Descubren que la Luna sigue encogiéndose y su actividad sísmica es constante

Julio García G. / Periodista de Ciencia

Pese a lo que pudiera creerse, dado que a la vista parece un cuerpo apacible, desolado y frío -además de que tiene unos 4,500 millones de años de antigüedad-, la Luna continúa encogiéndose debido a la incesante actividad de su núcleo.

Esta es una de las conclusiones a la que ha llegado un grupo de científicos de varias universidades estadounidenses. Éstos lograron confirmar lo que desde 2010 -gracias a los análisis realizados por la nave de Reconocimiento de la Órbita Lunar (LRO, por sus siglas en inglés) de la NASA- se viene barajando: que nuestro satélite natural se encoge debido a que su núcleo se ha ido enfriando paulatinamente.

A medida que se encoge -lo hace a una velocidad pasmosamente lenta, unos 100 metros en el lapso de varios millones de años-, y como le sucede a una uva cuando se convierte en una pasa y se pone rugosa, a la Luna le sucede algo parecido. Pero, a diferencia de una uva, que posee una piel relativamente fuerte, la superficie lunar es bastante frágil. Ello provoca que se formen fallas y por tanto exista actividad sísmica donde ciertas secciones de la corteza chocan entre sí.

Respecto a las implicaciones de estos últimos hallazgos -los cuales han aparecido publicados el pasado 25 de enero en un amplio artículo para la revista The Planetary Science Journal– el autor principal de la investigación, Thomas R. Watters, mencionó en una reciente entrevista para el portal de internet Phys.org que “nuestro modelo sugiere que los terremotos lunares poco profundos, capaces de producir fuertes temblores de tierra en la región del polo sur, son posibles a partir de eventos de deslizamiento en fallas existentes o por la formación de nuevas fallas de empuje”.

Esto significa que en la superficie lunar continúan formándose nuevas fallas y, en consecuencia, la actividad sísmica es abundante. Por supuesto, tampoco se conoce, ni mucho menos puede predecirse con exactitud, cuándo los movimientos podrían cesar, pero seguramente será dentro de miles de años, cuando el núcleo se enfríe por completo.

Muestras de inestabilidad en el polo sur lunar debido a la actividad sísmica. Imagen: NASA/LROC/ASU/Smithsonian Institution.

Otro posible origen de estas fallas es atribuido a un fenómeno que sucede en la Luna y que tiene que ver con la ausencia de una atmósfera capaz de detener el impacto de diversos cuerpos, provenientes del espacio que llegan a su superficie.

De hecho, aunque se pueda imaginar a la superficie lunar como un sitio relativamente tranquilo, en donde solamente existe grava, polvo seco y piedras enterradas, en realidad ésta ha sido golpeada -durante millones de años y hasta la fecha- por asteroides y cometas.

Muchos de estos cuerpos son expulsados de la superficie por el mismo impacto, pero otros producen los característicos cráteres que desde la Tierra pueden observarse, inclusive a veces hasta a simple vista, cuando las noches son muy claras, sin presencia de nubes, y no hay contaminación lumínica.

Además, estos impactos de meteoritos y otros cuerpos suelen generar sacudidas y deslizamientos de tierra, lo que se traduce en que la superficie lunar sea un sitio no tan hospitalario como anteriormente se creía.

Por si fuera poco, las regiones de su superficie en donde se presenta una gran deformación -producto de estas fallas, y de la actividad sísmica que trae consigo- son aquellas que se encuentran en el polo sur. Y es justamente el polo sur el sitio elegido por los científicos de la NASA para llevar a los próximos hombres y mujeres a la superficie lunar, en 2026, mediante la misión Artemis III.

Aunque por el momento dicha misión no está en riesgo de suspenderse, sí resulta una fuerte llamada de atención para la puesta en marcha y asentamiento de bases lunares, sobre todo en el polo sur, que es el sitio en donde se ha encontrado, hasta ahora, la mayor actividad sísmica.

Ahora bien, respecto a los riesgos que podría suponer instalar bases lunares para los futuros habitantes, en una entrevista reciente para el portal de internet de la NASA, Renee Weber (coautora del trabajo de investigación publicado el pasado 25 de enero), comentó que “para comprender mejor el peligro sísmico que representa para las futuras actividades humanas en la Luna, necesitamos nuevos datos sísmicos, no solamente del polo sur, si no a nivel global, de toda la superficie lunar en su conjunto”.

Por otro lado, para crear este mapa de la actividad sísmica -así como para comprender mejor la estructura interna – se tiene contemplado que para 2025 la NASA envíe a nuestro único satélite natural dos sismógrafos que serán capaces de medir y registrar con un detalle sin precedentes el efecto que tiene el impacto de meteoritos en la actividad sísmica. A la misión que llevará estos dos sismógrafos la han denominado InSight Mars.

Por lo visto, el éxito de las misiones a la Luna, y seguramente también a otros cuerpos y planetas, dependerá de la capacidad que tengan los científicos de predecir todas las variables que puedan poner en peligro la supervivencia humana cuando nuestra especie logre establecerse en otros sitios del sistema solar, si es que algún día logra hacerlo.

Afortunadamente ya se cuenta con la tecnología necesaria -lo estamos viendo, por ejemplo, en Marte, a través de la decena de misiones que lo han fotografiado y han amartizado en su superficie- que prepare el camino para dicha conquista, la cual tardará muchas décadas en conseguirse.

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