El reino de la mentira de Rubén Rocha

Álvaro Aragón Ayala

No cayó como sorpresa. Rubén Rocha Moya inventó, ahora, que las 66 personas “levantadas” en Culiacán por comandos armados, 58 ya liberados, no fue un secuestro, sino un “llamado” del grupo delictivo, mentira que montó, aplastado por la realidad, para intentar cambiar la narrativa del narcogobierno y minimizar la ola de violencia que azota a Sinaloa.

En la conferencia “La Semanera”, en vivo, en red estatal, sin ningún rubor ni pena, el gobernador indicó que las familias no fueron secuestradas, sino que de manera discreta fueron llamadas por un grupo delictivo y se reunieron en un solo lugar. Órale. La Sedena, la Guardia Nacional, la DEA y el FBI pegaron un salto para atrás por la «noticias» dada por Rubén Rocha.

Pero no hay porque llamarse engañados. Rubén Rocha asentó en Sinaloa el reinado de la mentira. La usa con tanta holgura, con tanta facilidad y cinismo, que psicólogos y psiquiatrías podrían dictaminar que es un mitómano, aunque en política podría considerarse que la mentira es el modus operandi en su quehacer gubernamental.

En el diálogo “Hipias Menor” del filósofo Platón se plantea que “el técnico de la mentira, es el hombre que tiene en sí la potencia de saber lo verdadero; esa es la condición de la mentira: quien no es capaz de (hablar con la) verdad no es capaz de mentir: Virtuoso y vicioso son el mismo hombre, son de estofa semejante. Sólo quien es capaz de conocer lo verdadero y también de exponer lo verdadero, es capaz de administrar lo falso”.

Rubén Rocha sabe bien que ocurrió, cómo, dónde, cuándo, porqué, pero oculta la realidad a los sinaloenses, mintiendo, titulándose como el portador de la verdad, para que nadie de la sociedad pose su mirada crítica en su gobierno fallido, en un gobierno en el que ya quedó claro que no manda, que es rebasado por los poderes fácticos armados.

Contra la realidad, las llamadas al Centro de Control y de Comunicación Policial, la alarma de vecinos, la narrativa de testigos que vieron comandos armados sacando a familias enteras de sus casas y el mega operativo militar, el gobernador tomó como suya -para el anecdotario político-criminal-, el mensaje enviado por un grupo delictivo que colocó varias narcomantas.

“Ahí lo decían ‘no hay guerra’, dieron a entender que son del mismo grupo, entonces no hubo carros con personas armadas; no hubo sangre, ni puertas rasgadas, no hubo grupos armados moviéndose, fue a discreción. No hablamos de secuestro, son personas desaparecidas por ausencia de sus hogares”, dijo.

“No nos dimos cuenta a través de fuerzas de seguridad de un operativo de esta magnitud. Se llevaron a 66, pero no operó así, hubo otra circunstancia, más bien se conocían y los mandaron llamar, le hicieron de alguna forma para que todos fueran y se reunieran. Ninguno de los 58 que regresaron tienen rasguños o están lastimados”, indicó.

La realidad es que el reino de la mentira echó raíces en Sinaloa. Rubén Rocha objeta sistemáticamente la verdad y en la ruta de la mentira niega por definición el diálogo, el argumento, la negociación, el acuerdo y recurre a la invención y a la trampa, convirtiendo la falacia en un cáncer que demuele las instituciones públicas.

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