despensa que, la verdad, es de muy mala calidad”. Muchas personas ni siquiera la reciben, dice.

“Nos convenía el dinero porque quienes trabajamos no tenemos tiempo de preparar lo que nos dan, y representa un gasto extra en aceite, gas, luz”, señala.

¿Qué pasará con el personal docente?

“Fue un alivio para mí y mi esposo enterarnos que en la Ciudad de México no desaparecerá. Mi mamá ya no está con nosotros, nadie más podría ayudarme con mis hijos”, cuenta Patricia Ortíz.

Laborar en la SEP no le ha ayudado a saber más allá de lo poco que las autoridades comunican. El 8 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador indicó que no desaparecerán el programa y su continuación dependerá “de las madres y de los padres de familia, porque a ellos les van a llegar los recursos”.

Hasta ahora, ni ella ni el resto de las mamás y papás, sostiene, saben algo de la transferencia de esos recursos. El anuncio ha abierto otras interrogantes, como el futuro del personal docente.

Las madres y padres de familia pueden “constatar que sí había clases en las tardes o se extendía el horario”, y de esa manera “se les va a compensar (al personal docente) sin ningún problema”, informó el mandatario en aquella conferencia de prensa.

Publicado en El Economista

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