Esta foto recorre América Latina y el mundo entero, es el peor rostro de la pandemia en Argentina, el reflejo de la saturación de hospitales por el covid 19.

El nombre de la chica postrada en el piso era Lara Arreguiz, tenía 22 años, estudiaba veterinaria y murió por Covid 19, luego de un largo peregrinar buscando una cama para ser atendida en terapia intensiva, una cama que llegó demasiado tarde.

Lara falleció el viernes 21 a las 3 de la mañana en el Hospital Iturraspe de Santa Fe. Tenía diabetes, vivía sola en la localidad de Esperanza, donde se encuentra parte de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral, a 30 kilómetros de Santa Fe.

El día que le tomaron la foto se acostó en el piso frío del hospital porque no aguantaba más, el virus la tenía muy débil. Alguien le prestó su chamarra y su mamá tomó la imagen en un intento desesperado, para suplicar por una cama.

Hoy la imagen le da la vuelta al mundo dejándonos un nudo en la garganta por la tragedia que ha representado el Covid. De pronto la chamarra que la cubre parece la bandera albiceleste de Argentina, sensibilizándonos con nuestros hermanos de cono sur, recordándonos que la pandemia no ha terminado.

La dolorosa foto que refleja la pandemia en Argentina

Cuando empezó a sentirse mal, Lara llamó a sus padres por ayuda. El viernes 14 de mayo la llevaron primero al Hospital Protomédico Manuel Rodríguez de la ciudad de Recreo. No había camas, estuvo con oxígeno durante cuatro horas, sentada en una silla de ruedas. Le dijeron que regresara el lunes por unas placas.

Las placas revelaron pulmonía bilateral provocada por Covid 19. En dos días el virus había dañado seriamente sus pulmones. Le mandaron antibiótico oral, nebulizaciones y le aconsejaron buscar en el Hospital de Iturraspe por un lugar. Para ese momento Lara ya no aguantaba estar en su casa, sentía que se ahogaba.

A mediodía del lunes su madre ruega porque le permitan el ingreso al hospital de Iturraspe, su hija se desmaya y pasa a una sala de espera abarrotada, solo están ellas. Un enfermero apurado decide quiénes necesitan respiración asistida, hay pacientes con sospecha de covid, pero también personas otras dolencias, todos en el mismo espacio.

Una enfermera les hace algunas preguntas y les pide que esperen. Lara no aguanta, necesita acostarse. Su mamá pide una camilla, pero le dicen que solo es para pacientes de riesgo, se la niegan. Lara elige el piso, frío y sucio. Su madre le acomoda un bolso como almohada, una extraña se quita la chamarra y se la da para darle un poco de abrigo. Por unos momentos parece descansar. No sabía que en ese momento solo le quedaban 96 horas de vida.

La foto de su mamá se comparte decenas de miles de veces, mientras los pulmones de Lara empeziezan a colapsar. Ese lunes por la noche surge una cama para Lara, el martes un trabajadora social se comunica con los padres para reseñar el cuadro clínico y coordinar las visitas. El miércoles la joven pasa a terapia intermedia para controlar sus niveles de insulina, el jueves la diabetes estaba controlada, pero sus pulmones tenían daño severo.

El padre la ve a través de un cristal, las enfermeras le repiten que hay que esperar y confiar en que es joven y fuerte. El mismo jueves le hablan para preguntarle si quiere ver a su hija, se le hizo extraño, pero corre llevando algunas cosas que le podrían servir: manzana rallada, una toalla… Cuando la ve la encuentra muy deteriorada, con una máscara de oxígeno, se quiebra. Más tarde, recibe otra llamada, debieron intubarla, la pasaron a terapia intensiva.

A las tres de la mañana del viernes recibe la peor de las llamadas: Lara había muerto. El hombre debe avisarle a la mamá quien entra en shock.

Lara murió y no debió ser, como tampoco debieron ser las 3.47 millones de personas que han perdido de la vida por este virus. Cuánta tragedia, cuánto dolor en el mundo, sin duda estos años quedarán marcados en la humanidad por generaciones.

Que descanse en Paz, Lara Arreguiz