Las difamaciones de Jesús Rojas Rivera

María Guadalupe Nava Leyva

Es muy fácil mentir. Escupir falsedades. La difamación y la calumnia son los pasatiempos favoritos de los “escritores” de Noroeste, periódico de la oligarquía, de los ricos que usan a los aparentes “críticos” de la izquierda y la derecha y a los supuestos “cerebritos” locales para denostar a quienes Manuel Clouthier Carrillo odia y pretende aplastar.
Noroeste es sabido –recontrasabido- que no quiere al ex rector de la UAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda, porque éste, volvemos a repetir, es odiado y no se somete a los caprichos de uno de sus copropietarios, Manuel Clouthier. Porque no le rinde culto y porque en el 2010, Cuén no se ajustó a la “línea editorial” de la casa editora azul que apoyó con todo al corrupto Mario López Valdez.
Todavía se recuerda la estampa en la que, en plena campaña malovista, Manuel Clouthier alzó la mano en señal de triunfo de Mario López Valdez. Melesio Cuén no se sometió a esta “línea” ni la de otros periódicos que apoyaron el proyecto de Malova bajo las siglas del PAN-PRD-PT-Convergencia.
Antes y después, por no plegarse a los caprichos de quienes dicen “controlar” políticamente a Sinaloa y que alardean también con “mediatizar” o “robotizar” a la sociedad a través de sus periódicos, Cuén Ojeda ha sufrido en carne propia decenas y decenas, cientos de difamaciones contra su persona.
Es fácil mentir y escupir muchas falsedades. Lo escribo con conocimiento de causa por las estupideces que redactó uno de los “analistas estrellas” de Noroeste, Jesús Rojas Rivera en torno a una serie de medidas que se tomaron en abril del 2009 en la Universidad Autónoma de Sinaloa, y que distorsiona con olímpica desfachatez el señor Rojas.
Escribió Jesús Rojas:
“En abril de 2009 Héctor Melesio Cuén lo logró: aprobó en el Consejo General Universitario medidas de sanción para quienes ‘abusaran’ de la libertad de expresión”.
¿En dónde encaja la idiotez de López Rivera? En realidad pasada y presente de la UAS por supuesto que no. Nada más en sus elucubraciones difamatorias plasmadas en letras impresas.
En el 2009 surgió una reglamentación en la UAS para crear las condiciones de la sana convivencia universitaria, no para atentar contra la Libertad de Expresión, sino para generar un clima de orden y tranquilidad.
La UAS, antes de Cuén, antes del 2009, estaba convertida en un infierno. Cualquier alumno insultaba a los maestros y cualquier maestro insultaba a los alumnos. Los grupos políticos dirimían sus diferencias con difamaciones y calumnias al interior del campus.
La circulación de volantes, mantas y pintas en las paredes de la UAS, con insultos, mentadas de madre, vejaciones a académicos, administrativos y personal de confianza y alumnos, mantenían un clima de ingobernabilidad en la universidad.
Los grupos que controlaban escuelas y que usaban a su antojo el presupuesto (recordar el desastre en que se encontraba los edificios y aulas de la UAS; recordar la falta de equipos, computadoras, aires acondicionados, etc.), dirimían su diferencias con injurias, a veces penetrando a las aulas, agrediendo físicamente a los maestros y alumnos.
La libertad de expresión no fue tocada. Se institucionalizaron normas disciplinarias para corregir el desorden. La Libertad de Expresión quedó a salvo. Se creó un muro de contención para evitar que la calumnia y difamación denigrara la discusión de altura en los debates y foros universitarios.
La creación de reglas, de un estatuto disciplinario, no gustó a los grupos que a través del ultraje, la agresión y la calumnia, generaban temor, sembraban el terror para mantener bajo control espacios universitarios.
Son esos grupos, los de antaño, los que sueñan con el retorno de la Universidad del Caos, quienes repiten y repiten que en la UAS se sanciona la libertad de expresión.
¿Quién puede negar que la UAS cambió, que es otra, con mayor excelencia académica, con mayor aceptación de la sociedad, a partir de Cuén?
Jesús Rojas Rivera escribió:
“La lucha del ex rector es la misma desde hace casi una década. Allá donde mandaba entonces y sigue mandando ahora pudo cumplir su capricho: censurar a todos aquellos que opinen diferente, limitando las voces críticas de su entorno (….)».
¿Cómo? No le gustó a Jesus Rojas que los diputados del Partido Sinaloense crearan una Ley Anti-difamación, que no gustó obviamente, tampoco, a quienes han hecho de la calumnia, la difamación y la mentira el negocio de su vida. De quienes plagan páginas y páginas en los periódicos o en otros medios informativos de falsedades.
La Ley Anti-Difamación de los diputados del PAS busca que los ciudadanos sean respetados en su honra e imagen. Que no sean víctimas de mentiras.
Seguramente ésto lastimó a Jesús Rojas Riveras. Le caló hondo, muy hondo. Quizá se sintió aludido por el contenido de la iniciativa con la que se pretende reformar el Código Familiar (no el Penal) para garantizar en Sinaloa, a los ciudadanos, derechos consagrados en la Constitución y en los tratados Internacionales.
Escribió Rojas Rivera: “A través de su bancada (la del PAS) pretende limitar la expresión modificando y suprimiendo una serie de artículos vigentes en los códigos civil y familiar del estado de Sinaloa”.
Vil mentira. Lo que se trata es crear un marco jurídico en el ramo de lo familiar y lo civil para que todo aquel que se sienta víctima de una mentira pueda acudir ante un tribunal de lo familiar o de lo civil a pedir que se respete su honra, la de él, y de su familia.
El «analista» de Manuel Clouthier se pierde después en la retórica para darle “mayor peso” a sus mentiras. Dice que Cuén hace más difícil su triunfo en las urnas (que burrada la de Rojas ¡que no sabe que Cuén colocó al PAS como la segunda fuerza política de Sinaloa en menos de 4 años!). Hasta para escribir mentiras es pésimo.
Escribió Rojas: “Hoy reafirmo lo que he escrito antes. Héctor Melesio puede pensar en todo menos en ser gobernador”.
O sea, que el “analista”, se declara –si no fuera así Manuel Clouthier no le permitiría escribir en Noroeste- enemigo del proyecto político de Cuén Ojeda, por lo que su artículo pierde seriedad, objetividad, profesionalismo, certeza, porque está hecho para eso, para descalificar, no para aportarle a una discusión pública sana, equilibrada en torno al proyecto e iniciativas del PAS y la figura de Héctor Melesio Cuén.
Jesús Rojas Rivera difama y difama, sin embargo no hay porque espantarse, pues forma parte de la cuadrilla de mentirosos con los que Manuel Clouthier pretende rescatar el periódico Noroeste, convertido en instrumento de sus ambiciones personales.
La Ley Anti-difamación no le gustó nada a los difamadores y calumniadores ¡se les ofendió! Muy ofendido anda entonces Jesús Rojas Rivera pues echó rápidamente sus mentiras a retozar.

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